/ martes 16 de octubre de 2018

El hombre en busca de sentido

Recientemente releí el libro “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl, en el cual narra su experiencia como prisionero en un campo nazi de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos hemos leído libros y visto documentales sobre este episodio, considerado como el conflicto más terrible de la historia de la humanidad donde millones de personas fueron aniquiladas, muchas de ellas, en estos centros de concentración y exterminio.

Frankl describe que su comida diaria consistía en un pequeño pan y sopa aguada. Tenían cigarros que con suerte podían intercambiaban por un plato de sopa, lo que les daba esperanza para el futuro. Aquellos que habían perdido la ilusión por la vida se fumaban el cigarro, lo que significaba que se dejarían morir y se arrojaban a la alambrada electrificada para suicidarse. Los golpes diarios los hacían insensibles, atravesando por una muerte emocional al estar lejos de lo que más amaban y al atestiguar tantas injusticias y finalmente, tras ser liberados, se despersonificaban, pues habían sufrido tanto, que temían que no fuese cierto su libertad.

Frankl estuvo a punto de ser ejecutado varias veces, quedándose únicamente con su presencia desnuda, desprovista de todo, salvo de la existencia misma. Lo había perdido absolutamente todo, y en estas circunstancias, pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles. A veces nos podemos sentir confundidos ante el propósito de nuestra existencia, o ante un acontecimiento como una muerte, divorcio o pérdida de trabajo, perdiendo el sentido ante la vida, siendo el suicidio la manifestación máxima de ello. Y respecto a ello, nuestro estado ocupa el primer lugar a nivel nacional donde más acaece, por tanto, es un tema muy importante que tratar para contrarrestar sus efectos negativos. Es un libro que recomiendo ampliamente, que más que testimonios de sobrevivencia, es una lección existencial que da un mensaje de esperanza de que la vida merece ser vivida más allá de las circunstancias; y de cómo una experiencia de vida puede cambiar la visión de la realidad. Aquellos que sobrevivieron, fue porque hasta en las peores circunstancias, encontrar algo, por más pequeño que fuese, por qué vivir, pues como dijo Nietzsche: “El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.

yanez_flor@hotmail.com



Recientemente releí el libro “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl, en el cual narra su experiencia como prisionero en un campo nazi de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos hemos leído libros y visto documentales sobre este episodio, considerado como el conflicto más terrible de la historia de la humanidad donde millones de personas fueron aniquiladas, muchas de ellas, en estos centros de concentración y exterminio.

Frankl describe que su comida diaria consistía en un pequeño pan y sopa aguada. Tenían cigarros que con suerte podían intercambiaban por un plato de sopa, lo que les daba esperanza para el futuro. Aquellos que habían perdido la ilusión por la vida se fumaban el cigarro, lo que significaba que se dejarían morir y se arrojaban a la alambrada electrificada para suicidarse. Los golpes diarios los hacían insensibles, atravesando por una muerte emocional al estar lejos de lo que más amaban y al atestiguar tantas injusticias y finalmente, tras ser liberados, se despersonificaban, pues habían sufrido tanto, que temían que no fuese cierto su libertad.

Frankl estuvo a punto de ser ejecutado varias veces, quedándose únicamente con su presencia desnuda, desprovista de todo, salvo de la existencia misma. Lo había perdido absolutamente todo, y en estas circunstancias, pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles. A veces nos podemos sentir confundidos ante el propósito de nuestra existencia, o ante un acontecimiento como una muerte, divorcio o pérdida de trabajo, perdiendo el sentido ante la vida, siendo el suicidio la manifestación máxima de ello. Y respecto a ello, nuestro estado ocupa el primer lugar a nivel nacional donde más acaece, por tanto, es un tema muy importante que tratar para contrarrestar sus efectos negativos. Es un libro que recomiendo ampliamente, que más que testimonios de sobrevivencia, es una lección existencial que da un mensaje de esperanza de que la vida merece ser vivida más allá de las circunstancias; y de cómo una experiencia de vida puede cambiar la visión de la realidad. Aquellos que sobrevivieron, fue porque hasta en las peores circunstancias, encontrar algo, por más pequeño que fuese, por qué vivir, pues como dijo Nietzsche: “El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.

yanez_flor@hotmail.com