/ viernes 11 de marzo de 2022

“El día de las naciones muertas”

Así como celebramos el Día de los Muertos, el mundo debería llorar la muerte de las naciones que por su negativa a cambiar han dado el paso al abismo de su propia extinción. México con su 4t ha dado ya ese paso. Actualmente se ha convertido en un zombie tan de moda en estos tiempos.

Los peligros para nuestro país no se encuentran en la amenaza de alguna nación extranjera de alguna parte del mundo, ni de “RT” (Russia Today). Ahora el mero poderío y superioridad militar no pueden lograr un triunfo total sobre algún país por muy débil que parezca, como ha sido obvio con Ucrania y el enorme poderío militar de Rusia.

El verdadero peligro no está en el exterior, lo tenemos dentro. Si hemos de ser destruidos como nación libre, nuestra destrucción la haremos desgraciadamente nosotros mismos, como de hecho lo hemos venido haciendo en la actualidad.

Si no cambiamos de vida, nuestra muerte será a causa del suicidio. La falta de respeto a la vida, a la propiedad, a los derechos más comunes del hombre, junto con el imperio de las pasiones más degradantes de nuestra historia, pueden hacernos temer por el futuro.

Un gobierno no debe ser débil, pues si lo es, no podría gobernar, pero tampoco debe ser tiránico, injusto, impune y prepotente como lo ha venido siendo el actual gobierno de AMLO, porque si bien seguirá siendo apoyado por sus aduladores, le seguirá faltando la estima de las mayorías, la cual está basada en que el gobernante se haga temer por los malos y se granjee la confianza de los buenos. Actualmente es exactamente lo contrario. Muchos mexicanos seguirán apoyando al dictador pensando que si no lo hacen dejarán de ser incluidos en programas sociales, no porque realmente piensen que es el presidente es el “mesías encarnado”

Una nación que alienta la formación y desarrollo de facciones que promueven la discordia, y de grupos de apoyo con un alto costo económico a través de empleos ficticios, dádivas, regalos, promesas, favoritismos o expectativas de obtener favores, etc., tarde o temprano tendrá que perder el respeto del pueblo en general. Promueven de hecho, la degradación del ciudadano.

Ya no tenemos gobernantes que realmente, como buenos líderes, nos muestren el camino a seguir y que prediquen con el ejemplo, necesitamos ciudadanos emprendedores, capaces de avanzar a pesar de todos los obstáculos y de dominar las circunstancias. Hombres que tengan fe en sí mismos y en su propia habilidad para desarrollar sus talentos. Que tengan la visión de una nación grandiosa. Estoy seguro que la patria sabrá reconocer el advenimiento de los guías que nos muestren el camino de un mejor porvenir, con prosperidad y paz.

¿Queremos contrarrestar un mal gobierno? Entonces dejemos de ser flojos, apáticos, envidiosos y vanidosos; estudiemos, pero no con maestros revoltosos que temen el ser evaluados; dejemos de ser ignorantes. Tengamos menos avaricia, más carácter, menos vicios, menos mala fe, y seamos menos presumidos. Tengamos más solidaridad, más energía, más amor al trabajo, más disciplina, más lealtad, más conciencia de nuestras obligaciones y sobre todo, sepamos hacer valer nuestros derechos.


Así como celebramos el Día de los Muertos, el mundo debería llorar la muerte de las naciones que por su negativa a cambiar han dado el paso al abismo de su propia extinción. México con su 4t ha dado ya ese paso. Actualmente se ha convertido en un zombie tan de moda en estos tiempos.

Los peligros para nuestro país no se encuentran en la amenaza de alguna nación extranjera de alguna parte del mundo, ni de “RT” (Russia Today). Ahora el mero poderío y superioridad militar no pueden lograr un triunfo total sobre algún país por muy débil que parezca, como ha sido obvio con Ucrania y el enorme poderío militar de Rusia.

El verdadero peligro no está en el exterior, lo tenemos dentro. Si hemos de ser destruidos como nación libre, nuestra destrucción la haremos desgraciadamente nosotros mismos, como de hecho lo hemos venido haciendo en la actualidad.

Si no cambiamos de vida, nuestra muerte será a causa del suicidio. La falta de respeto a la vida, a la propiedad, a los derechos más comunes del hombre, junto con el imperio de las pasiones más degradantes de nuestra historia, pueden hacernos temer por el futuro.

Un gobierno no debe ser débil, pues si lo es, no podría gobernar, pero tampoco debe ser tiránico, injusto, impune y prepotente como lo ha venido siendo el actual gobierno de AMLO, porque si bien seguirá siendo apoyado por sus aduladores, le seguirá faltando la estima de las mayorías, la cual está basada en que el gobernante se haga temer por los malos y se granjee la confianza de los buenos. Actualmente es exactamente lo contrario. Muchos mexicanos seguirán apoyando al dictador pensando que si no lo hacen dejarán de ser incluidos en programas sociales, no porque realmente piensen que es el presidente es el “mesías encarnado”

Una nación que alienta la formación y desarrollo de facciones que promueven la discordia, y de grupos de apoyo con un alto costo económico a través de empleos ficticios, dádivas, regalos, promesas, favoritismos o expectativas de obtener favores, etc., tarde o temprano tendrá que perder el respeto del pueblo en general. Promueven de hecho, la degradación del ciudadano.

Ya no tenemos gobernantes que realmente, como buenos líderes, nos muestren el camino a seguir y que prediquen con el ejemplo, necesitamos ciudadanos emprendedores, capaces de avanzar a pesar de todos los obstáculos y de dominar las circunstancias. Hombres que tengan fe en sí mismos y en su propia habilidad para desarrollar sus talentos. Que tengan la visión de una nación grandiosa. Estoy seguro que la patria sabrá reconocer el advenimiento de los guías que nos muestren el camino de un mejor porvenir, con prosperidad y paz.

¿Queremos contrarrestar un mal gobierno? Entonces dejemos de ser flojos, apáticos, envidiosos y vanidosos; estudiemos, pero no con maestros revoltosos que temen el ser evaluados; dejemos de ser ignorantes. Tengamos menos avaricia, más carácter, menos vicios, menos mala fe, y seamos menos presumidos. Tengamos más solidaridad, más energía, más amor al trabajo, más disciplina, más lealtad, más conciencia de nuestras obligaciones y sobre todo, sepamos hacer valer nuestros derechos.