/ jueves 6 de agosto de 2020

El ocaso del zar de la pandemia

De la fama súbita al desprestigio, la suerte del zar de la pandemia ha cambiado al grado de que ahora nueve gobernadores exigen públicamente su renuncia.

El subsecretario de Salud fue nombrado por el presidente López Obrador como el encargado de aplicar las medidas sanitarias necesarias para enfrentar el Covid-19. Sin embargo, a cinco meses los resultados son tan deplorables que México, en disputa con el Reino Unido, se coloca en el tercer o cuarto lugar mundial en número de muertes ocasionadas por el coronavirus.

Pese a los obvios errores y fallas del Dr. Hugo López-Gatell, el apoyo del presidente lo ha sostenido en su cargo como se lo expresó personalmente en una de las mañaneras: “No estás solo, Hugo”.

La realidad es que el programa Centinela para llevar un conteo confiable del número de contagios y fallecimientos ocasionados por el letal virus resultó un fiasco al grado de que mejor se abandonó. No obstante, continuaron usando esos datos criticados como poco fiables para realizar la apertura de actividades económicas aunque la pandemia estuviera en evidente ascenso.

La semaforización propuesta por el gobierno federal, pero dejada su aplicación al criterio de los gobiernos estatales, desde su inicio fue objeto de polémica. Algunas entidades, presionadas por la crisis económica derivada por el confinamiento de la población, permitieron una mayor apertura que la señalada, lo cual derivó obviamente en un incremento exponencial del contagio colectivo.

Del pico de la curva de la pandemia pronosticado por Gatell para principios de mayo, al terminar julio la curva continuaba en ascenso sin que existieran posibilidades reales de que empezara a disminuir, como lo ha estado prometiendo desde hace meses reiteradamente el subsecretario.

Con discrepancias públicas y privadas los gobernadores habían acatado el semáforo hasta que, en la última reunión virtual de Hugo López con la Conago, éste propuso un anexo en el que se responsabiliza hasta penalmente a las autoridades que no acaten las disposiciones indicadas de acuerdo al color determinado para la entidad.

Nueve gobernadores de la alianza federalista (el de Chihuahua se deslindó), ahora reclaman la destitución del zar de la pandemia y que en su lugar se ponga a un reconocido especialista en epidemias y no a un funcionario caracterizado por sus declaraciones contradictorias.

Es obvio que los mandatarios estatales no aceptan cargar con la responsabilidad directa de los costos de la pandemia y menos cuando el apoyo federal ha sido escaso si no es que deplorable.

La demanda de los gobernadores debe ser analizada y resuelta con base a los resultados que ha tenido la estrategia de Gatell y no con base a cuestiones políticas, o partidistas, pues eso sería sólo caer una vez más en politiquería barata.

Ante el agravamiento de la pandemia y sus graves consecuencias, sobre todo humanas, se requiere un golpe de timón de parte del gobierno federal para colocar como líder sanitario a un especialista que con datos científicos base sus propuestas para que éstas sean convincentes y a su vez aplicadas por los gobiernos estatales y municipales.

La incógnita es que si a pesar del descontento generalizado el presidente se empecina en mantener a quien ha perdido su imagen y credibilidad como zar de la pandemia en México.



Te recomendamos el podcast ⬇️

Spotify

Apple Podcasts

Google Podcasts

Acast

De la fama súbita al desprestigio, la suerte del zar de la pandemia ha cambiado al grado de que ahora nueve gobernadores exigen públicamente su renuncia.

El subsecretario de Salud fue nombrado por el presidente López Obrador como el encargado de aplicar las medidas sanitarias necesarias para enfrentar el Covid-19. Sin embargo, a cinco meses los resultados son tan deplorables que México, en disputa con el Reino Unido, se coloca en el tercer o cuarto lugar mundial en número de muertes ocasionadas por el coronavirus.

Pese a los obvios errores y fallas del Dr. Hugo López-Gatell, el apoyo del presidente lo ha sostenido en su cargo como se lo expresó personalmente en una de las mañaneras: “No estás solo, Hugo”.

La realidad es que el programa Centinela para llevar un conteo confiable del número de contagios y fallecimientos ocasionados por el letal virus resultó un fiasco al grado de que mejor se abandonó. No obstante, continuaron usando esos datos criticados como poco fiables para realizar la apertura de actividades económicas aunque la pandemia estuviera en evidente ascenso.

La semaforización propuesta por el gobierno federal, pero dejada su aplicación al criterio de los gobiernos estatales, desde su inicio fue objeto de polémica. Algunas entidades, presionadas por la crisis económica derivada por el confinamiento de la población, permitieron una mayor apertura que la señalada, lo cual derivó obviamente en un incremento exponencial del contagio colectivo.

Del pico de la curva de la pandemia pronosticado por Gatell para principios de mayo, al terminar julio la curva continuaba en ascenso sin que existieran posibilidades reales de que empezara a disminuir, como lo ha estado prometiendo desde hace meses reiteradamente el subsecretario.

Con discrepancias públicas y privadas los gobernadores habían acatado el semáforo hasta que, en la última reunión virtual de Hugo López con la Conago, éste propuso un anexo en el que se responsabiliza hasta penalmente a las autoridades que no acaten las disposiciones indicadas de acuerdo al color determinado para la entidad.

Nueve gobernadores de la alianza federalista (el de Chihuahua se deslindó), ahora reclaman la destitución del zar de la pandemia y que en su lugar se ponga a un reconocido especialista en epidemias y no a un funcionario caracterizado por sus declaraciones contradictorias.

Es obvio que los mandatarios estatales no aceptan cargar con la responsabilidad directa de los costos de la pandemia y menos cuando el apoyo federal ha sido escaso si no es que deplorable.

La demanda de los gobernadores debe ser analizada y resuelta con base a los resultados que ha tenido la estrategia de Gatell y no con base a cuestiones políticas, o partidistas, pues eso sería sólo caer una vez más en politiquería barata.

Ante el agravamiento de la pandemia y sus graves consecuencias, sobre todo humanas, se requiere un golpe de timón de parte del gobierno federal para colocar como líder sanitario a un especialista que con datos científicos base sus propuestas para que éstas sean convincentes y a su vez aplicadas por los gobiernos estatales y municipales.

La incógnita es que si a pesar del descontento generalizado el presidente se empecina en mantener a quien ha perdido su imagen y credibilidad como zar de la pandemia en México.



Te recomendamos el podcast ⬇️

Spotify

Apple Podcasts

Google Podcasts

Acast