/ domingo 24 de mayo de 2020

El periodismo, un bien público esencial

Además de la crisis de salud y económica causada por la pandemia, hay que agregar la lamentable actitud de gobernantes y dirigentes de partidos políticos para obstruir la libertad de prensa y presionar a medios de comunicación que denuncian la corrupción y las malas estrategias contra la temible enfermedad.

La pandemia del coronavirus nos ha obligado a revalorar a la función del periodismo como un bien público esencial y garantizar el derecho a la información, establecido en nuestra Constitución, que en su artículo 6º, así como en la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, en su artículo 1.

El pasado 3 de mayo se conmemoró el “Día Mundial de la Libertad de Prensa”, momento que fue aprovechado por muchos periodistas para levantar fuertemente la voz ante las amenazas de políticos a medios de comunicación por evidenciar graves fallas en los programas contra la pandemia o bien por denunciar la corrupción, como sucedió con la compra de equipo con un sobre precio (ventiladores) por parte del IMSS a la empresa del hijo del actual director de la Comisión Federal de Electricidad.

Ante la incertidumbre que ha provocado el coronavirus, se necesita fortalecer la libertad de expresión y exigir a los gobernantes transparencia a la hora de informar y rendición de cuentas en sus decisiones. Hemos manifestado en varios artículos publicados en este periódico, que los comunicadores están obligados a cumplir con su profesión a través de la búsqueda de la verdad, independencia, verificación de los hechos, honestidad y responsabilidad social.

La libertad de prensa ha tenido también una andanada de ataques por conducto de la desinformación (fake news) y los llamados “bulos”, lo que ha incrementado el miedo. De ahí, la necesidad de apostar por un periodismo de calidad, sustentado en normas éticas y deontológicas.

En México, el gobierno federal ha descalificado a medios nacionales e internacionales por trabajos periodísticos que cuestionan la honestidad de funcionarios o bien critican proyectos de la administración, como la estrategia contra la pandemia, el Tren Maya o la refinería Dos Bocas, además se le puso adjetivos a la prensa como “fifí”, “mentirosa” y “hampa del periodismo”.

El pasado 21 de abril del presente año, el jefe del Ejecutivo aseguró que en nuestro país no hay un periodismo profesional, ni independiente, ni ético y que nunca la prensa le había pegado tanto a un gobierno. Se refirió a algunos periodistas que hicieron en sus orígenes periodismo independiente y profesional “pero ya se volvieron conservadores, claro, siempre hay tentaciones...”, algunos “optaron incluso por la mentira”, dijo.

Estados Unidos, es el país más afectado por la pandemia y donde su presidente Donald Trump, se ha metido en serios conflictos con los medios. Durante esta semana recibió fuertes críticas, tras asegurar que no va a dar a la prensa “el placer” de verlo con un cubreboca. Esto, se dio en una visita a la fábrica de Ford en Michigan, donde se ordenó a todos los empleados que las lleven para protegerse.

En contraste Angela Merkel, resaltó el valor que tiene la prensa crítica, sobre todo en los tiempos del coronavirus. Dijo: “La democracia necesita hechos e información, capaces de discernir entre verdad y mentira y, a la vez, de proyectar distintas perspectivas de la realidad y diversidad de opiniones”.

Con motivo a las celebraciones de la libertad de expresión, la canciller alemana recordó la situación que se vive bajo regímenes autoritarios y lamentó los "ataques que los periodistas sufren en nuestra sociedad democrática".

Jamás la democracia había sido tan digital

La digitalización avanza a pasos agigantados en todo el mundo, imponiendo sus “criterios” a la sociedad en general, máxime durante la pandemia, que parece no tener remedio. A la fecha no hay en el mundo la vacuna, medicamento o remedio que destruya el virus.

Los jefes de estado, la Organización Mundial de la Salud, dirigentes de partidos políticos, parlamentarios, científicos, médicos, enfermeras, artistas, periodistas y familias enteras, se encuentran en línea constante. Jamás la actividad humana había sido tan digital, pero esta digitalización tiene sus limitaciones.

La digitalización en el quehacer político debe ir más allá de la crisis del coronavirus, por ejemplo en aspectos democráticos, se requiere gastar menos dinero (en prerrogativas a partidos y capacitación) ante la gran desigualdad económica que se vive en México, pero no violentar principios constitucionales, como el voto secreto y la libertad de expresión.

Hay quienes opinan que las elecciones pueden llevarse a cabo por la vía digital, con el fin de incrementar la participación ciudadana, pero las votaciones online son muy vulnerables y se puede prestar a “manipulaciones”. El fraude electoral ha sido un problema endémico que no hemos podido erradicar en el país.

Las elecciones en México son cada vez más caras, en un ambiente social adverso para los partidos, ya que los ciudadanos se muestran insatisfechos con la democracia. Para darnos una idea, el costo de las elecciones federales en el 2018 para elegir presidente, 500 diputados y 128 senadores fue de 28,033 millones de pesos.

No obstante al pronóstico del Banco Interamericano de Desarrollo de un decrecimiento del 7 por ciento del Producto Interno Bruto y la posibilidad de que un millón de mexicanos se queden sin empleo, se contempla gastar más de 12 mil millones de pesos para renovar alrededor de 3 mil 500 cargos, 260 más que hace dos años.

Mientras no haya una vacuna o medicamentos contra la Covid-19 (Estados Unidos, China y Alemania dicen tener el remedio) seguramente la política, la religión, la empresa, la medicina, la educación, el periodismo y muchas actividades más del ser humano cambiarán radicalmente por la digitalización. La pandemia cambió el mundo.



palabrapropia@hotmail.com

twiter@palabrapropia


Además de la crisis de salud y económica causada por la pandemia, hay que agregar la lamentable actitud de gobernantes y dirigentes de partidos políticos para obstruir la libertad de prensa y presionar a medios de comunicación que denuncian la corrupción y las malas estrategias contra la temible enfermedad.

La pandemia del coronavirus nos ha obligado a revalorar a la función del periodismo como un bien público esencial y garantizar el derecho a la información, establecido en nuestra Constitución, que en su artículo 6º, así como en la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, en su artículo 1.

El pasado 3 de mayo se conmemoró el “Día Mundial de la Libertad de Prensa”, momento que fue aprovechado por muchos periodistas para levantar fuertemente la voz ante las amenazas de políticos a medios de comunicación por evidenciar graves fallas en los programas contra la pandemia o bien por denunciar la corrupción, como sucedió con la compra de equipo con un sobre precio (ventiladores) por parte del IMSS a la empresa del hijo del actual director de la Comisión Federal de Electricidad.

Ante la incertidumbre que ha provocado el coronavirus, se necesita fortalecer la libertad de expresión y exigir a los gobernantes transparencia a la hora de informar y rendición de cuentas en sus decisiones. Hemos manifestado en varios artículos publicados en este periódico, que los comunicadores están obligados a cumplir con su profesión a través de la búsqueda de la verdad, independencia, verificación de los hechos, honestidad y responsabilidad social.

La libertad de prensa ha tenido también una andanada de ataques por conducto de la desinformación (fake news) y los llamados “bulos”, lo que ha incrementado el miedo. De ahí, la necesidad de apostar por un periodismo de calidad, sustentado en normas éticas y deontológicas.

En México, el gobierno federal ha descalificado a medios nacionales e internacionales por trabajos periodísticos que cuestionan la honestidad de funcionarios o bien critican proyectos de la administración, como la estrategia contra la pandemia, el Tren Maya o la refinería Dos Bocas, además se le puso adjetivos a la prensa como “fifí”, “mentirosa” y “hampa del periodismo”.

El pasado 21 de abril del presente año, el jefe del Ejecutivo aseguró que en nuestro país no hay un periodismo profesional, ni independiente, ni ético y que nunca la prensa le había pegado tanto a un gobierno. Se refirió a algunos periodistas que hicieron en sus orígenes periodismo independiente y profesional “pero ya se volvieron conservadores, claro, siempre hay tentaciones...”, algunos “optaron incluso por la mentira”, dijo.

Estados Unidos, es el país más afectado por la pandemia y donde su presidente Donald Trump, se ha metido en serios conflictos con los medios. Durante esta semana recibió fuertes críticas, tras asegurar que no va a dar a la prensa “el placer” de verlo con un cubreboca. Esto, se dio en una visita a la fábrica de Ford en Michigan, donde se ordenó a todos los empleados que las lleven para protegerse.

En contraste Angela Merkel, resaltó el valor que tiene la prensa crítica, sobre todo en los tiempos del coronavirus. Dijo: “La democracia necesita hechos e información, capaces de discernir entre verdad y mentira y, a la vez, de proyectar distintas perspectivas de la realidad y diversidad de opiniones”.

Con motivo a las celebraciones de la libertad de expresión, la canciller alemana recordó la situación que se vive bajo regímenes autoritarios y lamentó los "ataques que los periodistas sufren en nuestra sociedad democrática".

Jamás la democracia había sido tan digital

La digitalización avanza a pasos agigantados en todo el mundo, imponiendo sus “criterios” a la sociedad en general, máxime durante la pandemia, que parece no tener remedio. A la fecha no hay en el mundo la vacuna, medicamento o remedio que destruya el virus.

Los jefes de estado, la Organización Mundial de la Salud, dirigentes de partidos políticos, parlamentarios, científicos, médicos, enfermeras, artistas, periodistas y familias enteras, se encuentran en línea constante. Jamás la actividad humana había sido tan digital, pero esta digitalización tiene sus limitaciones.

La digitalización en el quehacer político debe ir más allá de la crisis del coronavirus, por ejemplo en aspectos democráticos, se requiere gastar menos dinero (en prerrogativas a partidos y capacitación) ante la gran desigualdad económica que se vive en México, pero no violentar principios constitucionales, como el voto secreto y la libertad de expresión.

Hay quienes opinan que las elecciones pueden llevarse a cabo por la vía digital, con el fin de incrementar la participación ciudadana, pero las votaciones online son muy vulnerables y se puede prestar a “manipulaciones”. El fraude electoral ha sido un problema endémico que no hemos podido erradicar en el país.

Las elecciones en México son cada vez más caras, en un ambiente social adverso para los partidos, ya que los ciudadanos se muestran insatisfechos con la democracia. Para darnos una idea, el costo de las elecciones federales en el 2018 para elegir presidente, 500 diputados y 128 senadores fue de 28,033 millones de pesos.

No obstante al pronóstico del Banco Interamericano de Desarrollo de un decrecimiento del 7 por ciento del Producto Interno Bruto y la posibilidad de que un millón de mexicanos se queden sin empleo, se contempla gastar más de 12 mil millones de pesos para renovar alrededor de 3 mil 500 cargos, 260 más que hace dos años.

Mientras no haya una vacuna o medicamentos contra la Covid-19 (Estados Unidos, China y Alemania dicen tener el remedio) seguramente la política, la religión, la empresa, la medicina, la educación, el periodismo y muchas actividades más del ser humano cambiarán radicalmente por la digitalización. La pandemia cambió el mundo.



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