/ jueves 5 de marzo de 2020

El Gigante

Estás, y como estás siempre, muchos no te ven

Humanos inconscientes, te ignoran o te dan un revés.

Aunque te manifiestas gigante y renuevas para todos el aliento, no te aprecian vivo estandarte, sonaja que refresca el viento.

Tu materia es codiciada para necesidades, pero te matan así como así, para elaborar en infinidad de banalidades.

Te veo dejado a un lado, a un último lugar, hay prioridad de construir lo cuadrado,

cemento aquí y por allá.

Caes en las garras de la industria, que deja enormes cicatrices, grandes lunares de ausencia, una masacre de tonos grises.

El urbanismo te pone condiciones, estrangulándote, privándote con un sin fin de suposiciones.

¡Que te ves bien allá, que estorbas por acá! y tú aguantas estas maneras, herramientas y construcciones, que te torturan y doblegan.

En ciudades absorbes el líquido vital por tronco y hojas, porque el agua no se detiene,

no hay tierra que absorba, no hay fosa.

Tu verdor se desvanece, el marrón se acentúa, hasta que queda solo un tronco, que será talado, porque ya muerto asusta.

Pero aún así por un nuevo brote te esfuerzas, y esa hermandad subterránea con tus iguales, te alimenta y te da entereza.

Te revelas levantas el pavimento, y en ese último acto por sobrevivir, logras permanecer, pero te cortan sin sentimiento.

Arboles benditos que surgen de la tierra, resistan, pues guerreros se levantan por ustedes, ya se vislumbra una nueva era.

Donde se les dejará estar con toda su belleza, para que puedan permanecer, y dar oxigeno y salud a todo este planeta.


Vigilante: Adopta un árbol, adopta más, que estos gigantes de la flora nos dan un sin fin de regalos, para aquí y hoy estar.

Estás, y como estás siempre, muchos no te ven

Humanos inconscientes, te ignoran o te dan un revés.

Aunque te manifiestas gigante y renuevas para todos el aliento, no te aprecian vivo estandarte, sonaja que refresca el viento.

Tu materia es codiciada para necesidades, pero te matan así como así, para elaborar en infinidad de banalidades.

Te veo dejado a un lado, a un último lugar, hay prioridad de construir lo cuadrado,

cemento aquí y por allá.

Caes en las garras de la industria, que deja enormes cicatrices, grandes lunares de ausencia, una masacre de tonos grises.

El urbanismo te pone condiciones, estrangulándote, privándote con un sin fin de suposiciones.

¡Que te ves bien allá, que estorbas por acá! y tú aguantas estas maneras, herramientas y construcciones, que te torturan y doblegan.

En ciudades absorbes el líquido vital por tronco y hojas, porque el agua no se detiene,

no hay tierra que absorba, no hay fosa.

Tu verdor se desvanece, el marrón se acentúa, hasta que queda solo un tronco, que será talado, porque ya muerto asusta.

Pero aún así por un nuevo brote te esfuerzas, y esa hermandad subterránea con tus iguales, te alimenta y te da entereza.

Te revelas levantas el pavimento, y en ese último acto por sobrevivir, logras permanecer, pero te cortan sin sentimiento.

Arboles benditos que surgen de la tierra, resistan, pues guerreros se levantan por ustedes, ya se vislumbra una nueva era.

Donde se les dejará estar con toda su belleza, para que puedan permanecer, y dar oxigeno y salud a todo este planeta.


Vigilante: Adopta un árbol, adopta más, que estos gigantes de la flora nos dan un sin fin de regalos, para aquí y hoy estar.

ÚLTIMASCOLUMNAS