/ jueves 12 de abril de 2018

El Foro de Sao Paulo, populismo que amenaza las democracias

Fundado en 1990 por el Partido de los Trabajadores de Brasil y con el respaldo y salvaguarda de Fidel Castro, después de la caída del Muro de Berlín y de cara al vertiginoso desmoronamiento del régimen comunista ruso, un grupo de países latinoamericanos se aliaron, invitando a algunos países europeos como observadores, de los cuales solamente Cuba ejercía el poder y gobernaba un país en ese momento, con la intención de formar un bloque de países comunistas para que tomaran el poder en dos de los países más poderosos de Latinoamérica, Venezuela y Brasil, ya una vez instalados ahí, apoderados y dominados esos importantes países, de ahí financiar y promover el comunismo en toda la región, valiéndose de procesos democráticos.

En 1998 llega al poder en Venezuela Hugo Chávez, primer militar de izquierda que después de muchas décadas llegaba al poder en esa región, también sería el primer país miembro del foro que llegaba al poder después de su fundación.

Vendrían una cadena de países que en forma sucesiva tomarían la alternativa, Lula da Silva en Brasil en 2002, Tabaré Vázquez en Uruguay en 2004, Evo Morales en Bolivia en 2005, Michelle Bachelet en Chile en 2006 y un vasto numero de países de Centro y Sudamérica, que poco a poco fueron cediendo ante el embate del populismo de izquierda o el socialismo, que ahora tiene asfixiada a casi toda la región.

Con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas apoyadas también por organizaciones internacionales de lo más variado que uno se pueda imaginar, como algunos grupos de artistas, ambientalistas, feministas, indigenistas o defensores de los Derechos Humanos, que convertidos en el brazo político y operador, manejan a discreción una agenda de doble sentido, escondiendo detrás de justificadas causas, los intereses más oscuros del foro y sus agremiados.

Los líderes populistas toman una parte de la población, generalmente la más desprotegida y vulnerable, para enfrentar a la otra parte; unos son los honrados, trabajadores, los buenos y desinteresados que nunca se equivocan; los otros, son los ricos, los malos, la mafia del poder, los americanos, los traidores a la patria. Generan odios en la sociedad, dividiendo a las familias y a los países, creando conflictos permanentes entre buenos y malos, luego el líder soluciona estos problemas y se convierte en el salvador de las clases oprimidas, poco a poco, dominan los tres poderes, para satisfacer todos los requerimientos y necesidades, incrementan la planta laboral estatal, el gasto público, los subsidios a todo, los programas populares, se implanta el control de precios y el de las importaciones y exportaciones.

Al quedarse sin dinero para satisfacer las cada vez más demandantes necesidades, se establece el control del tipo de cambio, se imprime dinero, se incrementan los impuestos, se recurre cada vez más a la deuda pública y se atropella la economía de mercado, con las consecuencias ya sabidas de su irremediable deterioro.

Esta no es una novela o invento del escribiente, es una realidad que hoy viven varios millones de compatriotas latinoamericanos en este momento, es nuestra responsabilidad, que esta historia no se repita, cuando menos, no aquí en México.

Fundado en 1990 por el Partido de los Trabajadores de Brasil y con el respaldo y salvaguarda de Fidel Castro, después de la caída del Muro de Berlín y de cara al vertiginoso desmoronamiento del régimen comunista ruso, un grupo de países latinoamericanos se aliaron, invitando a algunos países europeos como observadores, de los cuales solamente Cuba ejercía el poder y gobernaba un país en ese momento, con la intención de formar un bloque de países comunistas para que tomaran el poder en dos de los países más poderosos de Latinoamérica, Venezuela y Brasil, ya una vez instalados ahí, apoderados y dominados esos importantes países, de ahí financiar y promover el comunismo en toda la región, valiéndose de procesos democráticos.

En 1998 llega al poder en Venezuela Hugo Chávez, primer militar de izquierda que después de muchas décadas llegaba al poder en esa región, también sería el primer país miembro del foro que llegaba al poder después de su fundación.

Vendrían una cadena de países que en forma sucesiva tomarían la alternativa, Lula da Silva en Brasil en 2002, Tabaré Vázquez en Uruguay en 2004, Evo Morales en Bolivia en 2005, Michelle Bachelet en Chile en 2006 y un vasto numero de países de Centro y Sudamérica, que poco a poco fueron cediendo ante el embate del populismo de izquierda o el socialismo, que ahora tiene asfixiada a casi toda la región.

Con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas apoyadas también por organizaciones internacionales de lo más variado que uno se pueda imaginar, como algunos grupos de artistas, ambientalistas, feministas, indigenistas o defensores de los Derechos Humanos, que convertidos en el brazo político y operador, manejan a discreción una agenda de doble sentido, escondiendo detrás de justificadas causas, los intereses más oscuros del foro y sus agremiados.

Los líderes populistas toman una parte de la población, generalmente la más desprotegida y vulnerable, para enfrentar a la otra parte; unos son los honrados, trabajadores, los buenos y desinteresados que nunca se equivocan; los otros, son los ricos, los malos, la mafia del poder, los americanos, los traidores a la patria. Generan odios en la sociedad, dividiendo a las familias y a los países, creando conflictos permanentes entre buenos y malos, luego el líder soluciona estos problemas y se convierte en el salvador de las clases oprimidas, poco a poco, dominan los tres poderes, para satisfacer todos los requerimientos y necesidades, incrementan la planta laboral estatal, el gasto público, los subsidios a todo, los programas populares, se implanta el control de precios y el de las importaciones y exportaciones.

Al quedarse sin dinero para satisfacer las cada vez más demandantes necesidades, se establece el control del tipo de cambio, se imprime dinero, se incrementan los impuestos, se recurre cada vez más a la deuda pública y se atropella la economía de mercado, con las consecuencias ya sabidas de su irremediable deterioro.

Esta no es una novela o invento del escribiente, es una realidad que hoy viven varios millones de compatriotas latinoamericanos en este momento, es nuestra responsabilidad, que esta historia no se repita, cuando menos, no aquí en México.