/ jueves 17 de junio de 2021

El plan del granuja

A pesar que en las elecciones intermedias, que acaban de pasar, el partido oficial Morena y sus aliados no elevaron todavía más su representación en el congreso federal, aún pueden promover leyes y el presupuesto sin negociar, y bajo negociación, intentar reformar la Constitución. Esto nos hará lidiar con una sociedad un poco distinta de la que hubiéramos querido tener en los próximos años. Muchos seremos como aquellos que recibían su salario en sobres marrones personalizados, como señala Kevin Dutton, y que pueden dividirse en dos tipos de personas: “santos” y “granujas”.

Los “santos” serán los de tipo honrado y trabajador, que cumplen toda su jornada laboral cada semana. El “granuja” será el tipo deshonesto y perezoso, que acecha siempre a sus compañeros diligentes cada viernes para apropiarse de su salario. Al principio, parece que los granujas se han salido con la suya. Al menos, eso parece a corto plazo. Los santos trabajan todo el día para que la comunidad salga adelante, mientras que los granujas gozan de vivir en una sociedad floreciente y robando el salario de los santos, se les paga por no hacer nada. Pero si esto sigue, sucede otra cosa.

Los santos comienzan a enfermarse por tanto trabajar. Al tener menos ingresos para cuidarse, comienzan a morir. Poco a poco, la proporción de los granujas empieza a aumentar en relación a los “trabajadores”. Al disminuir los santos semana a semana, aumenta la probabilidad de toparse con un santo con las manos vacías. La situación se vuelve insostenible y la sociedad se ve orillada a trabajar para vivir. El péndulo vuelve a oscilar a favor de los santos. Esto no es más que una representación simplificada de un conjunto de dinámicas infinitamente más complejas.

Es lo que viene a ser un peripatético efecto de vaivén de la polarización de una pura agresión incondicional y la pura capitulación incondicional. Cada una es vulnerable a la explotación por parte de la otra en cuanto se ha conseguido la supremacía. O como se diría en el lenguaje de la sociobiología: como estrategias de sobrevivencia, ni la cooperación no cualificada ni la competición no cualificada pueden ser consideradas “evolutivamente estables”. Ambas pueden ser derrotadas por contraestrategias invasoras o cambiantes. Y son los polos en los que parece oscilar nuestro país.

Ni los que creen en el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lograrán ayudar a los pobres si no cuestionan inmediatamente los errores de su caudillo, conformándose sólo con sus buenas intenciones, ni los que están en desacuerdo conseguirán defender la institucionalidad del gobierno con los brazos cruzados, esperando a que otros lo hagan. Tampoco el presidente AMLO debe desear que el péndulo se mueva a favor de los que señalan sus errores si antes los puede corregir, ni esperar que la cuarta transformación tenga mucha vida por delante si hacen lo mismo.

Tal vez, olvidando el vaivén, México logre, al fin, el progreso que busca. De lo contrario, no creamos salir pronto de este patético péndulo que, primero, nos hundiría.

agusperezr@hotmail.com

A pesar que en las elecciones intermedias, que acaban de pasar, el partido oficial Morena y sus aliados no elevaron todavía más su representación en el congreso federal, aún pueden promover leyes y el presupuesto sin negociar, y bajo negociación, intentar reformar la Constitución. Esto nos hará lidiar con una sociedad un poco distinta de la que hubiéramos querido tener en los próximos años. Muchos seremos como aquellos que recibían su salario en sobres marrones personalizados, como señala Kevin Dutton, y que pueden dividirse en dos tipos de personas: “santos” y “granujas”.

Los “santos” serán los de tipo honrado y trabajador, que cumplen toda su jornada laboral cada semana. El “granuja” será el tipo deshonesto y perezoso, que acecha siempre a sus compañeros diligentes cada viernes para apropiarse de su salario. Al principio, parece que los granujas se han salido con la suya. Al menos, eso parece a corto plazo. Los santos trabajan todo el día para que la comunidad salga adelante, mientras que los granujas gozan de vivir en una sociedad floreciente y robando el salario de los santos, se les paga por no hacer nada. Pero si esto sigue, sucede otra cosa.

Los santos comienzan a enfermarse por tanto trabajar. Al tener menos ingresos para cuidarse, comienzan a morir. Poco a poco, la proporción de los granujas empieza a aumentar en relación a los “trabajadores”. Al disminuir los santos semana a semana, aumenta la probabilidad de toparse con un santo con las manos vacías. La situación se vuelve insostenible y la sociedad se ve orillada a trabajar para vivir. El péndulo vuelve a oscilar a favor de los santos. Esto no es más que una representación simplificada de un conjunto de dinámicas infinitamente más complejas.

Es lo que viene a ser un peripatético efecto de vaivén de la polarización de una pura agresión incondicional y la pura capitulación incondicional. Cada una es vulnerable a la explotación por parte de la otra en cuanto se ha conseguido la supremacía. O como se diría en el lenguaje de la sociobiología: como estrategias de sobrevivencia, ni la cooperación no cualificada ni la competición no cualificada pueden ser consideradas “evolutivamente estables”. Ambas pueden ser derrotadas por contraestrategias invasoras o cambiantes. Y son los polos en los que parece oscilar nuestro país.

Ni los que creen en el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lograrán ayudar a los pobres si no cuestionan inmediatamente los errores de su caudillo, conformándose sólo con sus buenas intenciones, ni los que están en desacuerdo conseguirán defender la institucionalidad del gobierno con los brazos cruzados, esperando a que otros lo hagan. Tampoco el presidente AMLO debe desear que el péndulo se mueva a favor de los que señalan sus errores si antes los puede corregir, ni esperar que la cuarta transformación tenga mucha vida por delante si hacen lo mismo.

Tal vez, olvidando el vaivén, México logre, al fin, el progreso que busca. De lo contrario, no creamos salir pronto de este patético péndulo que, primero, nos hundiría.

agusperezr@hotmail.com