/ martes 6 de marzo de 2018

El manifiesto del rector y la autonomía de la UNAM

Aunque menciona tan sólo una vez el término “autonomía”, todo el  mensaje del rector Enrique Graue tiene como principal objetivo

salvaguardar el concepto que ampara los derechos de libertad de  enseñanza, de investigación y difusión de la cultura.

Publicado en forma íntegra en la contraportada de GacetaUNAM, bajo el rubro “Mensaje del rector Enrique Graue Wiechers a la comunidad de la UNAM”, el escrito tiene interés mucho más allá del auditorio de la máxima casa de estudios: extiende su eco hacia las autoridades federales y locales, llega a oídos de los dirigentes de instituciones públicas y privadas del país y alcanza asimismo a rebasar fronteras.

El meollo del manifiesto es: no más acoso, con impunidad, a los centros de estudio a causa de los diversos hechos de violencia.

La autonomía de la universidad y en el contexto de todas las entidades académicas significa respeto al campus educativo en todos sus espacios, incluyendo por supuesto las instalaciones en las que tiene lugar la actividad propia de la impartición de clases; en las bibliotecas, auditorios y campos deportivos.

Pero también  donde ejercen su labor los investigadores, en talleres y sitios desde los cuales se efectúa la extensión cultural.

La autonomía universitaria es unívoca. No es sinónimo de secrecía, tampoco refugio de maleantes o como se pretende convertir volviéndolo mercado libre para comerciar y consumir  drogas.

Los facinerosos aspiran a convertirla en centros de impunidad con la complicidad, muy lamentable, de empleados de la institución y de los consumidores. De lugares propios a fin de apacentar el espíritu y dar continuidad a la reflexión tras escuchar las lecciones sabias de los maestros y los doctos investigadores, los delincuentes de afuera y domésticos, la han hecho aposento del vicio y la maldad, del crimen y el ataque a vidas inocentes.

La autonomía nació como un cerco para impedir la entrada de ideologías de todo tipo. Fue creciendo y fortaleciéndose a través de las pruebas de advenedizos y portavoces de doctrinas que, tarde o temprano, desembocarían en violencia o en tráfico de abusos sin cuento.

Rectores como el doctor Graue Wiechers la colocan, dignificándola, por encima de intereses inconfesables. Al doctor Guillermo Soberón Acevedo le correspondió ser su escudo y enseña ante los embates del pseudosindicalismo, al rector Francisco Barnés de Castro frenar la insolencia desde dentro, auspiciada por falsos liderazgos.

Al doctor Enrique Graue le toca ahora mismo enfrentar, con las palabras de la ley, al más osado y perjudicial de todos los cárteles, el de la droga, su comercio infernal dentro de los espacios que debieran ser de sosiego, sana distracción y dedicación a través del libro, la enseñanza y el cultivo del espíritu.

“Todo sale perfecto de manos del autor de la naturaleza, en las del hombre todo degenera”, dice Juan Jacobo Rousseau en el “Emilio o la educación”. Así la autonomía universitaria, salió impecable de manos de su rector en turno y del Poder Legislativo, hace medio siglo. Se pretende, a la fecha, mancillarla y denigrarla.

http: //federicoosorioaltuzar.blogspot.mx         

Aunque menciona tan sólo una vez el término “autonomía”, todo el  mensaje del rector Enrique Graue tiene como principal objetivo

salvaguardar el concepto que ampara los derechos de libertad de  enseñanza, de investigación y difusión de la cultura.

Publicado en forma íntegra en la contraportada de GacetaUNAM, bajo el rubro “Mensaje del rector Enrique Graue Wiechers a la comunidad de la UNAM”, el escrito tiene interés mucho más allá del auditorio de la máxima casa de estudios: extiende su eco hacia las autoridades federales y locales, llega a oídos de los dirigentes de instituciones públicas y privadas del país y alcanza asimismo a rebasar fronteras.

El meollo del manifiesto es: no más acoso, con impunidad, a los centros de estudio a causa de los diversos hechos de violencia.

La autonomía de la universidad y en el contexto de todas las entidades académicas significa respeto al campus educativo en todos sus espacios, incluyendo por supuesto las instalaciones en las que tiene lugar la actividad propia de la impartición de clases; en las bibliotecas, auditorios y campos deportivos.

Pero también  donde ejercen su labor los investigadores, en talleres y sitios desde los cuales se efectúa la extensión cultural.

La autonomía universitaria es unívoca. No es sinónimo de secrecía, tampoco refugio de maleantes o como se pretende convertir volviéndolo mercado libre para comerciar y consumir  drogas.

Los facinerosos aspiran a convertirla en centros de impunidad con la complicidad, muy lamentable, de empleados de la institución y de los consumidores. De lugares propios a fin de apacentar el espíritu y dar continuidad a la reflexión tras escuchar las lecciones sabias de los maestros y los doctos investigadores, los delincuentes de afuera y domésticos, la han hecho aposento del vicio y la maldad, del crimen y el ataque a vidas inocentes.

La autonomía nació como un cerco para impedir la entrada de ideologías de todo tipo. Fue creciendo y fortaleciéndose a través de las pruebas de advenedizos y portavoces de doctrinas que, tarde o temprano, desembocarían en violencia o en tráfico de abusos sin cuento.

Rectores como el doctor Graue Wiechers la colocan, dignificándola, por encima de intereses inconfesables. Al doctor Guillermo Soberón Acevedo le correspondió ser su escudo y enseña ante los embates del pseudosindicalismo, al rector Francisco Barnés de Castro frenar la insolencia desde dentro, auspiciada por falsos liderazgos.

Al doctor Enrique Graue le toca ahora mismo enfrentar, con las palabras de la ley, al más osado y perjudicial de todos los cárteles, el de la droga, su comercio infernal dentro de los espacios que debieran ser de sosiego, sana distracción y dedicación a través del libro, la enseñanza y el cultivo del espíritu.

“Todo sale perfecto de manos del autor de la naturaleza, en las del hombre todo degenera”, dice Juan Jacobo Rousseau en el “Emilio o la educación”. Así la autonomía universitaria, salió impecable de manos de su rector en turno y del Poder Legislativo, hace medio siglo. Se pretende, a la fecha, mancillarla y denigrarla.

http: //federicoosorioaltuzar.blogspot.mx