/ martes 5 de octubre de 2021

El ombligo económico del mundo puede ser México

En varias columnas y reportajes se mantiene la nota de la relevancia potencial de nuestro país como un “ombligo” geoeconómico del mundo, donde converge el intercambio del mercado más grande del mundo (Estados Unidos y Canadá), el mercado sudamericano, y transversalmente Asia y Europa.

Vemos pues, una cruz de transacciones económicas de enorme relevancia, que tiene un potencial económico logístico y de incluir algún valor agregado en el trayecto que nos da posibilidades enormes de obtención de beneficios económicos de largo plazo.

Además del tema muy remarcado en épocas recientes del “reshoring” o el “acercamiento” ahora de las producciones que en un tiempo migraron a países asiáticos, cuyos méritos y beneficios se han vuelto una carga tremenda en tiempos actuales por la pandemia y, por las consecuencias post-pandemia de traslado de mercancías, traslados que tienen en jaque a muchas empresas y personas por la prolongación en los tiempos de distribución.

Poniendo rápidamente pues, estos dos factores, aunados a otros como políticas de los países, acuerdos internacionales, medidas emergentes de recuperación económica y prácticas internas de las empresas, nos dan un coctel de posibilidades de negocio enormes. Con esto, el pensar que los negocios con otros países y sus empresas es un monstruo que debemos aniquilar, debemos pensarlo bien, los recursos y el movimiento de la economía interna no es suficiente para dar un buen equilibrio y equidad a las familias mexicanas. Requerimos mover nuestra economía fuera de las fronteras y claro, existirán empresas internándose en las nuestras.

Lo malo no está en que existan transnacionales, y que nos movamos juntos. Lo malo es si los políticos hacen mal las reglas, si no las respetan, si las cambian a mitad del proceso, si se aprovechan de su posición y de ahí generan sus riquezas personales perjudicando al pueblo. Peor aún, si no los ven o castigan sus superiores, y el ente superior, el pueblo; pero que sea con los medios y medidas legales; no pongamos nuevos métodos que son oportunistas o triviales, o encuestas a mano alzada. Por ello hay ley, y hay que hacerla cumplir.

Las posibilidades pues son muy amplias, podría ser osado decirles infinitas, pero cuantiosas serán conforme las vayamos detectando y detonando. Seamos capaces de encontrar en épocas de recuperación como estas, las mejores opciones, y sobre todo, como leí el otro día, seamos capaces de brillar sin en el camino apagar las luces de otros para así lograrlo.

Eso sería la justicia social, y además un promotor de la sociedad armoniosa que espero todos anhelásemos.

Qué difícil seguirá siendo, si algunos de nuestros líderes mantienen la creencia de cuanto les digan al oído los allegados malintencionados o autocomplacientes, en lugar de corroborarlo fehacientemente. Seguirá siendo difícil si las condiciones de certeza para los negocios se mantienen en zozobra y expectantes del humor del presidente ese día, y si se le contradice sea capaz de escuchar sin negar. Seguirán complicadas las decisiones de los emprendedores, si con quien deben interactuar para invertir, no son capaces, no entienden el lenguaje, las visiones, los números y los impactos sociales en conjunto; y pretenden con una bandera enredada al pecho decir que ellos tienen la razón.

Hagamos patria de manera inteligente y valiente. Tengamos visión de futuro y hagamos patria con verdadera justicia, que no sea sesgada y dirigida de manera tendenciosa. Requerimos reglas claras, y si nos equivocamos, corregir, no cortar una pierna cuando hay una uña enterrada en un pie.


En varias columnas y reportajes se mantiene la nota de la relevancia potencial de nuestro país como un “ombligo” geoeconómico del mundo, donde converge el intercambio del mercado más grande del mundo (Estados Unidos y Canadá), el mercado sudamericano, y transversalmente Asia y Europa.

Vemos pues, una cruz de transacciones económicas de enorme relevancia, que tiene un potencial económico logístico y de incluir algún valor agregado en el trayecto que nos da posibilidades enormes de obtención de beneficios económicos de largo plazo.

Además del tema muy remarcado en épocas recientes del “reshoring” o el “acercamiento” ahora de las producciones que en un tiempo migraron a países asiáticos, cuyos méritos y beneficios se han vuelto una carga tremenda en tiempos actuales por la pandemia y, por las consecuencias post-pandemia de traslado de mercancías, traslados que tienen en jaque a muchas empresas y personas por la prolongación en los tiempos de distribución.

Poniendo rápidamente pues, estos dos factores, aunados a otros como políticas de los países, acuerdos internacionales, medidas emergentes de recuperación económica y prácticas internas de las empresas, nos dan un coctel de posibilidades de negocio enormes. Con esto, el pensar que los negocios con otros países y sus empresas es un monstruo que debemos aniquilar, debemos pensarlo bien, los recursos y el movimiento de la economía interna no es suficiente para dar un buen equilibrio y equidad a las familias mexicanas. Requerimos mover nuestra economía fuera de las fronteras y claro, existirán empresas internándose en las nuestras.

Lo malo no está en que existan transnacionales, y que nos movamos juntos. Lo malo es si los políticos hacen mal las reglas, si no las respetan, si las cambian a mitad del proceso, si se aprovechan de su posición y de ahí generan sus riquezas personales perjudicando al pueblo. Peor aún, si no los ven o castigan sus superiores, y el ente superior, el pueblo; pero que sea con los medios y medidas legales; no pongamos nuevos métodos que son oportunistas o triviales, o encuestas a mano alzada. Por ello hay ley, y hay que hacerla cumplir.

Las posibilidades pues son muy amplias, podría ser osado decirles infinitas, pero cuantiosas serán conforme las vayamos detectando y detonando. Seamos capaces de encontrar en épocas de recuperación como estas, las mejores opciones, y sobre todo, como leí el otro día, seamos capaces de brillar sin en el camino apagar las luces de otros para así lograrlo.

Eso sería la justicia social, y además un promotor de la sociedad armoniosa que espero todos anhelásemos.

Qué difícil seguirá siendo, si algunos de nuestros líderes mantienen la creencia de cuanto les digan al oído los allegados malintencionados o autocomplacientes, en lugar de corroborarlo fehacientemente. Seguirá siendo difícil si las condiciones de certeza para los negocios se mantienen en zozobra y expectantes del humor del presidente ese día, y si se le contradice sea capaz de escuchar sin negar. Seguirán complicadas las decisiones de los emprendedores, si con quien deben interactuar para invertir, no son capaces, no entienden el lenguaje, las visiones, los números y los impactos sociales en conjunto; y pretenden con una bandera enredada al pecho decir que ellos tienen la razón.

Hagamos patria de manera inteligente y valiente. Tengamos visión de futuro y hagamos patria con verdadera justicia, que no sea sesgada y dirigida de manera tendenciosa. Requerimos reglas claras, y si nos equivocamos, corregir, no cortar una pierna cuando hay una uña enterrada en un pie.