/ miércoles 27 de octubre de 2021

El presidente de la República, por alguna razón extraña, descartó la vía redistributiva más eficaz 

Los legítimos anhelos sociales de

tener un país próspero, justo, seguro

históricamente han sido frenados por nosotros mismos: los mexicanos.

De nadie más es la responsabilidad de tener un país que le ofrezca a todos los habitantes mejores oportunidades y mayor inclusión social y económica.

Hagámonos cargo, asumamos esa responsabilidad sin disimulo, porque hoy lo estamos volviendo a hacer con esta ley de ingresos.

El paquete económico que incluye los criterios de política económica, la ley de ingresos, la miscelánea y el presupuesto deberían ser los instrumentos para corregir las grandes desigualdades sociales, económicas, regionales que mantenemos en México. Y eso no sucederá.


El presidente de la República, por alguna razón extraña, descartó la vía redistributiva más eficaz

que es la política fiscal: los ingresos, no el gasto, son los que mejor sirven para reducir la lastimosa desigualdad extrema que heredó este gobierno, pero que ha decidido heredar al siguiente.

El presidente renunció a tomar una decisión audaz para realizar una verdadera transformación; renunció a proponer una reforma fiscal integral, redistributiva, federalista, con visión y compromiso social y ecológico. Desistió, teniendo, como ningún otro presidente en la historia moderna, todas las condiciones para lograrlo.

En México, las abismales diferencias de ingreso entre la población más pobre y la más rica no se están corrigiendo con la política fiscal. Y ésta era la gran oportunidad y responsabilidad para hacerlo.

Un estado que recaude más, un estado que funcione mejor, y resuelva los graves problemas históricos de pobreza, falta de justicia.

A diferencia de otros países, el índice de Gini, en México varía muy poco antes y después de la acción del gobierno por la vía del gasto y del ingreso. El país se transforma con una profunda reforma fiscal y hacendaria, no cancelando aeropuertos.

Y eso, la mayoría oficialista de legisladores decidieron dejarlo igual, solamente modificando marginalmente y para mal algunos artículos como afectar a la sociedad civil limitando las aportaciones de las personas físicas, no sólo por disminuir el tope de las deducciones autorizadas en materia de gastos educativos, de salud, funerarios, etc. Sobre todo, la concepción autoritaria que implica ir en contra de esas organizaciones sociales y civiles por la vía fiscal, pero también por la vía política y administrativa.

El presidente renunció hoy a esta oportunidad histórica, pero la mayoría oficialista en el Congreso está haciendo lo propio al no moverle ni una coma. Estamos desaprovechando las oportunidades de resolver los grandes problemas del país.

¿Por qué aprobar un proyecto que se allana a una ley de ingreso inercial y en ese sentido conservador que privilegia más el equilibrio fiscal que el intentar modificar la desigual estructura económica y social?

¿Por qué una visión de corto plazo que sólo aspira recaudar para financiar su deficiente gasto público?

¿Por qué seguir recargando el peso de la recaudación en el salario de los trabajadores en vez de la renta y utilidades del capital?

¿Por qué renunciar a una política fiscal para impulsar la urgente transición energética?

¿Por qué renunciar al parlamentarismo y convertir al Congreso en un verdadero contrapeso del Ejecutivo?

Cuenten con nosotros en el Grupo Plural del Senado para las reformas profundas de los grandes problemas económicos, políticos y sociales de nuestro país. No cuenten con nosotros para una ley de ingresos inercial y deficiente

El Grupo Plural queremos ser un impulso nuevo, un aliento nuevo, una expresión de los tiempos que vivimos.

Queremos impulsar los cambios profundos que México requiere, pero que hoy no se están dando y en los que algunos estamos retrocediendo.


Los legítimos anhelos sociales de

tener un país próspero, justo, seguro

históricamente han sido frenados por nosotros mismos: los mexicanos.

De nadie más es la responsabilidad de tener un país que le ofrezca a todos los habitantes mejores oportunidades y mayor inclusión social y económica.

Hagámonos cargo, asumamos esa responsabilidad sin disimulo, porque hoy lo estamos volviendo a hacer con esta ley de ingresos.

El paquete económico que incluye los criterios de política económica, la ley de ingresos, la miscelánea y el presupuesto deberían ser los instrumentos para corregir las grandes desigualdades sociales, económicas, regionales que mantenemos en México. Y eso no sucederá.


El presidente de la República, por alguna razón extraña, descartó la vía redistributiva más eficaz

que es la política fiscal: los ingresos, no el gasto, son los que mejor sirven para reducir la lastimosa desigualdad extrema que heredó este gobierno, pero que ha decidido heredar al siguiente.

El presidente renunció a tomar una decisión audaz para realizar una verdadera transformación; renunció a proponer una reforma fiscal integral, redistributiva, federalista, con visión y compromiso social y ecológico. Desistió, teniendo, como ningún otro presidente en la historia moderna, todas las condiciones para lograrlo.

En México, las abismales diferencias de ingreso entre la población más pobre y la más rica no se están corrigiendo con la política fiscal. Y ésta era la gran oportunidad y responsabilidad para hacerlo.

Un estado que recaude más, un estado que funcione mejor, y resuelva los graves problemas históricos de pobreza, falta de justicia.

A diferencia de otros países, el índice de Gini, en México varía muy poco antes y después de la acción del gobierno por la vía del gasto y del ingreso. El país se transforma con una profunda reforma fiscal y hacendaria, no cancelando aeropuertos.

Y eso, la mayoría oficialista de legisladores decidieron dejarlo igual, solamente modificando marginalmente y para mal algunos artículos como afectar a la sociedad civil limitando las aportaciones de las personas físicas, no sólo por disminuir el tope de las deducciones autorizadas en materia de gastos educativos, de salud, funerarios, etc. Sobre todo, la concepción autoritaria que implica ir en contra de esas organizaciones sociales y civiles por la vía fiscal, pero también por la vía política y administrativa.

El presidente renunció hoy a esta oportunidad histórica, pero la mayoría oficialista en el Congreso está haciendo lo propio al no moverle ni una coma. Estamos desaprovechando las oportunidades de resolver los grandes problemas del país.

¿Por qué aprobar un proyecto que se allana a una ley de ingreso inercial y en ese sentido conservador que privilegia más el equilibrio fiscal que el intentar modificar la desigual estructura económica y social?

¿Por qué una visión de corto plazo que sólo aspira recaudar para financiar su deficiente gasto público?

¿Por qué seguir recargando el peso de la recaudación en el salario de los trabajadores en vez de la renta y utilidades del capital?

¿Por qué renunciar a una política fiscal para impulsar la urgente transición energética?

¿Por qué renunciar al parlamentarismo y convertir al Congreso en un verdadero contrapeso del Ejecutivo?

Cuenten con nosotros en el Grupo Plural del Senado para las reformas profundas de los grandes problemas económicos, políticos y sociales de nuestro país. No cuenten con nosotros para una ley de ingresos inercial y deficiente

El Grupo Plural queremos ser un impulso nuevo, un aliento nuevo, una expresión de los tiempos que vivimos.

Queremos impulsar los cambios profundos que México requiere, pero que hoy no se están dando y en los que algunos estamos retrocediendo.