/ sábado 5 de junio de 2021

El eterno retorno | Coda, revelador filme del canadiense Claude Lalonde

Por: Mario Saavedra

Sorprendente ópera prima del canadiense Claude Lalonde, donde la música es mucho más que un mero pretexto, la bella e inteligente película Coda narra el sinuoso retorno a los escenarios de un dotado y maduro pianista inglés (el gran actor shakesperiano Patrick Stewart, en un papel inédito en su carrera cinematográfica) que en un complejo estado de crisis descubre padecer pánico escénico.

Estructurada en flashbacks, se centra en el proceso que este experto pero conflictuado pianista debe recorrer para sanar una parálisis artística y personal que pareciera tenerlo detenido y no dejarlo seguir adelante tras la pérdida de su esposa. Entonces aparece su musa salvadora, la crítica musical Herren Morrison (la bella y aquí profunda actriz norteamericana Katie Holmes), quien llega en el momento indicado para ayudarlo a navegar la tormenta y darle otra vez sentido a su existencia.

Entre otros méritos de este inusitado largometraje de Lalonde se reconoce cómo el experimentado guionista y debutante director consigue trascender ese inicial cliché de la mencionada dama redentora que bien pudo haber desembocado en el manido estereotipo del melodrama romántico predecible. Mucho más que eso, este ascenso tendrán que hacerlo ambos, y la obra nodal de compositores y pensadores como Beethoven y Nietzsche (“La vida sin música sería un error”, frase con la que arranca la película) contribuye en este doloroso pero alecciomador proceso de sanación y de reencuentro.

También una sugerente road movie, a través de un revitalizante recorrido por los inspiradores parajes suizos de Sils Maria (al mismo Nietzsche se le esclareció allí su revolucionaria Teoría del Eterno Retorno), la obra de los grandes compositores decimonónicos alemanes del periodo romántico (Schubert, Schumann, Chopin, Liszt) acompañan al atormentado pianista tras la búsqueda de sí mismo, a la vez que confirma que el arte debe asumirse con voluntad y con convicción. Y ese recuento de bellas imágenes, de situaciones inspiradoras, de un discurso acorde con la historia y la evolución anímica de los personajes, corre al ritmo de la propia música como hilo conductor, como motivo y razón de ser, en la medida en que le da sentido a sus vidas.

Hondamente humana y conmovedora, Claude Lalonde opta en su Coda por personajes refinados, dotados de una sensibilidad y una inteligencia peculiares, inobjetablemente contrastantes con una realidad prosaica a la que este estado de cosas por lo regular le resulta aburrido, cuando no pretencioso y hasta improductivo. Pero Landonde tampoco tiene empacho alguno en que su cinta pueda ser tildada de elitista y no comercial, dirigida a un público minoritario al que le interese un cine más artístico y de autor que a cuentagotas se abre camino, si bien cualquier persona que se dé la oportunidad de verla y de escucharla con paciencia podrá ––acaso mi esperanzadora utopía, y no dudo que también la del realizador–– entenderla y hasta disfrutarla ––un auténtico garbanzo de a libra–– en Netflix.

Por: Mario Saavedra

Sorprendente ópera prima del canadiense Claude Lalonde, donde la música es mucho más que un mero pretexto, la bella e inteligente película Coda narra el sinuoso retorno a los escenarios de un dotado y maduro pianista inglés (el gran actor shakesperiano Patrick Stewart, en un papel inédito en su carrera cinematográfica) que en un complejo estado de crisis descubre padecer pánico escénico.

Estructurada en flashbacks, se centra en el proceso que este experto pero conflictuado pianista debe recorrer para sanar una parálisis artística y personal que pareciera tenerlo detenido y no dejarlo seguir adelante tras la pérdida de su esposa. Entonces aparece su musa salvadora, la crítica musical Herren Morrison (la bella y aquí profunda actriz norteamericana Katie Holmes), quien llega en el momento indicado para ayudarlo a navegar la tormenta y darle otra vez sentido a su existencia.

Entre otros méritos de este inusitado largometraje de Lalonde se reconoce cómo el experimentado guionista y debutante director consigue trascender ese inicial cliché de la mencionada dama redentora que bien pudo haber desembocado en el manido estereotipo del melodrama romántico predecible. Mucho más que eso, este ascenso tendrán que hacerlo ambos, y la obra nodal de compositores y pensadores como Beethoven y Nietzsche (“La vida sin música sería un error”, frase con la que arranca la película) contribuye en este doloroso pero alecciomador proceso de sanación y de reencuentro.

También una sugerente road movie, a través de un revitalizante recorrido por los inspiradores parajes suizos de Sils Maria (al mismo Nietzsche se le esclareció allí su revolucionaria Teoría del Eterno Retorno), la obra de los grandes compositores decimonónicos alemanes del periodo romántico (Schubert, Schumann, Chopin, Liszt) acompañan al atormentado pianista tras la búsqueda de sí mismo, a la vez que confirma que el arte debe asumirse con voluntad y con convicción. Y ese recuento de bellas imágenes, de situaciones inspiradoras, de un discurso acorde con la historia y la evolución anímica de los personajes, corre al ritmo de la propia música como hilo conductor, como motivo y razón de ser, en la medida en que le da sentido a sus vidas.

Hondamente humana y conmovedora, Claude Lalonde opta en su Coda por personajes refinados, dotados de una sensibilidad y una inteligencia peculiares, inobjetablemente contrastantes con una realidad prosaica a la que este estado de cosas por lo regular le resulta aburrido, cuando no pretencioso y hasta improductivo. Pero Landonde tampoco tiene empacho alguno en que su cinta pueda ser tildada de elitista y no comercial, dirigida a un público minoritario al que le interese un cine más artístico y de autor que a cuentagotas se abre camino, si bien cualquier persona que se dé la oportunidad de verla y de escucharla con paciencia podrá ––acaso mi esperanzadora utopía, y no dudo que también la del realizador–– entenderla y hasta disfrutarla ––un auténtico garbanzo de a libra–– en Netflix.