Cuando las libertades están en riesgo, debe ser signo de preocupación y alarma, ya lo decía Miguel de Cervantes en su magnífica obra del Quijote de la Mancha, que la libertad era uno de los dones más preciados que los cielos habían regalado a los hombres, “por la libertad y por la honra se debe aventurar la vida”, refería el extraordinario autor.
Por la libertad se han dado las batallas y las guerras más sangrientas a través de la historia, las generaciones actuales, gozamos de la libertad que tanto costó a miles de personas, que sacrificaron hasta sus vidas para que pudiéramos disfrutar del fundamental derecho, que todos los seres humanos debemos tener por el solo hecho de ser personas.
Llaman la atención algunas señales que deben ponernos en alerta, como la llamada “ley garrote”, que el mes de agosto entró en vigor en Tabasco, tierra de AMLO, y avalada por él mismo, con la que se castigará hasta por veinte años de prisión a quien bloquee las calles con manifestaciones o impida la ejecución de obras públicas. Cabe referir que si esta ley se hubiera aprobado en el entonces DF hace quince años, habría muchos personajes que hoy figuran a nivel nacional encarcelados por el bloqueo que encabezó López Obrador en el 2006 en Paseo de la Reforma, ocasionando graves daños a la circulación y a la economía de los ciudadanos, como protesta por el triunfo de Felipe Calderón.
Otra señal es la intolerancia a los periodistas y analistas que critican el ejercicio del actual gobierno, ante el incumplimiento de las promesas de campaña, quedándose muy por debajo de las expectativas de muchos votantes que confiaron en él.
Las libertades de expresión y de manifestación son derechos fundamentales consagrados en las constituciones de países democráticos, a los que no se les impone más límites que el ataque a la moral, a la vida privada o los derechos de terceros, provoquen algún delito o perturben el orden público.
No cabe duda que en los sexenios panistas de Fox y de Calderón, las libertades de expresión y manifestación fueron respetadas, y se pasaron de la permisividad, recordemos que hasta hubo programas televisivos donde se parodiaba a los presidentes sin que hubiera represalia alguna. En fin, los tiempos de libertad se añoran en la intolerancia.