/ viernes 1 de junio de 2018

"El boxeador de la vida por experiencia propia"

Muy buenos días, mis lectores, que se la estén pasando de aquellas, son mis mejores deseos. Les compartía en el artículo anterior acerca de la importancia de hacerlo por uno mismo; y terminé diciendo que mi esposa me mostró un libro titulado "Hágalo usted mismo" cuando nos quedamos sin luz en la cocina de la casa.

Mi esposa se puso a leer el libro en la sección relacionada al problema que se nos presentó, me guio dándome las instrucciones que iba leyendo y al final dimos con el problema del "apagón": era la balastra. Nos fuimos a Wal-Mart con las especificaciones de la misma, la compramos/la pusimos ¡Y se hizo la luz! Si mal no recuerdo pagamos 20 dólares por ella, y tardamos una hora y media en quitar la vieja y poner la nueva. ¿Cuánto creen que hubiera pagado si hubiera llamado al técnico? Fácilmente unos 200 dólares.

Una vez resuelto el problema empecé a hojear el susodicho libro dándome cuenta que se podían resolver todos los problemas comunes que se le presentan a un ser humano para tener una buena vida, funcionalmente hablando, además de fabricar. ¡Hágalo usted mismo! ¡Esa era la respuesta para poder realizar más cosas con menos dinero y de más calidad!

Cuando empecé a escribir mi primer libro "El boxeador de la vida por experiencia propia" lo hice con pluma y papel. Mi esposa me decía: "Estás trabajando doble", porque después tendrás que transcribirlo a la computadora ¡Ah! ¡La computadora! Algo que me había rehusado a utilizar. Pero así fue, aunque agarré al toro por los cuernos, mi esposa me fue guiando, instruyendo en el manejo de la misma y por qué no decirlo: ella me hizo el favor de escribir gran parte de mi primer bebé.

Pero había ya entrado a este mundo a veces loco, para un inexperto, de la tecnología, ahora sí, a quebrarme la cabeza, a volver a estudiar y a preguntar e investigar. Ha sido muy bueno, mis lectores, realmente, aunque tengo todavía muchas limitaciones, ya me valgo por mí mismo en este ambiente cibernético, virtual y lleno de incógnitas; ¡pero todo está ahí!, ¡sólo hay que saber buscarlo!

Por eso, hoy en día puedo decir orgulloso que ahora así hago la mayoría de las cosas por mí mismo y para muestra un botón: Quería construir una cubierta en el patio de la casa. Dos expertos quedaron de venir y no vinieron, entonces decidí: ¡Hazlo tú mismo, José Luis!

Muy buenos días, mis lectores, que se la estén pasando de aquellas, son mis mejores deseos. Les compartía en el artículo anterior acerca de la importancia de hacerlo por uno mismo; y terminé diciendo que mi esposa me mostró un libro titulado "Hágalo usted mismo" cuando nos quedamos sin luz en la cocina de la casa.

Mi esposa se puso a leer el libro en la sección relacionada al problema que se nos presentó, me guio dándome las instrucciones que iba leyendo y al final dimos con el problema del "apagón": era la balastra. Nos fuimos a Wal-Mart con las especificaciones de la misma, la compramos/la pusimos ¡Y se hizo la luz! Si mal no recuerdo pagamos 20 dólares por ella, y tardamos una hora y media en quitar la vieja y poner la nueva. ¿Cuánto creen que hubiera pagado si hubiera llamado al técnico? Fácilmente unos 200 dólares.

Una vez resuelto el problema empecé a hojear el susodicho libro dándome cuenta que se podían resolver todos los problemas comunes que se le presentan a un ser humano para tener una buena vida, funcionalmente hablando, además de fabricar. ¡Hágalo usted mismo! ¡Esa era la respuesta para poder realizar más cosas con menos dinero y de más calidad!

Cuando empecé a escribir mi primer libro "El boxeador de la vida por experiencia propia" lo hice con pluma y papel. Mi esposa me decía: "Estás trabajando doble", porque después tendrás que transcribirlo a la computadora ¡Ah! ¡La computadora! Algo que me había rehusado a utilizar. Pero así fue, aunque agarré al toro por los cuernos, mi esposa me fue guiando, instruyendo en el manejo de la misma y por qué no decirlo: ella me hizo el favor de escribir gran parte de mi primer bebé.

Pero había ya entrado a este mundo a veces loco, para un inexperto, de la tecnología, ahora sí, a quebrarme la cabeza, a volver a estudiar y a preguntar e investigar. Ha sido muy bueno, mis lectores, realmente, aunque tengo todavía muchas limitaciones, ya me valgo por mí mismo en este ambiente cibernético, virtual y lleno de incógnitas; ¡pero todo está ahí!, ¡sólo hay que saber buscarlo!

Por eso, hoy en día puedo decir orgulloso que ahora así hago la mayoría de las cosas por mí mismo y para muestra un botón: Quería construir una cubierta en el patio de la casa. Dos expertos quedaron de venir y no vinieron, entonces decidí: ¡Hazlo tú mismo, José Luis!