/ miércoles 3 de enero de 2018

“El innombrable” y “Estaríamos mejor con ya saben quién”

“El innombrable” es un sinónimo refiriéndose al presidente Salinas, pero realmente se parece más a López Obrador, que no quiere que digamos su nombre y pensemos que estaríamos mejor con ya sabes quién y hace un alto a la diatriba, la descalificación y la alusión personal, presentando en decálogo un programa de ocurrencias entre las que resalta la idea del olvido, llámese amnistía de los delitos de la mafia delincuencial. Por otra parte Ricardo Anaya, candidato de una minoría seudoizquierdista y pobremente derechista, propone el quimérico  ingreso universal para todas las personas, 120 millones de mexicanos ricos y pobres sin distinción de condición económica o social; populismo de derecha.

José Antonio Meade, precandidato del PRI a la presidencia, señaló que de los cinco estados en los que se registran los mayores índices de violencia, cuatro son gobernados por partidos del frente y ofrece soluciones prácticas y concretas, a graves problemas como la corrupción, lavado de dinero y la  impunidad, con el imperio del derecho y la aplicación de la ley.

Al Frente por México hasta el nombre le tuvieron que cambiar, al registrarse. Empezó como un Frente Ciudadano, en el que se dijo cabrían todas las opiniones e ideologías. Se acercarían a la sociedad, a las personas ajenas a la política, académicos, periodistas y demás. Ni aceptaron moción alguna de los pocos con los que se reunieron, ni tomaron en cuenta a quienes, hartos de la partidocracia, pensaron que podrían abrirse. Se repartieron el pastel entre tres fuerzas. De los 500 distritos electorales de la elección federal, el PAN decidirá sobre 144; para el PRD serán 104 y a Movimiento Ciudadano le tocaron 52 en suerte. De gubernaturas en juego, el Sol Azteca elegirá candidato en la Ciudad de México, Morelos, Tabasco y Chiapas. Acción Nacional en Puebla, Veracruz, Guanajuato y Yucatán. A Movimiento Ciudadano, le dejan Jalisco, donde ha logrado, dicen, su mayor éxito con Alfaro, presidente municipal de Guadalajara.

En cuanto a cargos locales decidirán si van en coalición, en ciertas plazas, o por su propia cuenta. A qué más podían aspirar dos fuerzas de rodada en su caída (PRD y MC); de no ir en coalición pudieran perder hasta el registro. Conscientes de que el blanquiazul tiene una intención del voto de un 21 por ciento, se subieron al carro ideado por las demenciales ambiciones de Anaya. Si tanto se criticó la mezcla del “agua y el aceite” y las tales alianzas de hecho, poco funcionan, bajo la promesa de que buscan “un cambio auténtico para México”, llegaron al acuerdo (simulación y más simulación) ¿Democracia? Aún semanas antes del comienzo formal de las campañas políticas, el debate está abierto. Por encima de las concentraciones en las que por número el PRI lleva la mano, ideas, propuestas, programas de gobierno están ya a la luz de la opinión pública. Los tres precandidatos de las triples alianzas ventilan en el escenario electoral parte de lo que será la discusión que el votante tiene ante sí, para decidir el próximo primero de julio.

Sobre el mismo tema, todos los partidos tienen problemas y todos presentan, en mayor o menor medida, diferentes crisis. Éstas van desde aquellas de los pésimos resultados de gobierno, promesas no cumplidas, abusos de varios de sus gobernantes y que permanecen en la impunidad; las relacionadas con la conducción vertical del partido con el propósito de alcanzar objetivos personales, sin importar que se ponga en riesgo la unidad interna (PAN); las que son resultado del pragmatismo con que se conduce al partido y lo que menos importa, la congruencia ideológica y los principios (PRD); pasando por los partiditos que se convierten en negocios de unos cuantos (PV) (NA) (PT) (PES) hasta aquellos movimientos que se crean para que el líder no sólo pueda imponer su propia voluntad, sino para sostener su proselitismo, aprovechando los huecos que existen en la ley electoral (Morena).

“El innombrable” es un sinónimo refiriéndose al presidente Salinas, pero realmente se parece más a López Obrador, que no quiere que digamos su nombre y pensemos que estaríamos mejor con ya sabes quién y hace un alto a la diatriba, la descalificación y la alusión personal, presentando en decálogo un programa de ocurrencias entre las que resalta la idea del olvido, llámese amnistía de los delitos de la mafia delincuencial. Por otra parte Ricardo Anaya, candidato de una minoría seudoizquierdista y pobremente derechista, propone el quimérico  ingreso universal para todas las personas, 120 millones de mexicanos ricos y pobres sin distinción de condición económica o social; populismo de derecha.

José Antonio Meade, precandidato del PRI a la presidencia, señaló que de los cinco estados en los que se registran los mayores índices de violencia, cuatro son gobernados por partidos del frente y ofrece soluciones prácticas y concretas, a graves problemas como la corrupción, lavado de dinero y la  impunidad, con el imperio del derecho y la aplicación de la ley.

Al Frente por México hasta el nombre le tuvieron que cambiar, al registrarse. Empezó como un Frente Ciudadano, en el que se dijo cabrían todas las opiniones e ideologías. Se acercarían a la sociedad, a las personas ajenas a la política, académicos, periodistas y demás. Ni aceptaron moción alguna de los pocos con los que se reunieron, ni tomaron en cuenta a quienes, hartos de la partidocracia, pensaron que podrían abrirse. Se repartieron el pastel entre tres fuerzas. De los 500 distritos electorales de la elección federal, el PAN decidirá sobre 144; para el PRD serán 104 y a Movimiento Ciudadano le tocaron 52 en suerte. De gubernaturas en juego, el Sol Azteca elegirá candidato en la Ciudad de México, Morelos, Tabasco y Chiapas. Acción Nacional en Puebla, Veracruz, Guanajuato y Yucatán. A Movimiento Ciudadano, le dejan Jalisco, donde ha logrado, dicen, su mayor éxito con Alfaro, presidente municipal de Guadalajara.

En cuanto a cargos locales decidirán si van en coalición, en ciertas plazas, o por su propia cuenta. A qué más podían aspirar dos fuerzas de rodada en su caída (PRD y MC); de no ir en coalición pudieran perder hasta el registro. Conscientes de que el blanquiazul tiene una intención del voto de un 21 por ciento, se subieron al carro ideado por las demenciales ambiciones de Anaya. Si tanto se criticó la mezcla del “agua y el aceite” y las tales alianzas de hecho, poco funcionan, bajo la promesa de que buscan “un cambio auténtico para México”, llegaron al acuerdo (simulación y más simulación) ¿Democracia? Aún semanas antes del comienzo formal de las campañas políticas, el debate está abierto. Por encima de las concentraciones en las que por número el PRI lleva la mano, ideas, propuestas, programas de gobierno están ya a la luz de la opinión pública. Los tres precandidatos de las triples alianzas ventilan en el escenario electoral parte de lo que será la discusión que el votante tiene ante sí, para decidir el próximo primero de julio.

Sobre el mismo tema, todos los partidos tienen problemas y todos presentan, en mayor o menor medida, diferentes crisis. Éstas van desde aquellas de los pésimos resultados de gobierno, promesas no cumplidas, abusos de varios de sus gobernantes y que permanecen en la impunidad; las relacionadas con la conducción vertical del partido con el propósito de alcanzar objetivos personales, sin importar que se ponga en riesgo la unidad interna (PAN); las que son resultado del pragmatismo con que se conduce al partido y lo que menos importa, la congruencia ideológica y los principios (PRD); pasando por los partiditos que se convierten en negocios de unos cuantos (PV) (NA) (PT) (PES) hasta aquellos movimientos que se crean para que el líder no sólo pueda imponer su propia voluntad, sino para sostener su proselitismo, aprovechando los huecos que existen en la ley electoral (Morena).