/ jueves 25 de noviembre de 2021

El Clan

Clan: Grupo social formado por un número de familias que descienden de un antepasado común, real o mitológico, y que reconocen la autoridad de un jefe; tiene su origen en sociedades primitivas o rurales. Grupo de personas unidas por un interés común o una misma profesión.

Las ventajas de un clan son la unidad y la protección de unos a otros. ¡Algo envidiable! Porque ¿a quién no le gusta estar protegido? Las redes de apoyo son excelentes siempre. Pero la fuerza mal encaminada de una asociación de éstas puede generar una protección enfermiza.

Las células del crimen organizado forman clanes de fidelidad absoluta y la traición se paga con muerte. Partidos políticos y gobiernos se entrelazan en favores y cobros, clanes de momento basados en el poder y dinero.

Hay clanes familiares fuertes en valores sociales de respeto y claridad del bien y el mal. Otros son una célula cerrada, donde se trabaja en defender el linaje y el “buen nombre” a como dé lugar. Ahí se maquillan todas las actitudes y acciones, que fuera del clan consideran deplorables. ¡En el clan es ley nunca desacreditar al integrante haga lo que haga!

Me he topado con clanes familiares que sin duda admiro por su unión, una familia que crea un apoyo invaluable, pero por otro lado me asombro de esos clanes soberbios, que destrozan a los ajenos en una constancia de alzar la cabeza para decir: “Nosotros somos mejores” aun cuando lo que ellos mismos satanizan del externo lo tienen ahí metido en su burbuja.

Viven herméticamente cerrados, tan cerrados que denotan un miedo horrible a ser vulnerados por esa común característica del ser humano: ser imperfecto. ¡Qué agobio! Estar día a día pretendiendo que a ellos no les pasa nada, que son elegidos por el Todopoderoso. ¡Waw, qué tarea más difícil! Y a final de cuentas inútil, porque hay una ley de “gravedad” que hace que todo caiga por su propio peso.

Saludo con una reverencia a los clanes unidos que llaman al pan, pan y al vino, vino. Que se unen para apoyarse en una claridad de que todos tenemos fallas. Esos que no tienen que ver para abajo al otro para sentirse mejor, sino que están abiertos a aprender lo mucho que el prójimo es capaz de enseñarles.

Estoy sentada escuchando cómo las risas del clan se unen para burlarse del físico de una persona (como si ellos estuvieran tan bonitos) de censurar comportamientos de ajenos cuando en su propia familia hay modelitos iguales o peores. Los oigo y los observo: ¡Waw, qué soberbia! Luego en otro momento me topo a un integrante del clan que va solo, no trae la porra de familia o amigos que lo hacen fuerte y esquiva el encuentro, no se siente seguro, camina apurado, busca un recoveco donde se hace rosca, ¡está solo y eso no es suficiente para manifestarse! Necesita el elenco que le aplaude su falsedad, esa que fuera del clan no funciona. ¡Necesita de sus bufones, de la puesta en escena!

¡Qué pesado debe ser estar actuando siempre! ¡Qué agotador mantener esa actitud de superioridad!


Clan: Grupo social formado por un número de familias que descienden de un antepasado común, real o mitológico, y que reconocen la autoridad de un jefe; tiene su origen en sociedades primitivas o rurales. Grupo de personas unidas por un interés común o una misma profesión.

Las ventajas de un clan son la unidad y la protección de unos a otros. ¡Algo envidiable! Porque ¿a quién no le gusta estar protegido? Las redes de apoyo son excelentes siempre. Pero la fuerza mal encaminada de una asociación de éstas puede generar una protección enfermiza.

Las células del crimen organizado forman clanes de fidelidad absoluta y la traición se paga con muerte. Partidos políticos y gobiernos se entrelazan en favores y cobros, clanes de momento basados en el poder y dinero.

Hay clanes familiares fuertes en valores sociales de respeto y claridad del bien y el mal. Otros son una célula cerrada, donde se trabaja en defender el linaje y el “buen nombre” a como dé lugar. Ahí se maquillan todas las actitudes y acciones, que fuera del clan consideran deplorables. ¡En el clan es ley nunca desacreditar al integrante haga lo que haga!

Me he topado con clanes familiares que sin duda admiro por su unión, una familia que crea un apoyo invaluable, pero por otro lado me asombro de esos clanes soberbios, que destrozan a los ajenos en una constancia de alzar la cabeza para decir: “Nosotros somos mejores” aun cuando lo que ellos mismos satanizan del externo lo tienen ahí metido en su burbuja.

Viven herméticamente cerrados, tan cerrados que denotan un miedo horrible a ser vulnerados por esa común característica del ser humano: ser imperfecto. ¡Qué agobio! Estar día a día pretendiendo que a ellos no les pasa nada, que son elegidos por el Todopoderoso. ¡Waw, qué tarea más difícil! Y a final de cuentas inútil, porque hay una ley de “gravedad” que hace que todo caiga por su propio peso.

Saludo con una reverencia a los clanes unidos que llaman al pan, pan y al vino, vino. Que se unen para apoyarse en una claridad de que todos tenemos fallas. Esos que no tienen que ver para abajo al otro para sentirse mejor, sino que están abiertos a aprender lo mucho que el prójimo es capaz de enseñarles.

Estoy sentada escuchando cómo las risas del clan se unen para burlarse del físico de una persona (como si ellos estuvieran tan bonitos) de censurar comportamientos de ajenos cuando en su propia familia hay modelitos iguales o peores. Los oigo y los observo: ¡Waw, qué soberbia! Luego en otro momento me topo a un integrante del clan que va solo, no trae la porra de familia o amigos que lo hacen fuerte y esquiva el encuentro, no se siente seguro, camina apurado, busca un recoveco donde se hace rosca, ¡está solo y eso no es suficiente para manifestarse! Necesita el elenco que le aplaude su falsedad, esa que fuera del clan no funciona. ¡Necesita de sus bufones, de la puesta en escena!

¡Qué pesado debe ser estar actuando siempre! ¡Qué agotador mantener esa actitud de superioridad!


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