/ domingo 31 de julio de 2022

El derecho humano a la seguridad y a la justicia

Por: Brenda Ríos

Lo dijo Sócrates, fundador de la filosofía occidental: “Cuatro características corresponden al juez: escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente”, dicha reflexión debería ser plasmada en cada edificio gubernamental de nuestro querido estado.

La violencia que azota de manera imparable al estado en la actual administración ha desatado considerables escenarios sociales, como la justicia por propia mano; dicha decisión por ineficiencia de nuestros cuerpos policiales y quienes nos gobiernan en materia de seguridad.

Cansados y abandonados -en la orfandad- se encuentran municipios lejanos a la entidad, pero que viven y presencian esa racha de violencia y oscuridad que rodea a la Sierra Tarahumara.

Dicho fenómeno, “justicia por propia mano” ha estado presente en la Sierra Tarahumara, pues en el hartazgo, los pobladores que hace unas semanas perdieron a dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, han alzado la voz para proteger a los suyos sí la justicia no llega por las autoridades.

Es un fenómeno que divide opiniones; sin embargo, tampoco ha sido atendido por los gobernantes, pues nuestro Poder Ejecutivo no escucha cortésmente, no responde sabiamente, no pondera prudentemente y no decide imparcialmente.

La falta de compromiso con la gente chihuahuense ha dejado en su administración al menos 40 homicidios por mes, cerrando junio con 45, la muerte de esos dos sacerdotes y el guía de turistas, 527 mujeres desaparecidas, 770 indígenas desplazados de sus tierras y el miedo de vivir en un estado donde sus gobernantes argumentan que sus habitantes están acostumbrados a vivir con la violencia.

¿Normalizar o atender?, ¿actuar o tirarse la bolita?... ¿marchar por la paz, la recuperación de un estado sin justicia y por la destitución de las autoridades? El escenario resulta impredecible, hay coraje en Chihuahua, tristeza y dolor, y sus habitantes comienzan a cuestionarse si seguir confiando en las autoridades o si es mejor defenderse de alguna u otra forma, por su propia mano.

Hay un claro desenfrene de la delincuencia en el estado y el gobierno no hace nada o eso parece.

No hay respaldo de las autoridades, habría que unirnos como sociedad para erradicar este mal que nos gobierna, aquí la pregunta es: Con qué mal comenzamos primero, ¿será que el mal radica en quienes están en el poder?


Por: Brenda Ríos

Lo dijo Sócrates, fundador de la filosofía occidental: “Cuatro características corresponden al juez: escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente”, dicha reflexión debería ser plasmada en cada edificio gubernamental de nuestro querido estado.

La violencia que azota de manera imparable al estado en la actual administración ha desatado considerables escenarios sociales, como la justicia por propia mano; dicha decisión por ineficiencia de nuestros cuerpos policiales y quienes nos gobiernan en materia de seguridad.

Cansados y abandonados -en la orfandad- se encuentran municipios lejanos a la entidad, pero que viven y presencian esa racha de violencia y oscuridad que rodea a la Sierra Tarahumara.

Dicho fenómeno, “justicia por propia mano” ha estado presente en la Sierra Tarahumara, pues en el hartazgo, los pobladores que hace unas semanas perdieron a dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas, han alzado la voz para proteger a los suyos sí la justicia no llega por las autoridades.

Es un fenómeno que divide opiniones; sin embargo, tampoco ha sido atendido por los gobernantes, pues nuestro Poder Ejecutivo no escucha cortésmente, no responde sabiamente, no pondera prudentemente y no decide imparcialmente.

La falta de compromiso con la gente chihuahuense ha dejado en su administración al menos 40 homicidios por mes, cerrando junio con 45, la muerte de esos dos sacerdotes y el guía de turistas, 527 mujeres desaparecidas, 770 indígenas desplazados de sus tierras y el miedo de vivir en un estado donde sus gobernantes argumentan que sus habitantes están acostumbrados a vivir con la violencia.

¿Normalizar o atender?, ¿actuar o tirarse la bolita?... ¿marchar por la paz, la recuperación de un estado sin justicia y por la destitución de las autoridades? El escenario resulta impredecible, hay coraje en Chihuahua, tristeza y dolor, y sus habitantes comienzan a cuestionarse si seguir confiando en las autoridades o si es mejor defenderse de alguna u otra forma, por su propia mano.

Hay un claro desenfrene de la delincuencia en el estado y el gobierno no hace nada o eso parece.

No hay respaldo de las autoridades, habría que unirnos como sociedad para erradicar este mal que nos gobierna, aquí la pregunta es: Con qué mal comenzamos primero, ¿será que el mal radica en quienes están en el poder?