/ jueves 27 de febrero de 2020

El escaso asombro ante el horror

“Paso a paso nos fuimos acostumbrando a un horror inmenso”

- Viktor Frankl -

Y así, con la poca sensación de asombro que aún nos queda en nuestro interior, nos percatamos que, en nuestros días, la muerte de una persona, para muchos pareciera significar absolutamente nada, ya que el homicidio (en cualquiera de sus ramificaciones) se ha convertido en un delito más de los muchos que llenan el diario quehacer de nuestro país que desde cualquier entorno nos pide, nos grita, nos exige, que le echemos una mano. Se está acabando, nos lo estamos acabando. Hoy los acontecimientos del horror en nuestro querido México ya forman parte de una absurda regularidad y eso por ningún motivo podemos ni debemos permitirlo.

El espeluznante caso de la niña Fátima despertó en parte del pueblo la sensación de preocupación, ¿qué diablos está pasando?, ¿por qué tanto enojo?, ¿hay culpables que directa o indirectamente son partícipes?, como toda pregunta las respuestas existen, pero posiblemente se encuentren en un disimulado y escondido lugar.

La Honorable Cámara de Diputados de México aprobó de manera exprés un incremento de cinco años a la pena máxima de prisión a quien cometa un feminicidio o un abuso sexual; aunque la acción cumpla con un intimidante objetivo, de poco o de nada servirá porque el problema no se trata del castigo sino de detener al culpable o de crear las condiciones para que el delito no se lleve a cabo. Así de sencillo.

Aunque no se trata de encasillar en un género a quienes han sido víctimas de la violencia (tan importante es la vida de una mujer como la de un hombre) las mujeres levantan su voz en una exclamación de hartazgo que hace (debe de hacer) eco en cada ciudadano. En las redes sociales se leen críticas en todo sentido sobre el paro que se tiene programado para el próximo 9 de marzo y aunque pudiéramos estar o no de acuerdo con ello tenemos que solidarizarnos con ellas con el único fin común de que las cosas cambien por el bien de todos, por el bien de la nación. La esperanza es lo único que no debemos permitir nos la aniquilen.

El feminicidio por supuesto que es el delito que mas golpea a la sociedad y lejos de culpar al neoliberalismo o de creer que tiene que ver con estatus sociales, cualquier actividad o medida que se lleve a cabo para tratar de desaparecerlo será aplaudible y un buen inicio es platicando en nuestro núcleo familiar sobre el respeto a todo ser humano.

“Paso a paso nos fuimos acostumbrando a un horror inmenso”

- Viktor Frankl -

Y así, con la poca sensación de asombro que aún nos queda en nuestro interior, nos percatamos que, en nuestros días, la muerte de una persona, para muchos pareciera significar absolutamente nada, ya que el homicidio (en cualquiera de sus ramificaciones) se ha convertido en un delito más de los muchos que llenan el diario quehacer de nuestro país que desde cualquier entorno nos pide, nos grita, nos exige, que le echemos una mano. Se está acabando, nos lo estamos acabando. Hoy los acontecimientos del horror en nuestro querido México ya forman parte de una absurda regularidad y eso por ningún motivo podemos ni debemos permitirlo.

El espeluznante caso de la niña Fátima despertó en parte del pueblo la sensación de preocupación, ¿qué diablos está pasando?, ¿por qué tanto enojo?, ¿hay culpables que directa o indirectamente son partícipes?, como toda pregunta las respuestas existen, pero posiblemente se encuentren en un disimulado y escondido lugar.

La Honorable Cámara de Diputados de México aprobó de manera exprés un incremento de cinco años a la pena máxima de prisión a quien cometa un feminicidio o un abuso sexual; aunque la acción cumpla con un intimidante objetivo, de poco o de nada servirá porque el problema no se trata del castigo sino de detener al culpable o de crear las condiciones para que el delito no se lleve a cabo. Así de sencillo.

Aunque no se trata de encasillar en un género a quienes han sido víctimas de la violencia (tan importante es la vida de una mujer como la de un hombre) las mujeres levantan su voz en una exclamación de hartazgo que hace (debe de hacer) eco en cada ciudadano. En las redes sociales se leen críticas en todo sentido sobre el paro que se tiene programado para el próximo 9 de marzo y aunque pudiéramos estar o no de acuerdo con ello tenemos que solidarizarnos con ellas con el único fin común de que las cosas cambien por el bien de todos, por el bien de la nación. La esperanza es lo único que no debemos permitir nos la aniquilen.

El feminicidio por supuesto que es el delito que mas golpea a la sociedad y lejos de culpar al neoliberalismo o de creer que tiene que ver con estatus sociales, cualquier actividad o medida que se lleve a cabo para tratar de desaparecerlo será aplaudible y un buen inicio es platicando en nuestro núcleo familiar sobre el respeto a todo ser humano.