/ martes 3 de julio de 2018

El juego de la democracia

El domingo se marcó una historia en nuestro país. Me encontraba en Monterrey, y muy temprano buscamos casilla especial. Muy llenas todas las casillas especiales, decidimos ir a Santiago, pueblo turístico cercano a Monterrey. Llegamos a la casilla especial, que ya tenía una fila de más de trescientas personas. Por un lado, nos dio mucho gusto ver tanta gente yendo a votar, que veníamos de otras ciudades, por otro lado, el tiempo que nos tardaría el votar. Varias horas pasaron para llegar, finalmente, a la zona del voto, habíamos cumplido con nuestra obligación.

Esperamos unas horas para conocer los primeros resultados de las elecciones. Ya en la noche se dio a conocer algo de información sobre las encuestas de salida, daban al candidato “populista” el gane. Al poco tiempo salen los otros candidatos a reconocer que las tendencias no les favorecían. Impresionante el reconocimiento que hicieron estas personalidades.

Los resultados muestran, primero, que el ejercicio de la democracia tuvo sus efectos castigando a los partidos políticos que durante muchos años han, no sólo lastimado al país, sino no han sabido resolver las principales carencias del país. Y me refiero principalmente al país de la desigualdad, al país de la falta de oportunidades, al país de la injusticia y de la inseguridad.

Dominó la esperanza, dominó la emoción, dominó la inquietud y el riesgo de conocer otro tipo de gobierno, que por muchos meses había estado manifestando proyectos y acciones, que, para el México necesitado, significaba una luz de posibilidad en un futuro mejor. Probablemente y seguramente, muchos de esas propuestas de campaña no podrán verse realizadas, por cuestiones de viabilidad o de factibilidad en una situación real. Pero también, seguramente habrá muchas otras que significarán, para ese México necesitado un avance en la vida de “todos” los mexicanos, no sólo de unos cuantos.

De los ciento treinta millones de mexicanos podían votar cerca de noventa millones. De los noventa millones, votaron cerca de sesenta millones y aproximadamente treinta millones votaron por el candidato ganador, lo cual significa poco menos de veinticinco por ciento de la población. Esto quiere decir que el apoyo al nuevo presidente es uno de cada cuatro. Así es el juego de la democracia.

Otra manifestación interesante fue la calma, en términos generales del proceso de elecciones. Que eso facilita los procesos no sólo futuros, sino para el cambio de estafeta.

Ahora toca a la sociedad civil organizada tomar el papel que, por muchos años, debió tomar y dejó pasar por comodidad, por intereses, por corrupción.

Es el momento de que el juego de la democracia entre a una etapa de construcción de una sociedad participativa, organizada y preocupada por el país.

Las cámaras empresariales, los colegios de profesionistas, las organizaciones civiles, deben de dejar de ser “porras” de partidos políticos, para construir una red responsable en tomar el poder de los ciudadanos para definir rumbo y manejo del país. Ojalá esta nueva etapa de nuestra democracia logre “motivar” a los ciudadanos a la participación en temas de comunidad y no sólo de intereses personales, de partido o de grupo político.

Muchos amigos, por las redes sociales, han puesto el escenario de un futuro de desastre, y por otro lado, otros más han externado su alegría de un cambio ante los desastres de los otros dos partidos políticos.

El juego de la democracia así es, un juego, que hay que saber jugar, y que los partidos políticos que han estado en el poder no entendieron, y espero que entiendan, el rechazo a la falta de atención a un México necesitado. Esperamos que, juntos todos, podamos trabajar en la reconstrucción de nuestro país y que los ciudadanos tomemos el peso y poder en este juego de la democracia.

Email: antonio.rios@itesm.mx



El domingo se marcó una historia en nuestro país. Me encontraba en Monterrey, y muy temprano buscamos casilla especial. Muy llenas todas las casillas especiales, decidimos ir a Santiago, pueblo turístico cercano a Monterrey. Llegamos a la casilla especial, que ya tenía una fila de más de trescientas personas. Por un lado, nos dio mucho gusto ver tanta gente yendo a votar, que veníamos de otras ciudades, por otro lado, el tiempo que nos tardaría el votar. Varias horas pasaron para llegar, finalmente, a la zona del voto, habíamos cumplido con nuestra obligación.

Esperamos unas horas para conocer los primeros resultados de las elecciones. Ya en la noche se dio a conocer algo de información sobre las encuestas de salida, daban al candidato “populista” el gane. Al poco tiempo salen los otros candidatos a reconocer que las tendencias no les favorecían. Impresionante el reconocimiento que hicieron estas personalidades.

Los resultados muestran, primero, que el ejercicio de la democracia tuvo sus efectos castigando a los partidos políticos que durante muchos años han, no sólo lastimado al país, sino no han sabido resolver las principales carencias del país. Y me refiero principalmente al país de la desigualdad, al país de la falta de oportunidades, al país de la injusticia y de la inseguridad.

Dominó la esperanza, dominó la emoción, dominó la inquietud y el riesgo de conocer otro tipo de gobierno, que por muchos meses había estado manifestando proyectos y acciones, que, para el México necesitado, significaba una luz de posibilidad en un futuro mejor. Probablemente y seguramente, muchos de esas propuestas de campaña no podrán verse realizadas, por cuestiones de viabilidad o de factibilidad en una situación real. Pero también, seguramente habrá muchas otras que significarán, para ese México necesitado un avance en la vida de “todos” los mexicanos, no sólo de unos cuantos.

De los ciento treinta millones de mexicanos podían votar cerca de noventa millones. De los noventa millones, votaron cerca de sesenta millones y aproximadamente treinta millones votaron por el candidato ganador, lo cual significa poco menos de veinticinco por ciento de la población. Esto quiere decir que el apoyo al nuevo presidente es uno de cada cuatro. Así es el juego de la democracia.

Otra manifestación interesante fue la calma, en términos generales del proceso de elecciones. Que eso facilita los procesos no sólo futuros, sino para el cambio de estafeta.

Ahora toca a la sociedad civil organizada tomar el papel que, por muchos años, debió tomar y dejó pasar por comodidad, por intereses, por corrupción.

Es el momento de que el juego de la democracia entre a una etapa de construcción de una sociedad participativa, organizada y preocupada por el país.

Las cámaras empresariales, los colegios de profesionistas, las organizaciones civiles, deben de dejar de ser “porras” de partidos políticos, para construir una red responsable en tomar el poder de los ciudadanos para definir rumbo y manejo del país. Ojalá esta nueva etapa de nuestra democracia logre “motivar” a los ciudadanos a la participación en temas de comunidad y no sólo de intereses personales, de partido o de grupo político.

Muchos amigos, por las redes sociales, han puesto el escenario de un futuro de desastre, y por otro lado, otros más han externado su alegría de un cambio ante los desastres de los otros dos partidos políticos.

El juego de la democracia así es, un juego, que hay que saber jugar, y que los partidos políticos que han estado en el poder no entendieron, y espero que entiendan, el rechazo a la falta de atención a un México necesitado. Esperamos que, juntos todos, podamos trabajar en la reconstrucción de nuestro país y que los ciudadanos tomemos el peso y poder en este juego de la democracia.

Email: antonio.rios@itesm.mx