/ martes 27 de julio de 2021

El caballo de AMLO

Por: Agustín Pérez Reynoso

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) monta un caballo, pero el equino está muerto. La mejor estrategia sería desmontarlo, según la Teoría del Caballo Muerto, divulgada por distintos medios como de origen indígena Dakota. Pero, aunque los métodos y recursos parecen estar fallando para hacerlo correr, piensa que, tal vez, algo no se está haciendo bien o dice que la gente a su alrededor, en realidad, no se está esforzando lo suficiente. AMLO está decidido a usar al animal importado, cueste lo que cueste. Pocos se atreven a decirle que el animal pudiera estar, simplemente, muerto.

Cualquier persona en su sano juicio pensaría en validar las suposiciones más riesgosas que, en este caso, sería determinar si el caballo está realmente muerto. En el peor de los casos, podríamos acabar en medio de una serranía, desierto o llanura esperando a que el caballo dé señales de vida y terminar muriendo como él. ¡Vamos! El caballo podría estar descansando, aunque no respire. Tales evidencias no siempre son apreciadas o bien recibidas en las organizaciones. Pero sólo un pesimista vería sólo el vaso medio vacío, en vez de medio lleno. Y, por tanto, AMLO pone manos a la obra.

Primero, cree que “caballo muerto” suena mal, por lo que es mejor reclasificar los caballos muertos como vivos discapacitados. Esto hace necesario bajar los requisitos para considerar a más caballos injustamente etiquetados como “muertos”, en miembros del mundo de los vivos. Crea una comisión para estudiar al caballo, y descubren que si llegara a estar muerto ya no sería costoso alimentarlo pues, con su austeridad, ayudaría a la economía más de lo que hacen otros caballos. Pero por si acaso, AMLO usa un látigo más grande y cambia de jinetes (Seguridad, Hacienda, Medio Ambiente).

Aunque se usen fondos adicionales para aumentar el rendimiento del caballo muerto y se contraten asesores cubanos que ayuden a montar al caballo muerto, hay que demostrarles, al caballo y a los jinetes quién manda. ¿Quién sabe? Jinetes más ligeros podrían mejorar el rendimiento del caballo muerto. Total. En otros países, los gobiernos que montan caballos muertos no les va mal, y hasta han promocionado al caballo muerto a un puesto de dirección desde el cielo de los caballos con la oración “Chavez Nuestro que estás en el cielo”, mientras que la gente ruega por ayuda extranjera.

Es el destino de una sociedad que no te pide ser productivo, pero reparte por ti una productividad que no tienes: El colmo de la locura. Triste seguir la “falacia del costo hundido”, donde se intenta recuperar lo invertido en proyectos, personas o cosas cuando, a todas luces, es irrecuperable; para mantener a flote expectativas que son desalentadoras, pero que no harán más que sólo aumentar las pérdidas. Pérdidas que afectarán a toda una nación, porque no ha sido posible admitir el fracaso de una transformación que ya era, desde hace tiempo, un caballo muerto en otros países del mundo. agusperezr@hotmail.com

Por: Agustín Pérez Reynoso

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) monta un caballo, pero el equino está muerto. La mejor estrategia sería desmontarlo, según la Teoría del Caballo Muerto, divulgada por distintos medios como de origen indígena Dakota. Pero, aunque los métodos y recursos parecen estar fallando para hacerlo correr, piensa que, tal vez, algo no se está haciendo bien o dice que la gente a su alrededor, en realidad, no se está esforzando lo suficiente. AMLO está decidido a usar al animal importado, cueste lo que cueste. Pocos se atreven a decirle que el animal pudiera estar, simplemente, muerto.

Cualquier persona en su sano juicio pensaría en validar las suposiciones más riesgosas que, en este caso, sería determinar si el caballo está realmente muerto. En el peor de los casos, podríamos acabar en medio de una serranía, desierto o llanura esperando a que el caballo dé señales de vida y terminar muriendo como él. ¡Vamos! El caballo podría estar descansando, aunque no respire. Tales evidencias no siempre son apreciadas o bien recibidas en las organizaciones. Pero sólo un pesimista vería sólo el vaso medio vacío, en vez de medio lleno. Y, por tanto, AMLO pone manos a la obra.

Primero, cree que “caballo muerto” suena mal, por lo que es mejor reclasificar los caballos muertos como vivos discapacitados. Esto hace necesario bajar los requisitos para considerar a más caballos injustamente etiquetados como “muertos”, en miembros del mundo de los vivos. Crea una comisión para estudiar al caballo, y descubren que si llegara a estar muerto ya no sería costoso alimentarlo pues, con su austeridad, ayudaría a la economía más de lo que hacen otros caballos. Pero por si acaso, AMLO usa un látigo más grande y cambia de jinetes (Seguridad, Hacienda, Medio Ambiente).

Aunque se usen fondos adicionales para aumentar el rendimiento del caballo muerto y se contraten asesores cubanos que ayuden a montar al caballo muerto, hay que demostrarles, al caballo y a los jinetes quién manda. ¿Quién sabe? Jinetes más ligeros podrían mejorar el rendimiento del caballo muerto. Total. En otros países, los gobiernos que montan caballos muertos no les va mal, y hasta han promocionado al caballo muerto a un puesto de dirección desde el cielo de los caballos con la oración “Chavez Nuestro que estás en el cielo”, mientras que la gente ruega por ayuda extranjera.

Es el destino de una sociedad que no te pide ser productivo, pero reparte por ti una productividad que no tienes: El colmo de la locura. Triste seguir la “falacia del costo hundido”, donde se intenta recuperar lo invertido en proyectos, personas o cosas cuando, a todas luces, es irrecuperable; para mantener a flote expectativas que son desalentadoras, pero que no harán más que sólo aumentar las pérdidas. Pérdidas que afectarán a toda una nación, porque no ha sido posible admitir el fracaso de una transformación que ya era, desde hace tiempo, un caballo muerto en otros países del mundo. agusperezr@hotmail.com