/ jueves 5 de septiembre de 2019

El gobierno de la felicidad

“La felicidad es la certeza de no sentirse perdido”

- Jorge Bucay -

Les voy a ser sincero, no vi el primer informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, vaya, ni siquiera supe si fue televisado por cadena nacional o si únicamente lo entregó por escrito al congreso de la república, pero basta y sobra con haber escuchado alguno de los spots que realizó en radio y televisión previos al mencionado informe para intuir que basándonos en los otros datos con los que don Andrés siempre cuenta, todo fue felicidad. Seguramente las palmas de las manos de sus ínclitos seguidores les dolieron por tanto aplauso.

Nuestro presidente, tan mañanero como es, mencionó la semana pasada que en nuestro país no existe el mal humor social, que el pueblo está más feliz que nunca ¿Quiubo?, es decir, que los sufrimientos de familias que padecen las consecuencias de la inseguridad no es nada comparado con la felicidad azteca, que los campesinos frustrados por los recortes dados a la ayuda para el campo no importan, que los enfermos a quienes les recortaron o cancelaron sus medicamentos por un notorio desabastecimiento están contentos y que quienes defienden la libertad de expresión gozan de alegría por lo acontecido a Ricardo Alemán, Carlos Marín, Sergio Sarmiento y recientemente a Carlos Loret de Mola, periodistas críticos del gobierno que pretende ser la Cuarta Transformación. ¡Cuánta felicidad!

Y para que amarre y la felicidad se desborde en cada hogar, el Inegi nos informa que el Producto Interno Bruto descendió con un nulo crecimiento en el segundo trimestre de este 2019 atribuyéndose esta caída principalmente al sector industrial, pero a pesar de esta notoria asignatura pendiente en el terreno económico el primer mandatario declara que ahora los mexicanos tienen un mejor nivel de vida. ¡Qué emoción!

Desde luego que hoy más que nunca requerimos de un presidente optimista, pero este optimismo tiene que ir soportado por realidades con sustento, por soluciones de largo plazo y no hechas al vapor para medio llevar una situación problemática que tarde o temprano se volverá a presentar, no se necesitan medidas que caen más en el populismo y cuya única intención obedece a cuestiones políticas. Sólo cuando se entienda esto y se actúe al respecto entonces sí viviremos en una sociedad más feliz.

Con todo lo anterior concluimos que la poca o mucha felicidad de los mexicanos depende de su carácter y naturaleza, pero no del gobierno y sus buenas intenciones. Ande pues.


“La felicidad es la certeza de no sentirse perdido”

- Jorge Bucay -

Les voy a ser sincero, no vi el primer informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, vaya, ni siquiera supe si fue televisado por cadena nacional o si únicamente lo entregó por escrito al congreso de la república, pero basta y sobra con haber escuchado alguno de los spots que realizó en radio y televisión previos al mencionado informe para intuir que basándonos en los otros datos con los que don Andrés siempre cuenta, todo fue felicidad. Seguramente las palmas de las manos de sus ínclitos seguidores les dolieron por tanto aplauso.

Nuestro presidente, tan mañanero como es, mencionó la semana pasada que en nuestro país no existe el mal humor social, que el pueblo está más feliz que nunca ¿Quiubo?, es decir, que los sufrimientos de familias que padecen las consecuencias de la inseguridad no es nada comparado con la felicidad azteca, que los campesinos frustrados por los recortes dados a la ayuda para el campo no importan, que los enfermos a quienes les recortaron o cancelaron sus medicamentos por un notorio desabastecimiento están contentos y que quienes defienden la libertad de expresión gozan de alegría por lo acontecido a Ricardo Alemán, Carlos Marín, Sergio Sarmiento y recientemente a Carlos Loret de Mola, periodistas críticos del gobierno que pretende ser la Cuarta Transformación. ¡Cuánta felicidad!

Y para que amarre y la felicidad se desborde en cada hogar, el Inegi nos informa que el Producto Interno Bruto descendió con un nulo crecimiento en el segundo trimestre de este 2019 atribuyéndose esta caída principalmente al sector industrial, pero a pesar de esta notoria asignatura pendiente en el terreno económico el primer mandatario declara que ahora los mexicanos tienen un mejor nivel de vida. ¡Qué emoción!

Desde luego que hoy más que nunca requerimos de un presidente optimista, pero este optimismo tiene que ir soportado por realidades con sustento, por soluciones de largo plazo y no hechas al vapor para medio llevar una situación problemática que tarde o temprano se volverá a presentar, no se necesitan medidas que caen más en el populismo y cuya única intención obedece a cuestiones políticas. Sólo cuando se entienda esto y se actúe al respecto entonces sí viviremos en una sociedad más feliz.

Con todo lo anterior concluimos que la poca o mucha felicidad de los mexicanos depende de su carácter y naturaleza, pero no del gobierno y sus buenas intenciones. Ande pues.