/ viernes 26 de octubre de 2018

El derecho a migrar

Si bien es cierto que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no contiene, en ninguno de sus artículos, el término “migrar”, en su artículo 13 queda implícitamente consagrado el derecho a migrar; es decir, el derecho que toda persona tiene “a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” y el derecho a “salir de cualquier país, incluso del propio”.

Al igual que muchos otros fenómenos sociales, la migración humana (voluntaria, por necesidad o forzada) es un suceso que ha existido siempre en todo el mundo; sin embargo, la xenofobia de Donald Trump (materializada y oficializada mediante su política migratoria), ha provocado un especial y recurrente interés por parte de la opinión pública.

Ahora, como consecuencia de la caravana de migrantes centroamericanos (principalmente de origen hondureño) que buscan ingresar a Estados Unidos, el tema de la migración ha dado un giro por demás irónico.

Y es que, resulta y resalta, que ahora muchos mexicanos han sacado al xenofóbico que llevan dentro y han manifestado su propia política de “tolerancia cero” hacia el contingente de migrantes que, por cierto, no sueña con quedarse en México, sino en poder establecerse en territorio estadounidense para cumplir el “sueño americano” (el detalle es, necesitan pasar por México).

Sí. Es cierto que en el manual “Migración, Derechos Humanos y gobernanza” (elaborado -en conjunto- por la Unión Interparlamentaria, la Organización Internacional del Trabajo y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU) se señala que, pese a que el derecho internacional reconoce el derecho de todas las personas a salir de cualquier país (incluido el propio), no contempla el derecho a entrar en otro país. No obstante, ese mismo manual deja muy claro que los migrantes en situación regular, irregular, documentados o indocumentados, tienen los mismos Derechos Humanos que cualquier otra persona.

Otra cosa que también es verdad, es que (debido a la cruel e inhumana política migratoria de Trump) es muy probable que muchos (si no es que la mayoría) de los integrantes de la caravana de migrantes se queden en el camino. O sea, que se queden en territorio mexicano de manera irregular. Y eso es una problemática que indudablemente tendrán que atender y resolver las autoridades correspondientes, pero tendrán que hacerlo no sólo conforme a las leyes mexicanas, sino también acorde a lo establecido en los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, pero sin anular o menoscabar los derechos de los mexicanos.


Finalizo en esta ocasión citando lo dicho alguna vez por el escritor pakistaní Mohsin Hamid: “Soy pro persona. Y creo que reconocer la naturaleza humana de la migración es muy importante”.


laecita.wordpress.com

laecita@gmail.com



Si bien es cierto que la Declaración Universal de los Derechos Humanos no contiene, en ninguno de sus artículos, el término “migrar”, en su artículo 13 queda implícitamente consagrado el derecho a migrar; es decir, el derecho que toda persona tiene “a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” y el derecho a “salir de cualquier país, incluso del propio”.

Al igual que muchos otros fenómenos sociales, la migración humana (voluntaria, por necesidad o forzada) es un suceso que ha existido siempre en todo el mundo; sin embargo, la xenofobia de Donald Trump (materializada y oficializada mediante su política migratoria), ha provocado un especial y recurrente interés por parte de la opinión pública.

Ahora, como consecuencia de la caravana de migrantes centroamericanos (principalmente de origen hondureño) que buscan ingresar a Estados Unidos, el tema de la migración ha dado un giro por demás irónico.

Y es que, resulta y resalta, que ahora muchos mexicanos han sacado al xenofóbico que llevan dentro y han manifestado su propia política de “tolerancia cero” hacia el contingente de migrantes que, por cierto, no sueña con quedarse en México, sino en poder establecerse en territorio estadounidense para cumplir el “sueño americano” (el detalle es, necesitan pasar por México).

Sí. Es cierto que en el manual “Migración, Derechos Humanos y gobernanza” (elaborado -en conjunto- por la Unión Interparlamentaria, la Organización Internacional del Trabajo y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU) se señala que, pese a que el derecho internacional reconoce el derecho de todas las personas a salir de cualquier país (incluido el propio), no contempla el derecho a entrar en otro país. No obstante, ese mismo manual deja muy claro que los migrantes en situación regular, irregular, documentados o indocumentados, tienen los mismos Derechos Humanos que cualquier otra persona.

Otra cosa que también es verdad, es que (debido a la cruel e inhumana política migratoria de Trump) es muy probable que muchos (si no es que la mayoría) de los integrantes de la caravana de migrantes se queden en el camino. O sea, que se queden en territorio mexicano de manera irregular. Y eso es una problemática que indudablemente tendrán que atender y resolver las autoridades correspondientes, pero tendrán que hacerlo no sólo conforme a las leyes mexicanas, sino también acorde a lo establecido en los tratados internacionales en materia de Derechos Humanos, pero sin anular o menoscabar los derechos de los mexicanos.


Finalizo en esta ocasión citando lo dicho alguna vez por el escritor pakistaní Mohsin Hamid: “Soy pro persona. Y creo que reconocer la naturaleza humana de la migración es muy importante”.


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