/ jueves 2 de agosto de 2018

El ocaso del PRI

La anunciada derrota sufrida por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones del pasado primero de julio lo convirtió en sólo un día de primera fuerza política a tercera fuerza política del país.

El Waterloo del tricolor se debió a la gran impopularidad ganada a pulso por los representantes priistas empezando con el presidente de la república y terminando con los alcaldes de los municipios más pequeños.

La corrupción sin medida que ha prevalecido durante el sexenio así como la violencia criminal que ya superó a la del gobierno calderonista más una economía adversa para la mayoría de los mexicanos ocasionaron que el ciudadano eligiera otras opciones.

El voto de castigo de los votantes fue contundente y Meade, el primerizo ciudadano aspirante de priista, obtuvo el peor resultado para un candidato presidencial del Revolucionario. La estrategia de disfrazarlo como un funcionario excelente pero que nunca había militado en el PRI les falló a los asesores de Peña Nieto y fue un inofensivo rival para López Obrador.

El otrora partido hegemónico que gobernara México por 71 años y regresara al poder en el 2012 después de haber perdido en el 2000 la presidencia con el panista Fox no aprovechó esta oportunidad histórica y ahora se debate en la peor crisis de su historia.

La salida fácil de la actual dirigencia es “refundar” al partido, aunque ya surgieron voces disidentes como la del exgobernador Ulises Ruiz, que se opone a que los responsables de “refundir” al tricolor intenten ahora refundarlo.

René Juárez renunció a la dirigencia nacional inmediatamente después de la paliza que les dio el electorado y en su lugar se quedó Claudia Ruiz Massieu Salinas, sobrina del expresidente, a quien durante años el ahora presidente electo ha calificado como el jefe de la “mafia en el poder”.

Una ingeniosa caricatura publicada en El Financiero muestra a Claudia pintando “RIP” en lugar de las usuales siglas de PRI.

La batalla por lo que quedó del tricolor ya inició entre las camarillas, aunque las pugnas sean bajo la mesa pues aún gobierna el primer priista. Después del primero de diciembre la guerra será abierta entre las distintas facciones y es impredecible cuál grupo asumirá el reto de regresar a la vida al moribundo tricolor.

En Chihuahua la debacle del partido es aún más crítica, pues ya había sido desplazado del poder en el 2016 después de la repudiada administración duartista, y ahora será uno más de los minipartidos de oposición.

En su nueva categoría liliputiense el PRI chihuahuense se disputa ahora las diputaciones plurinominales y exige que le otorguen seis (aunque sus opositores alegan que merece sólo una), por lo que en caso de lograrlo apenas tendría un máximo de siete diputados locales al obtener únicamente una diputación por elección directa pues el PAN logró 12 y 11 fueron para Morena.

Sin ganar algún municipio importante resulta lastimoso ver al otrora partido oficial pelearse el de Buenaventura con los panistas.

Lo que sostiene al tricolor es que aún gobernará unas doce entidades federativas, aunque no sean las más relevantes, salvo el Estado de México. En este estado perdió la mayoría en el congreso local e incluso Atlacomulco.

El futuro del PRI es incierto y parece ser que ahora sí está en vías de extinción, pues al igual que el PRD una buena parte de sus personajes y militantes se fueron a Morena, al que ahora los comentaristas consideran ya como el nuevo PRI.

La decadencia del tricolor es obvia y está en riesgo de perecer, aunque también es posible que, parafraseando el famoso minicuento de Monterroso, los que despierten en el siguiente siglo constaten que el dinosaurio aún sigue ahí….

La anunciada derrota sufrida por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones del pasado primero de julio lo convirtió en sólo un día de primera fuerza política a tercera fuerza política del país.

El Waterloo del tricolor se debió a la gran impopularidad ganada a pulso por los representantes priistas empezando con el presidente de la república y terminando con los alcaldes de los municipios más pequeños.

La corrupción sin medida que ha prevalecido durante el sexenio así como la violencia criminal que ya superó a la del gobierno calderonista más una economía adversa para la mayoría de los mexicanos ocasionaron que el ciudadano eligiera otras opciones.

El voto de castigo de los votantes fue contundente y Meade, el primerizo ciudadano aspirante de priista, obtuvo el peor resultado para un candidato presidencial del Revolucionario. La estrategia de disfrazarlo como un funcionario excelente pero que nunca había militado en el PRI les falló a los asesores de Peña Nieto y fue un inofensivo rival para López Obrador.

El otrora partido hegemónico que gobernara México por 71 años y regresara al poder en el 2012 después de haber perdido en el 2000 la presidencia con el panista Fox no aprovechó esta oportunidad histórica y ahora se debate en la peor crisis de su historia.

La salida fácil de la actual dirigencia es “refundar” al partido, aunque ya surgieron voces disidentes como la del exgobernador Ulises Ruiz, que se opone a que los responsables de “refundir” al tricolor intenten ahora refundarlo.

René Juárez renunció a la dirigencia nacional inmediatamente después de la paliza que les dio el electorado y en su lugar se quedó Claudia Ruiz Massieu Salinas, sobrina del expresidente, a quien durante años el ahora presidente electo ha calificado como el jefe de la “mafia en el poder”.

Una ingeniosa caricatura publicada en El Financiero muestra a Claudia pintando “RIP” en lugar de las usuales siglas de PRI.

La batalla por lo que quedó del tricolor ya inició entre las camarillas, aunque las pugnas sean bajo la mesa pues aún gobierna el primer priista. Después del primero de diciembre la guerra será abierta entre las distintas facciones y es impredecible cuál grupo asumirá el reto de regresar a la vida al moribundo tricolor.

En Chihuahua la debacle del partido es aún más crítica, pues ya había sido desplazado del poder en el 2016 después de la repudiada administración duartista, y ahora será uno más de los minipartidos de oposición.

En su nueva categoría liliputiense el PRI chihuahuense se disputa ahora las diputaciones plurinominales y exige que le otorguen seis (aunque sus opositores alegan que merece sólo una), por lo que en caso de lograrlo apenas tendría un máximo de siete diputados locales al obtener únicamente una diputación por elección directa pues el PAN logró 12 y 11 fueron para Morena.

Sin ganar algún municipio importante resulta lastimoso ver al otrora partido oficial pelearse el de Buenaventura con los panistas.

Lo que sostiene al tricolor es que aún gobernará unas doce entidades federativas, aunque no sean las más relevantes, salvo el Estado de México. En este estado perdió la mayoría en el congreso local e incluso Atlacomulco.

El futuro del PRI es incierto y parece ser que ahora sí está en vías de extinción, pues al igual que el PRD una buena parte de sus personajes y militantes se fueron a Morena, al que ahora los comentaristas consideran ya como el nuevo PRI.

La decadencia del tricolor es obvia y está en riesgo de perecer, aunque también es posible que, parafraseando el famoso minicuento de Monterroso, los que despierten en el siguiente siglo constaten que el dinosaurio aún sigue ahí….