/ martes 22 de septiembre de 2020

El lobo asomó las orejas

No cabe la menor duda que el lobo ya asomó las orejas, sólo el que no quiera verlas no las va a ver.

El señor que habita en el Palacio Nacional, que es un verdadero Palacio, de acuerdo al emperador, que más bien es un dictador, que es un mitómano y cada mañana nos miente en sus mañaneras. Trató de engañarnos que es católico, como la mayoría de los mexicanos y hasta sacó una estampita del Sagrado Corazón de Jesús y dijo que esa estampita lo iba a proteger del contagio del coronavirus, haciéndose pasar como un verdadero creyente, aunque en el fondo se estaba burlando de los mexicanos que sí somos creyentes.

Luego nos hizo creer que era evangélico y tuvo muchos acercamientos con ellos, donde se dejaba ver su afinidad, hasta su partido político les autorizó, porque hubo mano negra en qué partidos sí quedaban registrados para las próximas elecciones y cuáles no, como México Libre de Margarita Zavala y el expresidente Felipe Calderón, al que bajo ninguna circunstancia le iba a permitir llegar.

Pero ahora que lo que ya se escuchaba como rumor y cada vez más fuerte, que el habitante de Palacio en realidad es masón del grado 33, es decir de los jefes de la masonería en México y hay que recordar que los masones ven como sus enemigos a los creyentes de cualquier religión, porque ellos no creen en ningún Dios, ellos creen que la materia ha evolucionado hasta llegar al hombre. ¿Cómo se descaró de ser masón? En la noche del Grito de Independencia, desde el balcón de Palacio, al echar los vivas a los héroes que nos dieron Patria, que tiene su protocolo, que, para variar y no perder la costumbre, echó los vivas que quiso, pero echó un grito masón al referirse a la fraternidad Universal, que nada que ver con nuestra Independencia. ¿Qué es la masonería? Nos llevaría varias colaboraciones, pero no son nada bueno para nuestro país.

La otra oreja del lobo, la asomó 4 días después al no dejar llegar al Zócalo a los cientos de miles de manifestantes que llegaron del todo el país, en una manifestación que estaba anunciada desde algunos días antes por el grupo Frena, donde se convocó a instalarse en el Zócalo hasta que se vaya el inquilino del Palacio Nacional. La policía personal, léase Guardia Nacional, del presidente, acordonó todos los accesos al Zócalo y no sólo eso, sino que después de cerrarles el paso, los dejaron prácticamente secuestrados y no les permitían salir de donde estaban, ni a comprar un café, ni salir para hacer sus necesidades básicas.

Ya se le olvidó a este señor cuando él tomó e incendió los pozos petroleros de su natal Tabasco, porque no le reconocieron su supuesto triunfo, o cuando cerró un buen tramo del Paseo de Reforma, que hay que recordar que instaló carpas, pero no había gente, sólo él y sus más allegados. Se le permitió sus manifestaciones a pesar del inmenso daño que le causó a Pemex y a todos los comercios, hoteles y restaurantes de la zona de Reforma.

Un dictador que quiere destruir a México para tener un país de pobres, quienes a cambio de comida estarían dispuestos a seguir votando por Morena y apoyar sus interminables caravanas por todo el país, que no han parado, como si siguiera la campaña política

Las orejas de un dictador autoritario y prepotente están a la vista.


No cabe la menor duda que el lobo ya asomó las orejas, sólo el que no quiera verlas no las va a ver.

El señor que habita en el Palacio Nacional, que es un verdadero Palacio, de acuerdo al emperador, que más bien es un dictador, que es un mitómano y cada mañana nos miente en sus mañaneras. Trató de engañarnos que es católico, como la mayoría de los mexicanos y hasta sacó una estampita del Sagrado Corazón de Jesús y dijo que esa estampita lo iba a proteger del contagio del coronavirus, haciéndose pasar como un verdadero creyente, aunque en el fondo se estaba burlando de los mexicanos que sí somos creyentes.

Luego nos hizo creer que era evangélico y tuvo muchos acercamientos con ellos, donde se dejaba ver su afinidad, hasta su partido político les autorizó, porque hubo mano negra en qué partidos sí quedaban registrados para las próximas elecciones y cuáles no, como México Libre de Margarita Zavala y el expresidente Felipe Calderón, al que bajo ninguna circunstancia le iba a permitir llegar.

Pero ahora que lo que ya se escuchaba como rumor y cada vez más fuerte, que el habitante de Palacio en realidad es masón del grado 33, es decir de los jefes de la masonería en México y hay que recordar que los masones ven como sus enemigos a los creyentes de cualquier religión, porque ellos no creen en ningún Dios, ellos creen que la materia ha evolucionado hasta llegar al hombre. ¿Cómo se descaró de ser masón? En la noche del Grito de Independencia, desde el balcón de Palacio, al echar los vivas a los héroes que nos dieron Patria, que tiene su protocolo, que, para variar y no perder la costumbre, echó los vivas que quiso, pero echó un grito masón al referirse a la fraternidad Universal, que nada que ver con nuestra Independencia. ¿Qué es la masonería? Nos llevaría varias colaboraciones, pero no son nada bueno para nuestro país.

La otra oreja del lobo, la asomó 4 días después al no dejar llegar al Zócalo a los cientos de miles de manifestantes que llegaron del todo el país, en una manifestación que estaba anunciada desde algunos días antes por el grupo Frena, donde se convocó a instalarse en el Zócalo hasta que se vaya el inquilino del Palacio Nacional. La policía personal, léase Guardia Nacional, del presidente, acordonó todos los accesos al Zócalo y no sólo eso, sino que después de cerrarles el paso, los dejaron prácticamente secuestrados y no les permitían salir de donde estaban, ni a comprar un café, ni salir para hacer sus necesidades básicas.

Ya se le olvidó a este señor cuando él tomó e incendió los pozos petroleros de su natal Tabasco, porque no le reconocieron su supuesto triunfo, o cuando cerró un buen tramo del Paseo de Reforma, que hay que recordar que instaló carpas, pero no había gente, sólo él y sus más allegados. Se le permitió sus manifestaciones a pesar del inmenso daño que le causó a Pemex y a todos los comercios, hoteles y restaurantes de la zona de Reforma.

Un dictador que quiere destruir a México para tener un país de pobres, quienes a cambio de comida estarían dispuestos a seguir votando por Morena y apoyar sus interminables caravanas por todo el país, que no han parado, como si siguiera la campaña política

Las orejas de un dictador autoritario y prepotente están a la vista.