El 1 de julio de 2019, AMLO celebró en el Zócalo de la Ciudad de México el primer aniversario de su triunfo electoral. Fue una fiesta para reafirmar que tiene razón en lo que hace y que el futuro bajo su conducción será glorioso. Aseguró haber cumplido 78 de 100 compromisos.
Pero el festejo también fue la ocasión para que críticos y adversarios manifestaran su particular sentir sobre estos 12 meses de administración lopista:
Cancelar la construcción del nuevo Aeropuerto en Texcoco que tenía un avance del 35% mostró, en forma y fondo, el verdadero carácter del nuevo gobierno.
Siguieron las promesas de obras: la construcción de un nuevo aeropuerto en Santa Lucía, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, el ferrocarril en el Istmo de Tehuantepec.
Proyectos suspendidos por una serie de amparos otorgados hasta que se compruebe la viabilidad técnica y financiera de tales obras. Lo mismo que se aplicó a programas sociales afectados.
En cuanto a la austeridad republicana convertida en ley, ha provocado el despido de 11 mil 144 funcionarios del gobierno, el desabasto de fertilizantes, suspensión de becas; cancelación de refugios a mujeres maltratadas, guarderías, educación de calidad.
Al desabasto de medicamentos y recorte presupuestales se agrega el despido de más de 10 mil médicos y enfermeras, que ponen en riesgo la salud y la vida de millones de mexicanos.
Pero al mismo tiempo que recorta el gasto público se inflan los padrones de sus programas clientelares; y no obstante la promesa de no contraer deuda pública, se contrata un crédito gigantesco para Pemex.
En seguridad, el secuestro se disparó 550%, la extorsión aumentó 127%, los homicidios 48%. Índices superiores a los de las administraciones pasadas.
Lo anterior, según AMLO, es culpa de la “ex mafia del poder”, de los “fifís”, de los empresarios abusivos o de los corruptos que no ha podido desterrar del gobierno.
Las decisiones políticas sin sustento técnico ni viabilidad financiera han provocado un ambiente de incertidumbre en el rumbo de la economía; ocasionado reacciones negativas entre inversionistas nacionales y extranjeros.
Ante la amenaza de Donald Trump de imponer medidas arancelarias si México no frena la migración de centroamericanos, el gobierno mexicano ha respondido con sometimiento, militarizar su frontera sur, detener a casi 24 mil migrantes y destinar unos 30 millones de dólares, tan sólo en El Salvador. La crisis migratoria puede convertirse en crisis humanitaria.
Cierto, a un año de su triunfo electoral, López Obrador mantiene altos niveles de popularidad, pero sufre una caída leve y constante debido a decisiones erráticas, incompetentes y arbitrarias.
“Pero ¡Albricias! AMLO pasará a los libros de historia como siempre ha soñado. La buena noticia es que no será como el gobernante más corrupto… La mala es que, de persistir las improvisaciones y las decisiones sin sentido, el lugar que López Obrador ocupará en la historia será el del presidente que llevó a México al desastre”.
(Con datos de Hannia Novell. Eje Central 07.07.2019).