/ sábado 11 de mayo de 2019

El nuevo ciudadano

No es el saber mucho lo que vale, sino usar bien lo que sabemos. La clase que no piensa es numerosa, pues comprende a los que no saben y no pueden pensar y a los que sí saben, pero no quieren pensar.


Pero más que ignorantes, somos irresponsables, inconsiderados, fanfarrones y apáticos, además de que uno de los principales propósitos de la educación es presentar a los ciudadanos perspectivas más amplias de la vida. No sólo es enseñar cómo ganarse la vida, sino cómo vivirla. El hombre que se cree muy macho y sabelotodo se contenta con ver algo; el hombre un poco más preparado necesita, además de ver, sentir algo, y el “refinado” o “fifí”, como le gusta decir al ignorante de allá arriba, necesita reflejarse en algo.


Nunca olvidemos que toda nuestra vida la hemos de pasar con nosotros mismos, en nuestra propia compañía, y sólo el hombre de carácter es buena compañía para sí mismo. Integrar la vida humana alrededor de buenos ideales y proporcionar la fuerza motriz y las técnicas para lograrlos es uno de los principales objetivos de la educación que no se contemplan en los más recientes cambios de la más nueva Reforma Educativa.


Dijo Epiceto que “hay que recordar que en cada fiesta hay dos invitados a quienes agasajar, el cuerpo y el alma; que lo que se da al cuerpo pronto se pierde, pero lo que se da al alma permanece siempre”.


Ojalá que los que los que ahora se sienten sobre los demás por creer y apoyar al inservible, comprendan que el saber es fuerza porque el pensamiento es convertible en acción, y que la ignorancia es debilidad porque sin claridad de propósito, la acción nunca podrá ser efectiva.


La educación, como se prepara el día de hoy para repartir la ignorancia, no generará estudiantes doctos ni mejores personas. Muchos se olvidan que entre las ciencias prácticas están las morales, las que no se pueden implantar por decreto o con cartillas; ni con ejemplos incongruentes fallidos, pero que de hacerse bien podrían regular los actos internos tocantes a la voluntad. El país necesita maestros capaces de formar el carácter del individuo, la estabilidad del carácter y la confianza en sí mismo, cualidades necesarias para alcanzar el éxito en la vida, e inspirar el entusiasmo y las altas aspiraciones, alma de nuestra mentalidad.


Es indispensable formar al nuevo ciudadano. Espero que la nueva Reforma Educativa no se preste sólo para obtener votos.





No es el saber mucho lo que vale, sino usar bien lo que sabemos. La clase que no piensa es numerosa, pues comprende a los que no saben y no pueden pensar y a los que sí saben, pero no quieren pensar.


Pero más que ignorantes, somos irresponsables, inconsiderados, fanfarrones y apáticos, además de que uno de los principales propósitos de la educación es presentar a los ciudadanos perspectivas más amplias de la vida. No sólo es enseñar cómo ganarse la vida, sino cómo vivirla. El hombre que se cree muy macho y sabelotodo se contenta con ver algo; el hombre un poco más preparado necesita, además de ver, sentir algo, y el “refinado” o “fifí”, como le gusta decir al ignorante de allá arriba, necesita reflejarse en algo.


Nunca olvidemos que toda nuestra vida la hemos de pasar con nosotros mismos, en nuestra propia compañía, y sólo el hombre de carácter es buena compañía para sí mismo. Integrar la vida humana alrededor de buenos ideales y proporcionar la fuerza motriz y las técnicas para lograrlos es uno de los principales objetivos de la educación que no se contemplan en los más recientes cambios de la más nueva Reforma Educativa.


Dijo Epiceto que “hay que recordar que en cada fiesta hay dos invitados a quienes agasajar, el cuerpo y el alma; que lo que se da al cuerpo pronto se pierde, pero lo que se da al alma permanece siempre”.


Ojalá que los que los que ahora se sienten sobre los demás por creer y apoyar al inservible, comprendan que el saber es fuerza porque el pensamiento es convertible en acción, y que la ignorancia es debilidad porque sin claridad de propósito, la acción nunca podrá ser efectiva.


La educación, como se prepara el día de hoy para repartir la ignorancia, no generará estudiantes doctos ni mejores personas. Muchos se olvidan que entre las ciencias prácticas están las morales, las que no se pueden implantar por decreto o con cartillas; ni con ejemplos incongruentes fallidos, pero que de hacerse bien podrían regular los actos internos tocantes a la voluntad. El país necesita maestros capaces de formar el carácter del individuo, la estabilidad del carácter y la confianza en sí mismo, cualidades necesarias para alcanzar el éxito en la vida, e inspirar el entusiasmo y las altas aspiraciones, alma de nuestra mentalidad.


Es indispensable formar al nuevo ciudadano. Espero que la nueva Reforma Educativa no se preste sólo para obtener votos.