/ viernes 8 de abril de 2022

El desencanto de la revocación de mandato

“No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla”, reza el dicho, estamos a un par de días para que se lleve a cabo la “revocación de mandato”, que más correctamente es “ratificación en el cargo”, tan publicitada por el presidente, su gabinetazo e integrantes de Morena, no obstante a juicio de empresas encuestadoras, tendrá una escasa participación ciudadana y se estima que el 85% de los que acudan a votar serán acarreados.

De los treinta millones de mexicanos que votaron por López Obrador, a la vuelta de tres años el desencanto alcanzó a más de la mitad, porque se les ha desmoronado la esperanza y la credibilidad en AMLO dada la incapacidad, la incongruencia y la ausencia de buenos resultados de gobierno. No se puede sostener un gobierno con simulaciones, mentiras y opacidad, tarde o temprano la verdad cae por su propio peso, pero entre más tarda en caer, será mayor el daño causado.

La figura de la revocación del mandato, mimetizada en una “ratificación en el cargo” es meramente una simulación del gobierno federal para medir la clientela electoral del presidente, quien ha perdido millones de seguidores. Ante tal situación, el congreso publicó “ipso facto” un “decretazo”, para que en una interpretación “sui generis“ de la ley, pudieran los funcionarios públicos hacer propaganda y promover la ratificación del encargo del presidente, que ni falta hace, porque estamos conscientes de que su encargo es por seis años.

Nunca se había visto tanto descaro de funcionarios en la utilización de recursos públicos para el proselitismo de la “ratificación del encargo”. La colocación de espectaculares con las fotografías de AMLO se multiplicaron en todo el país, habría que ver de dónde se financiaron esos gastos, y no se diga de la movilización de funcionarios en aviones de la Fuerza Aérea, como el caso del secretario de Gobernación Adán Augusto López, quien por cierto se dió el lujo de anunciar en Sonora, que “los consejeros del INE ya se van, y los verán pasar con la cola entre las patas”, sin mostrar el mínimo respeto a la institución que hizo posible que él estuviera en el puesto que hoy ocupa.

La crítica también llega a los gobernadores de Morena, en cuyos estados la violencia y la inseguridad están a todo lo que da, y en lugar de resolver esos problemas que tanta atención demandan, anduvieron apoyando campañas de candidatos a las gubernaturas que se eligen este año, como si estuvieran en competencia de piropos y elogios al presidente para ver quién le genera mayor agrado.

En resumidas cuentas, la revocación del mandato de acuerdo al artículo 35 constitucional sólo podrá ser solicitada por la ciudadanía, mínimo por el 3% de la lista nominal de electores y en la mayoría de los estados; para que sea válida deberá acudir a votar el 40% de los ciudadanos del padrón electoral. Como la realidad está lejos de apegarse a la ley, en ultimadas cuentas la movilización de votantes a las casillas el próximo domingo no encuadra en la figura legal de revocación de mandato.


“No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla”, reza el dicho, estamos a un par de días para que se lleve a cabo la “revocación de mandato”, que más correctamente es “ratificación en el cargo”, tan publicitada por el presidente, su gabinetazo e integrantes de Morena, no obstante a juicio de empresas encuestadoras, tendrá una escasa participación ciudadana y se estima que el 85% de los que acudan a votar serán acarreados.

De los treinta millones de mexicanos que votaron por López Obrador, a la vuelta de tres años el desencanto alcanzó a más de la mitad, porque se les ha desmoronado la esperanza y la credibilidad en AMLO dada la incapacidad, la incongruencia y la ausencia de buenos resultados de gobierno. No se puede sostener un gobierno con simulaciones, mentiras y opacidad, tarde o temprano la verdad cae por su propio peso, pero entre más tarda en caer, será mayor el daño causado.

La figura de la revocación del mandato, mimetizada en una “ratificación en el cargo” es meramente una simulación del gobierno federal para medir la clientela electoral del presidente, quien ha perdido millones de seguidores. Ante tal situación, el congreso publicó “ipso facto” un “decretazo”, para que en una interpretación “sui generis“ de la ley, pudieran los funcionarios públicos hacer propaganda y promover la ratificación del encargo del presidente, que ni falta hace, porque estamos conscientes de que su encargo es por seis años.

Nunca se había visto tanto descaro de funcionarios en la utilización de recursos públicos para el proselitismo de la “ratificación del encargo”. La colocación de espectaculares con las fotografías de AMLO se multiplicaron en todo el país, habría que ver de dónde se financiaron esos gastos, y no se diga de la movilización de funcionarios en aviones de la Fuerza Aérea, como el caso del secretario de Gobernación Adán Augusto López, quien por cierto se dió el lujo de anunciar en Sonora, que “los consejeros del INE ya se van, y los verán pasar con la cola entre las patas”, sin mostrar el mínimo respeto a la institución que hizo posible que él estuviera en el puesto que hoy ocupa.

La crítica también llega a los gobernadores de Morena, en cuyos estados la violencia y la inseguridad están a todo lo que da, y en lugar de resolver esos problemas que tanta atención demandan, anduvieron apoyando campañas de candidatos a las gubernaturas que se eligen este año, como si estuvieran en competencia de piropos y elogios al presidente para ver quién le genera mayor agrado.

En resumidas cuentas, la revocación del mandato de acuerdo al artículo 35 constitucional sólo podrá ser solicitada por la ciudadanía, mínimo por el 3% de la lista nominal de electores y en la mayoría de los estados; para que sea válida deberá acudir a votar el 40% de los ciudadanos del padrón electoral. Como la realidad está lejos de apegarse a la ley, en ultimadas cuentas la movilización de votantes a las casillas el próximo domingo no encuadra en la figura legal de revocación de mandato.