/ sábado 13 de julio de 2019

El cuerpo del dolor

Continuando con mis disertaciones sobre desarrollo personal, estimado lector, lectora, ahora le vengo a platicar sobre el cuerpo del dolor, definición que está causando gran revuelo en el mundo de la sicología moderna porque al fin hay una teoría sobre el porqué ciertas personas parecen adictas al sufrimiento y apenas terminan un gran drama cuando comienzan otro.

Somos energía y para mantenernos vivos nos alimentamos. Nuestros pensamientos también son energía y requieren de emociones para alimentarse; desafortunadamente, con nuestros pensamientos y emociones negativas hemos creado una especie de ente energético que se alimenta de esos pensamientos negativos y nos urge a darle más. Es por eso que es tan difícil parar los pensamientos o situaciones negativas en nuestra vida, e incluso las buscamos, y todo porque este ser energético requiere alimentarse para vivir. ¿Le suena esotérico? Nada de eso, es fácil de entender y científicamente comprobable según Eckhart Tolle en su libro “El poder de ahora”, donde apunta que “El cuerpo del dolor es una forma semiautónoma de energía, hecha de emociones, que vive en el interior de la mayoría de los seres humanos. Tiene su propia inteligencia primitiva, muy parecida a la de un animal astuto, y el principal objetivo de esa inteligencia es la supervivencia. Al igual que todas las formas de vida, necesita alimentarse periódicamente (absorber nueva energía) y su alimento es la energía compatible con la suya propia, es decir, la energía que vibra en una frecuencia semejante”.

Luego, este autor nos explica que nos movemos en el mundo por medio de vibraciones y esas vibraciones se miden en una escala donde las de la felicidad son vibraciones altas y las de la infelicidad bajas, por eso si somos infelices la vibración baja que traemos nos atrae hacia personas y situaciones de la misma vibración baja o negativa; y hasta se atreve, este señor, Eckhart Tolle, a asegurar que hemos escogido a nuestras parejas según la frecuencia vibratoria que tenemos para asegurarnos que nuestro cuerpo del dolor tendrá en el futuro el alimento que requiere: puede ser poco sufrimiento o mucho. Incluso, agrega el autor de este libro que las películas de terror o de angustia alimentan este cuerpo del dolor, o este masoquismo, que padecemos, porque si sintiéramos alegría interna o felicidad y quisiéramos continuar en este estado no acudiríamos a una oscura sala de cine a ver cómo se lastiman unas personas a otras y sufrir por ello.

Estimado lector lectora, el cuerpo del dolor será una definición que causará revuelo aquí en Occidente, próximamente, porque en la filosofía budista de Oriente hace mucho que es conocido; a mí por lo pronto me ha hecho muy buen clic, hace tiempo que, al observar estas conductas en mí, pensaba que tal vez mis neuronas eran adictas a las rabietas o algo parecido, y entonces saltó este libro y me resolvió el rompecabezas.

Lo importante de este descubrimiento es saber el cómo le hacemos para deshacernos de este cuerpo del dolor, a lo que el autor contesta que con el solo hecho de hacernos conscientes de que traemos ese cuerpo del dolor pegado a nosotros le quitamos fuerza y cada vez que le quitamos fuerza lo vamos desdibujando.


www.silviagonzalez.com.mx


Continuando con mis disertaciones sobre desarrollo personal, estimado lector, lectora, ahora le vengo a platicar sobre el cuerpo del dolor, definición que está causando gran revuelo en el mundo de la sicología moderna porque al fin hay una teoría sobre el porqué ciertas personas parecen adictas al sufrimiento y apenas terminan un gran drama cuando comienzan otro.

Somos energía y para mantenernos vivos nos alimentamos. Nuestros pensamientos también son energía y requieren de emociones para alimentarse; desafortunadamente, con nuestros pensamientos y emociones negativas hemos creado una especie de ente energético que se alimenta de esos pensamientos negativos y nos urge a darle más. Es por eso que es tan difícil parar los pensamientos o situaciones negativas en nuestra vida, e incluso las buscamos, y todo porque este ser energético requiere alimentarse para vivir. ¿Le suena esotérico? Nada de eso, es fácil de entender y científicamente comprobable según Eckhart Tolle en su libro “El poder de ahora”, donde apunta que “El cuerpo del dolor es una forma semiautónoma de energía, hecha de emociones, que vive en el interior de la mayoría de los seres humanos. Tiene su propia inteligencia primitiva, muy parecida a la de un animal astuto, y el principal objetivo de esa inteligencia es la supervivencia. Al igual que todas las formas de vida, necesita alimentarse periódicamente (absorber nueva energía) y su alimento es la energía compatible con la suya propia, es decir, la energía que vibra en una frecuencia semejante”.

Luego, este autor nos explica que nos movemos en el mundo por medio de vibraciones y esas vibraciones se miden en una escala donde las de la felicidad son vibraciones altas y las de la infelicidad bajas, por eso si somos infelices la vibración baja que traemos nos atrae hacia personas y situaciones de la misma vibración baja o negativa; y hasta se atreve, este señor, Eckhart Tolle, a asegurar que hemos escogido a nuestras parejas según la frecuencia vibratoria que tenemos para asegurarnos que nuestro cuerpo del dolor tendrá en el futuro el alimento que requiere: puede ser poco sufrimiento o mucho. Incluso, agrega el autor de este libro que las películas de terror o de angustia alimentan este cuerpo del dolor, o este masoquismo, que padecemos, porque si sintiéramos alegría interna o felicidad y quisiéramos continuar en este estado no acudiríamos a una oscura sala de cine a ver cómo se lastiman unas personas a otras y sufrir por ello.

Estimado lector lectora, el cuerpo del dolor será una definición que causará revuelo aquí en Occidente, próximamente, porque en la filosofía budista de Oriente hace mucho que es conocido; a mí por lo pronto me ha hecho muy buen clic, hace tiempo que, al observar estas conductas en mí, pensaba que tal vez mis neuronas eran adictas a las rabietas o algo parecido, y entonces saltó este libro y me resolvió el rompecabezas.

Lo importante de este descubrimiento es saber el cómo le hacemos para deshacernos de este cuerpo del dolor, a lo que el autor contesta que con el solo hecho de hacernos conscientes de que traemos ese cuerpo del dolor pegado a nosotros le quitamos fuerza y cada vez que le quitamos fuerza lo vamos desdibujando.


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