/ sábado 28 de abril de 2018

EL “EVANGELIO” DEL TRABAJO

Ahora que algunos candidatos ofrecen dinero a grupos de la población por hacer nada, debemos decir que la productividad es la base de la riqueza de un país, y no los recursos naturales ni las refinerías prometidas. Tenemos que pensar y creer en el “evangelio” del trabajo y no solamente porque es algo noble hacerlo, sino porque esta actividad satisface todas nuestras necesidades materiales mejor que la flojera o la inactividad. Podemos afirmar que la industria productiva es lo único que nos provee de bienestar y prosperidad a todas las naciones, así como de paz y logro espiritual en lo individual


El tener amplios recursos de tierras fértiles no significa riqueza donde las tierras no se cultivan; ni tener mucho petróleo significa ser ricos, como ya lo hemos visto en el país con las más grandes reservas petroleras: Venezuela.


Seremos más pobres de lo que pensamos, y la prosperidad prometida bajo el nuevo gobierno, será el resultado de estar sepultados en deudas.


La filosofía de “trabajar menos y tener todo gratis”, así como “te doy amnistía por los daños que has causado”, son las peores de todas, aunque se hayan tomado como bandera para convencer a la gente que piensa que se aproxima el paraíso terrenal. Sueñan en una nación que les dé cuanto quieran mientras ellos pierden tiempo, flojean, derrochan y hasta delinquen, pues “serán perdonados”.


Muchos de los que sí trabajan estarán haciendo el trabajo de otros, aparte del propio; estarán pagando las deudas ajenas. Si todos trabajaran se podría eliminar la pobreza en el país. Pero la peor amenaza es hacer el trabajo de mala gana.


El evangelio del trabajo nos dicta que el poner nuestro esfuerzo en alago útil es lograr una victoria sobre la indiferencia. Nuestro desarrollo viene por la actividad y la esencia del progreso consiste en que nadie se quede sin trabajar. El que queda fuera, no crece y literalmente deja de existir para la sociedad y su familia.


El papa Francisco insiste: «Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo» (ibidem, n. 128).


No es raro que los derechos de los trabajadores no sean respetados y que se use el trabajo para pisotear la dignidad de la persona humana. Esto debe ser detenido, y será la prueba de fuego para el nuevo gobierno.

Ahora que algunos candidatos ofrecen dinero a grupos de la población por hacer nada, debemos decir que la productividad es la base de la riqueza de un país, y no los recursos naturales ni las refinerías prometidas. Tenemos que pensar y creer en el “evangelio” del trabajo y no solamente porque es algo noble hacerlo, sino porque esta actividad satisface todas nuestras necesidades materiales mejor que la flojera o la inactividad. Podemos afirmar que la industria productiva es lo único que nos provee de bienestar y prosperidad a todas las naciones, así como de paz y logro espiritual en lo individual


El tener amplios recursos de tierras fértiles no significa riqueza donde las tierras no se cultivan; ni tener mucho petróleo significa ser ricos, como ya lo hemos visto en el país con las más grandes reservas petroleras: Venezuela.


Seremos más pobres de lo que pensamos, y la prosperidad prometida bajo el nuevo gobierno, será el resultado de estar sepultados en deudas.


La filosofía de “trabajar menos y tener todo gratis”, así como “te doy amnistía por los daños que has causado”, son las peores de todas, aunque se hayan tomado como bandera para convencer a la gente que piensa que se aproxima el paraíso terrenal. Sueñan en una nación que les dé cuanto quieran mientras ellos pierden tiempo, flojean, derrochan y hasta delinquen, pues “serán perdonados”.


Muchos de los que sí trabajan estarán haciendo el trabajo de otros, aparte del propio; estarán pagando las deudas ajenas. Si todos trabajaran se podría eliminar la pobreza en el país. Pero la peor amenaza es hacer el trabajo de mala gana.


El evangelio del trabajo nos dicta que el poner nuestro esfuerzo en alago útil es lograr una victoria sobre la indiferencia. Nuestro desarrollo viene por la actividad y la esencia del progreso consiste en que nadie se quede sin trabajar. El que queda fuera, no crece y literalmente deja de existir para la sociedad y su familia.


El papa Francisco insiste: «Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo» (ibidem, n. 128).


No es raro que los derechos de los trabajadores no sean respetados y que se use el trabajo para pisotear la dignidad de la persona humana. Esto debe ser detenido, y será la prueba de fuego para el nuevo gobierno.