/ sábado 16 de diciembre de 2017

El éxito de la vida

El éxito y la gloria de la vida están en aprender, compartir lo aprendido; crecer en lo espiritual y subir o mejorar en todos los aspectos.

Nadie será grande sólo por ocupar un puesto importante. Esto es tan cierto como que un niño no se convierte en hombre sólo por ponerse los zapatos de su papá, así como las ayudas, apoyo y dependencia de la gente necesitada, se vuelve tan necesaria para algunos, como las muletas se vuelven tan indispensables para un cojo que no puede dar un paso sin ellas.

La mejor receta para escoger a un posible candidato para las próximas elecciones (fuera de nuestra codicia) es una persona para empezar, sencilla, de corazón recto, y sobre todo sin pretensiones económicas ni el deseo de tener gran poder. Quizá pueda ser una persona que tenga manifiesta su humildad. Puede existir, en una carrera deportiva, una persona que se le  diera cierta ventaja, pero en esta carrera por el país, tiene que empezar precisamente en la raya.

Nadie que realmente valga la pena pide o se toma alguna ventaja, porque  no hay satisfacción ni merecimiento alguno en ganar una carrera en que se nos dio ventaja al empezar. Aceptar o utilizar alguna ventaja (como las célebres despensas) es una confesión de inferioridad. Son ventajas que  se convierten en desventajas al final de la carrera.

Las ventajas en el mundo del deporte o mundo político están en su preparación. Algunos llegan con su ánimo en alto, con conocimientos de lo que se espera de ellos, y otros no. Y cuando todo se hizo adecuadamente y limpiamente, los que pierden no tienen a quien culpar sino a ellos mismos. Los aduladores que acostumbran a pedir ventaja o privilegios son los incapaces de crecer por su propio esfuerzo y que buscan la manera de  conseguir algo por nada.

Todos tenemos que desarrollar lo necesario para vencer nuestras dificultades en vez de atenernos a la ayuda de otro para todos. La verdadera ayuda siempre la  encontraremos en nosotros mismos.

Cuando se trata de nuestra intuición, estos son avisos  que nos da el corazón, normalmente es lo que principalmente es importante atender. Es más cuestión del instinto que del intelecto. Es importante entonces, escuchar la voz del corazón y confiar en nuestras emociones, así como en nuestros sentimientos.

Nunca nos resulta muy bien el pedir consejo, pues debilita nuestras facultades y nos alimenta de incertidumbre. Tenemos que creer en  nosotros mismos. Seamos nuestros propios consejeros. A estas alturas, hemos aprendido que la mayor parte de las batallas en la vida, tenemos que librarlas solos; la prudencia de los sabios no es sino el arte de encerrar sus propios problemas en sus corazones.

El hábito de pensar se basa en la confianza o el miedo, y los resultados dependerán de nuestra forma de pensar.

 

 

El éxito y la gloria de la vida están en aprender, compartir lo aprendido; crecer en lo espiritual y subir o mejorar en todos los aspectos.

Nadie será grande sólo por ocupar un puesto importante. Esto es tan cierto como que un niño no se convierte en hombre sólo por ponerse los zapatos de su papá, así como las ayudas, apoyo y dependencia de la gente necesitada, se vuelve tan necesaria para algunos, como las muletas se vuelven tan indispensables para un cojo que no puede dar un paso sin ellas.

La mejor receta para escoger a un posible candidato para las próximas elecciones (fuera de nuestra codicia) es una persona para empezar, sencilla, de corazón recto, y sobre todo sin pretensiones económicas ni el deseo de tener gran poder. Quizá pueda ser una persona que tenga manifiesta su humildad. Puede existir, en una carrera deportiva, una persona que se le  diera cierta ventaja, pero en esta carrera por el país, tiene que empezar precisamente en la raya.

Nadie que realmente valga la pena pide o se toma alguna ventaja, porque  no hay satisfacción ni merecimiento alguno en ganar una carrera en que se nos dio ventaja al empezar. Aceptar o utilizar alguna ventaja (como las célebres despensas) es una confesión de inferioridad. Son ventajas que  se convierten en desventajas al final de la carrera.

Las ventajas en el mundo del deporte o mundo político están en su preparación. Algunos llegan con su ánimo en alto, con conocimientos de lo que se espera de ellos, y otros no. Y cuando todo se hizo adecuadamente y limpiamente, los que pierden no tienen a quien culpar sino a ellos mismos. Los aduladores que acostumbran a pedir ventaja o privilegios son los incapaces de crecer por su propio esfuerzo y que buscan la manera de  conseguir algo por nada.

Todos tenemos que desarrollar lo necesario para vencer nuestras dificultades en vez de atenernos a la ayuda de otro para todos. La verdadera ayuda siempre la  encontraremos en nosotros mismos.

Cuando se trata de nuestra intuición, estos son avisos  que nos da el corazón, normalmente es lo que principalmente es importante atender. Es más cuestión del instinto que del intelecto. Es importante entonces, escuchar la voz del corazón y confiar en nuestras emociones, así como en nuestros sentimientos.

Nunca nos resulta muy bien el pedir consejo, pues debilita nuestras facultades y nos alimenta de incertidumbre. Tenemos que creer en  nosotros mismos. Seamos nuestros propios consejeros. A estas alturas, hemos aprendido que la mayor parte de las batallas en la vida, tenemos que librarlas solos; la prudencia de los sabios no es sino el arte de encerrar sus propios problemas en sus corazones.

El hábito de pensar se basa en la confianza o el miedo, y los resultados dependerán de nuestra forma de pensar.