/ jueves 20 de agosto de 2020

EL FIN DE LA INDIFERENCIA Y EL INOLVIDABLE CASO DE MARISELA

Para cambiar yerros en la sociedad lo más importante es dar el primer paso, y en cuanto a la violencia de género creo que ya lo dimos. En Ciudad Juárez y Chihuahua hemos visto y vivido actos horribles de violencia intrafamiliar y de género, pero ya se ven algunos avances, por ejemplo, en Ciudad Juárez el nuevo edificio de la Fiscalía de la Mujer me ha dejado impactada, será de tres pisos, espacios para juicios y hasta elevador, ahí irán a dar las oficinas de la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género (un nombre demasiado largo para una sola acción: justicia en los feminicidios, pero ya ven cómo se las gastan estos juristas exagerando en los nombres que la gente resumirá en: Fiscalía de la Mujer). El caso es que a Ciudad Juárez le urgía darle un lugar más amplio, más simbólico, que se note que es prioridad, porque en cualquier momento puede repetirse la triste historia de los feminicidios de 1993 y que duró casi 10 años sin que ningún gobierno tuviera una verdadera intención de poner orden; en el gobierno de Patricio Martínez hasta revolvieron más los casos, acusaron inocentes y hubo desenlaces fatales. No sé diga en el caso de Marisela Escobedo, hace apenas unos años, en el tiempo del inhumano gobernador Duarte, desgarra el corazón saber que la pobre madre sólo buscaba justicia para su hija, que fue asesinada por su pareja, y entonces cuando el presunto asesino (que no tiene nada de presunto), sale libre fue ella la que murió, a balazos, allí mismo donde hacía su pacífica manifestación frente al Palacio de gobierno, a las puertas de un gobernador desalmado, misógino, egoísta, patriarcal y perverso, ocupado en sus vanidades y materialismos. El de Marisela es un caso inolvidable de misoginia horizontal y vertical, de un sistema que utiliza el arma más poderosa que hay en los casos de mujeres asesinadas por cuestión de su género: la indiferencia. Por indiferencia se incrementaron los casos, pues hubiera bastado con agarrar a los primeros culpables y darles cárcel perpetua para que la sociedad aprendiera a respetar a las niñas, del mismo modo en que el secuestro por dinero se terminó después de que los primeros secuestradores recibieron su cadena perpetua. Es fácil la justicia, sólo hay que aplicarla.

¿Qué pasó en estos últimos 50 años en México para que el hombre se lanzara a asesinar a sus mujeres?

Mientras en Estados Unidos la mujer se reafirmaba como un ser libre, tanto que hasta andaba de hippie, en México, los jóvenes de entonces se regodeaban viendo las viejas películas de la Época de Oro del cine del macho mexicano, la virginidad se ensalzaba en las telenovelas y las canciones rancheras acusaban a la mujer de traidora, cosas que, sutilmente, reafirmaban el papel del macho, el tira y afloja en la relación, el hombre dueño de la mujer. Pero la pobreza aumentó, la mujer salió a trabajar y desafió a su pretendido dueño y proveedor, y de paso abandonó a los hijos, que crecieron resentidos. Fue ese cambio, esa generación de hombres que creció confundida y apoyada por un gobierno blando, la que manifestó su abandono causando dolor y muerte a la mujer. Pero hoy hay esperanza de igualdad, sobre todo que se aplique la ley, porque es la forma más rápida y fácil de aprender el respeto al otro.

Por eso felicito a Javier Corral porque este centro ya tiene el 50% de avance, aunque claro debiera estar terminado ya, porque lo primero es primero. Y gracias a Ulises Pacheco, secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad, por mantenerme al tanto. Hoy empieza el fin de la indiferencia.

Namaste

www.silviagonzalez.com.mx

Para cambiar yerros en la sociedad lo más importante es dar el primer paso, y en cuanto a la violencia de género creo que ya lo dimos. En Ciudad Juárez y Chihuahua hemos visto y vivido actos horribles de violencia intrafamiliar y de género, pero ya se ven algunos avances, por ejemplo, en Ciudad Juárez el nuevo edificio de la Fiscalía de la Mujer me ha dejado impactada, será de tres pisos, espacios para juicios y hasta elevador, ahí irán a dar las oficinas de la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género (un nombre demasiado largo para una sola acción: justicia en los feminicidios, pero ya ven cómo se las gastan estos juristas exagerando en los nombres que la gente resumirá en: Fiscalía de la Mujer). El caso es que a Ciudad Juárez le urgía darle un lugar más amplio, más simbólico, que se note que es prioridad, porque en cualquier momento puede repetirse la triste historia de los feminicidios de 1993 y que duró casi 10 años sin que ningún gobierno tuviera una verdadera intención de poner orden; en el gobierno de Patricio Martínez hasta revolvieron más los casos, acusaron inocentes y hubo desenlaces fatales. No sé diga en el caso de Marisela Escobedo, hace apenas unos años, en el tiempo del inhumano gobernador Duarte, desgarra el corazón saber que la pobre madre sólo buscaba justicia para su hija, que fue asesinada por su pareja, y entonces cuando el presunto asesino (que no tiene nada de presunto), sale libre fue ella la que murió, a balazos, allí mismo donde hacía su pacífica manifestación frente al Palacio de gobierno, a las puertas de un gobernador desalmado, misógino, egoísta, patriarcal y perverso, ocupado en sus vanidades y materialismos. El de Marisela es un caso inolvidable de misoginia horizontal y vertical, de un sistema que utiliza el arma más poderosa que hay en los casos de mujeres asesinadas por cuestión de su género: la indiferencia. Por indiferencia se incrementaron los casos, pues hubiera bastado con agarrar a los primeros culpables y darles cárcel perpetua para que la sociedad aprendiera a respetar a las niñas, del mismo modo en que el secuestro por dinero se terminó después de que los primeros secuestradores recibieron su cadena perpetua. Es fácil la justicia, sólo hay que aplicarla.

¿Qué pasó en estos últimos 50 años en México para que el hombre se lanzara a asesinar a sus mujeres?

Mientras en Estados Unidos la mujer se reafirmaba como un ser libre, tanto que hasta andaba de hippie, en México, los jóvenes de entonces se regodeaban viendo las viejas películas de la Época de Oro del cine del macho mexicano, la virginidad se ensalzaba en las telenovelas y las canciones rancheras acusaban a la mujer de traidora, cosas que, sutilmente, reafirmaban el papel del macho, el tira y afloja en la relación, el hombre dueño de la mujer. Pero la pobreza aumentó, la mujer salió a trabajar y desafió a su pretendido dueño y proveedor, y de paso abandonó a los hijos, que crecieron resentidos. Fue ese cambio, esa generación de hombres que creció confundida y apoyada por un gobierno blando, la que manifestó su abandono causando dolor y muerte a la mujer. Pero hoy hay esperanza de igualdad, sobre todo que se aplique la ley, porque es la forma más rápida y fácil de aprender el respeto al otro.

Por eso felicito a Javier Corral porque este centro ya tiene el 50% de avance, aunque claro debiera estar terminado ya, porque lo primero es primero. Y gracias a Ulises Pacheco, secretario ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad, por mantenerme al tanto. Hoy empieza el fin de la indiferencia.

Namaste

www.silviagonzalez.com.mx