/ miércoles 13 de febrero de 2019

El efecto “policrónico”

En las últimas semanas hemos estado expuestos a cambios de formas, cambios de programas, cambios de personas, cambios de relaciones entre niveles de gobierno, de personas e instituciones. Un compañero comentó: “…son muchos cambios en tan poco tiempo…”. Efectivamente, apenas estamos “digiriendo” algún cambio o proyecto del nuevo gobierno, cuando ya está otro en puerta. Apenas salíamos, si es que hemos salido, de la decisión del aeropuerto, cuando viene el robo de combustible; todavía no salimos de la megacorrupción, cuando ya estamos sobre los recortes a programas que, bajo nuestro esquema anterior, estaban funcionando. Aunque en el pasado estábamos quejándonos de dichos programas. Apenas estamos pasando por los recortes y los “afectados” inician una cruzada de justificaciones. Algunos con fines electoreros o de reflectores y otros con el fin de mantenerse dentro de los presupuestos.

El estar pendientes, aunque sólo sea de pensamiento, nos cuesta trabajo, como manera de visualizar el mundo y sus complejidades.

Se dice que la cultura de nuestros vecinos del norte es “monocrónica”, esto es, son capaces y están acostumbrados a ver y trabajar en situaciones una a una, cuando terminan una, entonces inician con la otra, y así sucesivamente. Les inquieta y enoja que alguien les pida o estén trabajando en varios proyectos o situaciones simultáneamente, sin haber terminado el anterior.

En cambio, se dice que la cultura latina puede estar pensando y actuando varias situaciones o tareas simultáneamente. Aunque traemos fuerte influencia de nuestros vecinos el norte, tenemos la capacidad de estar trabajando y pensando en varias cosas a la vez, o por lo menos en los mismos tiempos.

Existen comportamientos de las personas ante la necesidad o la realidad de situaciones que suceden simultáneas o casi simultáneas. La complejidad de enfrentar, analizar y emitir un juicio frente a este fenómeno de acciones casi simultáneas provoca en muchas personas ansiedad y sentido de que no se está bajo control, que pudiera ser cierto. Pero la verdad es que nuestra forma “acostumbrada” es evento tras evento.

Tan sólo recordemos cuando, en algún momento de nuestras vidas, tuvimos problemas simultáneos y provocaban una presión fuerte en nuestro día a día. Pero finalmente se sacaban adelante dándoles frente. A veces tendemos a retardar algunas situaciones precisamente por el esquema al que estamos acostumbrados, y los efectos de las multisituaciones, multiproblemas, multitemas simultáneos son de descontrol, de desconfianza, de enojo, de presión y hasta de inventar escenarios creados en nuestros pensamientos para justificar nuestra falta de desarrollo de capacidad de análisis e interpretación, ante estos esquemas.

Lo más interesante es que en lugar de anticipar, en lugar de organizarse, en lugar de coordinar esfuerzos ante las constantes caídas de meteoritos (situaciones, proyectos o eventos) que están sucediendo en los mismos períodos de tiempo, nos dedicamos a quejarnos, a juzgar (muchas veces sin conocer), a negar, a contradecir y más aún, a estar en contra por sistema.

Y no quiere decir que estemos de acuerdo en todo, pero sí ser un ente “maduro” que actúe en cada círculo para que las situaciones mejoren. Muchas de las situaciones sabemos que “pudieran” ser de beneficio para muchos, sin embargo ni apoyamos las acciones, ni nos organizamos para que dichas acciones tomen el cauce correcto, simplemente nos comportamos como grupo de choque, sólo por ser tal o cual personaje. Y este efecto de “estar en contra” por sistema, aunado a los continuos eventos, decisiones y acciones, definitivamente nos llevarán a rumbos desconocidos, pero porque no sabemos o no queremos participar activamente en este cambio de modelo, que nosotros mismo permitimos.

email: Antonio.rios@tec.mx

En las últimas semanas hemos estado expuestos a cambios de formas, cambios de programas, cambios de personas, cambios de relaciones entre niveles de gobierno, de personas e instituciones. Un compañero comentó: “…son muchos cambios en tan poco tiempo…”. Efectivamente, apenas estamos “digiriendo” algún cambio o proyecto del nuevo gobierno, cuando ya está otro en puerta. Apenas salíamos, si es que hemos salido, de la decisión del aeropuerto, cuando viene el robo de combustible; todavía no salimos de la megacorrupción, cuando ya estamos sobre los recortes a programas que, bajo nuestro esquema anterior, estaban funcionando. Aunque en el pasado estábamos quejándonos de dichos programas. Apenas estamos pasando por los recortes y los “afectados” inician una cruzada de justificaciones. Algunos con fines electoreros o de reflectores y otros con el fin de mantenerse dentro de los presupuestos.

El estar pendientes, aunque sólo sea de pensamiento, nos cuesta trabajo, como manera de visualizar el mundo y sus complejidades.

Se dice que la cultura de nuestros vecinos del norte es “monocrónica”, esto es, son capaces y están acostumbrados a ver y trabajar en situaciones una a una, cuando terminan una, entonces inician con la otra, y así sucesivamente. Les inquieta y enoja que alguien les pida o estén trabajando en varios proyectos o situaciones simultáneamente, sin haber terminado el anterior.

En cambio, se dice que la cultura latina puede estar pensando y actuando varias situaciones o tareas simultáneamente. Aunque traemos fuerte influencia de nuestros vecinos el norte, tenemos la capacidad de estar trabajando y pensando en varias cosas a la vez, o por lo menos en los mismos tiempos.

Existen comportamientos de las personas ante la necesidad o la realidad de situaciones que suceden simultáneas o casi simultáneas. La complejidad de enfrentar, analizar y emitir un juicio frente a este fenómeno de acciones casi simultáneas provoca en muchas personas ansiedad y sentido de que no se está bajo control, que pudiera ser cierto. Pero la verdad es que nuestra forma “acostumbrada” es evento tras evento.

Tan sólo recordemos cuando, en algún momento de nuestras vidas, tuvimos problemas simultáneos y provocaban una presión fuerte en nuestro día a día. Pero finalmente se sacaban adelante dándoles frente. A veces tendemos a retardar algunas situaciones precisamente por el esquema al que estamos acostumbrados, y los efectos de las multisituaciones, multiproblemas, multitemas simultáneos son de descontrol, de desconfianza, de enojo, de presión y hasta de inventar escenarios creados en nuestros pensamientos para justificar nuestra falta de desarrollo de capacidad de análisis e interpretación, ante estos esquemas.

Lo más interesante es que en lugar de anticipar, en lugar de organizarse, en lugar de coordinar esfuerzos ante las constantes caídas de meteoritos (situaciones, proyectos o eventos) que están sucediendo en los mismos períodos de tiempo, nos dedicamos a quejarnos, a juzgar (muchas veces sin conocer), a negar, a contradecir y más aún, a estar en contra por sistema.

Y no quiere decir que estemos de acuerdo en todo, pero sí ser un ente “maduro” que actúe en cada círculo para que las situaciones mejoren. Muchas de las situaciones sabemos que “pudieran” ser de beneficio para muchos, sin embargo ni apoyamos las acciones, ni nos organizamos para que dichas acciones tomen el cauce correcto, simplemente nos comportamos como grupo de choque, sólo por ser tal o cual personaje. Y este efecto de “estar en contra” por sistema, aunado a los continuos eventos, decisiones y acciones, definitivamente nos llevarán a rumbos desconocidos, pero porque no sabemos o no queremos participar activamente en este cambio de modelo, que nosotros mismo permitimos.

email: Antonio.rios@tec.mx