/ viernes 10 de septiembre de 2021

 El milagro de la vida

Por: María Soledad Limas Frescas

La vida es el principal de los derechos, de donde se derivan todos los demás. La vida es un milagro que se nos regala cada día, nuestro deber moral y humano es solidarizarnos con el respeto y el cuidado de la vida de los demás, en cualquier etapa en que se encuentre. Así como exigimos respeto a nuestra vida, debemos respetar la vida ajena.

San Juan Pablo II, durante su papado en sus mensajes de paz, amor y unidad, decía que “nunca se puede legitimar la muerte de un inocente, y que no tiene ningún sentido hablar de la dignidad del hombre y de sus derechos fundamentales si no se protege la vida de un inocente”, por ende, si las autoridades de un país no son capaces de respetar y garantizar la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, que entonces no se queje la población de la violencia fratricida en la que vive; si no enseñamos a nuestros hijos el valor de la vida y a que respete la vida de las personas más indefensas y vulnerables como lo son los bebés en gestación, que no nos extrañe que el día de mañana los hijos aprueben leyes para el extermino de sus ancianos padres.

La madre Teresa de Calcuta, ahora santa, premio Nobel de la Paz por su labor humanitaria con los más pobres, enfermos y desposeídos, siempre tuvo un mensaje categórico de respeto por la vida, refería que “Que un país que acepta el aborto no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar la violencia para exigir lo que quieran”.

La Suprema Corte de Justicia, en un hecho sin precedente ha despenalizado el aborto y ordenado a sus jueces el acatamiento al fallo, en el que se dispone que es inconstitucional criminalizar a las mujeres por abortar voluntariamente y quien las ayude abortar con su consentimiento.

Y aunque por hoy sólo es vinculante el fallo en Coahuila, se aprovechara en otras entidades como reguero de pólvora, como sucede con estos temas.

En Chihuahua la constitución protege la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.

Los eufemismos maquillan la magnitud de los hechos, al aborto lo hacen ver como una interrupción del embarazo y en realidad es un asesinato de personas en gestación.

Casi nadie o muy pocos se ocupan de las consecuencias para las madres que deciden abortar, que son devastadoras, sufren padecimientos que alteran drásticamente su salud, aparte de los daños físicos como pueden ser hemorragias, cáncer, adicciones, etc., sufren padecimientos graves como la depresión, el estrés y la ansiedad y ante estos padecimientos ni el gobierno ni las asociaciones proabortistas, ni los ministros de la Corte dan alternativas de solución.

Muchas mujeres que están pensando en abortar están confundidas y desesperadas por sus condiciones de vida, hay que hacer todo un acompañamiento con ellas para saber los problemas que cargan. El Estado y la sociedad tienen la responsabilidad de brindar los apoyos necesarios y solidarizarse con las mujeres que vivan esta situación y encontrar soluciones para proteger la vida, que en cualquier circunstancia es un milagro.


Por: María Soledad Limas Frescas

La vida es el principal de los derechos, de donde se derivan todos los demás. La vida es un milagro que se nos regala cada día, nuestro deber moral y humano es solidarizarnos con el respeto y el cuidado de la vida de los demás, en cualquier etapa en que se encuentre. Así como exigimos respeto a nuestra vida, debemos respetar la vida ajena.

San Juan Pablo II, durante su papado en sus mensajes de paz, amor y unidad, decía que “nunca se puede legitimar la muerte de un inocente, y que no tiene ningún sentido hablar de la dignidad del hombre y de sus derechos fundamentales si no se protege la vida de un inocente”, por ende, si las autoridades de un país no son capaces de respetar y garantizar la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, que entonces no se queje la población de la violencia fratricida en la que vive; si no enseñamos a nuestros hijos el valor de la vida y a que respete la vida de las personas más indefensas y vulnerables como lo son los bebés en gestación, que no nos extrañe que el día de mañana los hijos aprueben leyes para el extermino de sus ancianos padres.

La madre Teresa de Calcuta, ahora santa, premio Nobel de la Paz por su labor humanitaria con los más pobres, enfermos y desposeídos, siempre tuvo un mensaje categórico de respeto por la vida, refería que “Que un país que acepta el aborto no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar la violencia para exigir lo que quieran”.

La Suprema Corte de Justicia, en un hecho sin precedente ha despenalizado el aborto y ordenado a sus jueces el acatamiento al fallo, en el que se dispone que es inconstitucional criminalizar a las mujeres por abortar voluntariamente y quien las ayude abortar con su consentimiento.

Y aunque por hoy sólo es vinculante el fallo en Coahuila, se aprovechara en otras entidades como reguero de pólvora, como sucede con estos temas.

En Chihuahua la constitución protege la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.

Los eufemismos maquillan la magnitud de los hechos, al aborto lo hacen ver como una interrupción del embarazo y en realidad es un asesinato de personas en gestación.

Casi nadie o muy pocos se ocupan de las consecuencias para las madres que deciden abortar, que son devastadoras, sufren padecimientos que alteran drásticamente su salud, aparte de los daños físicos como pueden ser hemorragias, cáncer, adicciones, etc., sufren padecimientos graves como la depresión, el estrés y la ansiedad y ante estos padecimientos ni el gobierno ni las asociaciones proabortistas, ni los ministros de la Corte dan alternativas de solución.

Muchas mujeres que están pensando en abortar están confundidas y desesperadas por sus condiciones de vida, hay que hacer todo un acompañamiento con ellas para saber los problemas que cargan. El Estado y la sociedad tienen la responsabilidad de brindar los apoyos necesarios y solidarizarse con las mujeres que vivan esta situación y encontrar soluciones para proteger la vida, que en cualquier circunstancia es un milagro.