/ domingo 14 de agosto de 2022

El dilema innecesario: ¿empresa o familia?

Por: Guillermo Monroy

Los negocios familiares cumplen diversas funciones: Además de ser la expresión de visión y valores compartidos también son la fuente de ocupación e ingresos y por eso, al momento de planear una sucesión patrimonial, está la pregunta: ¿Qué debemos privilegiar?, ¿cuidar que la empresa siga para bienestar de la familia o atender las necesidades de la familia para que cuiden a la empresa?

Es un dilema innecesario. No se trata de elegir si la familia o la empresa. Es la familia y la empresa. Ambas son igual de importantes y la experiencia nos ha demostrado que privilegiar una sobre la otra no conlleva los resultados deseados.

La idea de la división entre el patrimonio y la familia está más relacionada a una visión del siglo XVIII, donde el objetivo primordial era la preservación del patrimonio familiar para la siguiente generación.

Sin embargo, los grandes cambios a partir de la segunda mitad del siglo XIX permitieron la creación y crecimiento de distintas pequeñas y medianas empresas familiares, impulsadas por distintos factores, incluyendo tecnología, innovación y entrada de nuevos grupos al mercado mexicano.

El empresariado nacional ha sido testigo de diversos casos en que una primera generación construye la empresa, la siguiente generación enfrenta cambios en el entorno tan brutales que los ponen en riesgo de desaparecer y es la tercera generación la que logra rentabilidad con distintas estrategias que respondan a los nuevos clientes, diversificación o expansión hacia nuevos productos y mercados.

La preservación de este patrimonio empresarial sólo se logra cuando se reconoce y valora la dinámica entre el negocio y la familia: cómo se transmiten los valores, ambiciones y planes a futuro, los intereses de formar parte del negocio por parte de la familia nuclear y la extendida. Es una relación que se cuida la una a la otra en la que hay cambios y evolución.

Considerar a la empresa como sólo la suma de sus activos fijos, la situación financiera, la necesidad de estrategia y continuidad es dejar de lado al liderazgo y al talento humano. Pretender que nuestra familia no va a cambiar es dejar de lado el crecimiento personal, los matrimonios, los nacimientos o las pérdidas de seres queridos.

Por eso, al plantear una sucesión es necesario recordar que si bien es una decisión personal no es solitaria: necesitamos comunicar y tener claridad sobre cuáles son nuestras necesidades e intereses y tomar -con igual importancia- los puntos de vista de quienes nos sucederán tanto al frente de la empresa como ante sus propias familias y vidas.

Centrarnos sólo en el patrimonio es parte de una visión estática que deja de lado a las personas, quienes son justamente los motores de la evolución y permanencia de los valores y patrimonio para la siguiente generación.

Adoptar el enfoque “el negocio y la familia” nos permite considerar el panorama completo, que es clave para lograr la trascendencia futura de ambas entidades.


Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com


Por: Guillermo Monroy

Los negocios familiares cumplen diversas funciones: Además de ser la expresión de visión y valores compartidos también son la fuente de ocupación e ingresos y por eso, al momento de planear una sucesión patrimonial, está la pregunta: ¿Qué debemos privilegiar?, ¿cuidar que la empresa siga para bienestar de la familia o atender las necesidades de la familia para que cuiden a la empresa?

Es un dilema innecesario. No se trata de elegir si la familia o la empresa. Es la familia y la empresa. Ambas son igual de importantes y la experiencia nos ha demostrado que privilegiar una sobre la otra no conlleva los resultados deseados.

La idea de la división entre el patrimonio y la familia está más relacionada a una visión del siglo XVIII, donde el objetivo primordial era la preservación del patrimonio familiar para la siguiente generación.

Sin embargo, los grandes cambios a partir de la segunda mitad del siglo XIX permitieron la creación y crecimiento de distintas pequeñas y medianas empresas familiares, impulsadas por distintos factores, incluyendo tecnología, innovación y entrada de nuevos grupos al mercado mexicano.

El empresariado nacional ha sido testigo de diversos casos en que una primera generación construye la empresa, la siguiente generación enfrenta cambios en el entorno tan brutales que los ponen en riesgo de desaparecer y es la tercera generación la que logra rentabilidad con distintas estrategias que respondan a los nuevos clientes, diversificación o expansión hacia nuevos productos y mercados.

La preservación de este patrimonio empresarial sólo se logra cuando se reconoce y valora la dinámica entre el negocio y la familia: cómo se transmiten los valores, ambiciones y planes a futuro, los intereses de formar parte del negocio por parte de la familia nuclear y la extendida. Es una relación que se cuida la una a la otra en la que hay cambios y evolución.

Considerar a la empresa como sólo la suma de sus activos fijos, la situación financiera, la necesidad de estrategia y continuidad es dejar de lado al liderazgo y al talento humano. Pretender que nuestra familia no va a cambiar es dejar de lado el crecimiento personal, los matrimonios, los nacimientos o las pérdidas de seres queridos.

Por eso, al plantear una sucesión es necesario recordar que si bien es una decisión personal no es solitaria: necesitamos comunicar y tener claridad sobre cuáles son nuestras necesidades e intereses y tomar -con igual importancia- los puntos de vista de quienes nos sucederán tanto al frente de la empresa como ante sus propias familias y vidas.

Centrarnos sólo en el patrimonio es parte de una visión estática que deja de lado a las personas, quienes son justamente los motores de la evolución y permanencia de los valores y patrimonio para la siguiente generación.

Adoptar el enfoque “el negocio y la familia” nos permite considerar el panorama completo, que es clave para lograr la trascendencia futura de ambas entidades.


Guillermo Monroy

Autor del libro “Cómo hacer que su herencia trascienda”

gmonroy@horizontemx.com