/ martes 24 de noviembre de 2020

El pueblo exige, el gobierno cumple

“Ningún hombre es tan bueno, que, al ser expuesto a las acciones de la ley, no sería condenado a la horca por lo menos diez veces”. Montaigne

Remitamos a la sencilla ecuación de exigir y cumplir con la ley, y tendremos el mejor gobierno, que será el cimiento de la paz social. Las amenazas son muy antiguas y variadas, en muchas participa el hombre, para bien o para mal. Debemos exigir que el “tesoro público” que reunimos todos los mexicanos, sea utilizado para sus necesidades más prioritarias. La más importante es la educación, porque un pueblo ignorante es víctima de “caudillos” o “iluminados” y sometido por la demagogia a la más execrable posición en la sociedad.

El pueblo educado exige en estos tiempos: salud, empleo, seguridad y acatamiento, a la ley. Los gobiernos deben cumplir sin taxativas con esta ecuación y, reitero, tendremos paz. El presidente Benito Juárez expresó: “La ley es mi espada y mi escudo”, lo cual deja claro que en sus consecuencias, rechazaba a los tiranos y proponía el imperio de la ley. Siempre debemos reflexionar en el triunfo personal y colectivo que significa conocer la ley, de esa manera, nuestras exigencias tendrán el peso que requiere un gobierno que aspira a la justicia social y a la democracia.

Demos a la educación la importancia que merece el pueblo mexicano y se van a atemperar los partidismos, compadrazgos y, la tan mencionada corrupción. La educación y las reivindicaciones populares van de la mano, como el binomio nacional que va a abanderar la acción de los gobiernos. Gobernantes, no le teman a los ciudadanos libres y educados, al contrario, serán faro que guía y hélice que empuje sus gobiernos y se evitarán los enormes fracasos que hoy padecemos. Mal le irá a todo aquel gobierno que apoye la anarquía y la ignorancia de agrupaciones facciosas y “lumpen proletarias”.

Los mexicanos surgimos en la época de la explotación colonial como peones de las haciendas feudales, en condiciones de esclavitud, mineros, que eran obligados a trabajar en condiciones infrahumanas, con su compañera inseparable: la barreta, como cargadores, criados, vamos hemos sido un pueblo trabajador, que producía, pero no disfrutó el producto de la riqueza que creaba con sus sangrantes manos. Hoy exigimos lo mismo que en 1810 y en 1910, justicia social, que nos permita educarnos y gozar del producto de nuestro trabajo. Queremos regímenes democráticos, no paternalismos ni limosnas, ni asistencialismos. Cumplan al pie de la letra los postulados del Artículo 123 constitucional y responderán a las necesidades del pueblo que gobiernan. Los pueblos deben reflexionar que el futuro tiene sus raíces hoy, por lo que el pueblo debe conocer la situación económica, social y política en la que se vive.

“Ningún hombre es tan bueno, que, al ser expuesto a las acciones de la ley, no sería condenado a la horca por lo menos diez veces”. Montaigne

Remitamos a la sencilla ecuación de exigir y cumplir con la ley, y tendremos el mejor gobierno, que será el cimiento de la paz social. Las amenazas son muy antiguas y variadas, en muchas participa el hombre, para bien o para mal. Debemos exigir que el “tesoro público” que reunimos todos los mexicanos, sea utilizado para sus necesidades más prioritarias. La más importante es la educación, porque un pueblo ignorante es víctima de “caudillos” o “iluminados” y sometido por la demagogia a la más execrable posición en la sociedad.

El pueblo educado exige en estos tiempos: salud, empleo, seguridad y acatamiento, a la ley. Los gobiernos deben cumplir sin taxativas con esta ecuación y, reitero, tendremos paz. El presidente Benito Juárez expresó: “La ley es mi espada y mi escudo”, lo cual deja claro que en sus consecuencias, rechazaba a los tiranos y proponía el imperio de la ley. Siempre debemos reflexionar en el triunfo personal y colectivo que significa conocer la ley, de esa manera, nuestras exigencias tendrán el peso que requiere un gobierno que aspira a la justicia social y a la democracia.

Demos a la educación la importancia que merece el pueblo mexicano y se van a atemperar los partidismos, compadrazgos y, la tan mencionada corrupción. La educación y las reivindicaciones populares van de la mano, como el binomio nacional que va a abanderar la acción de los gobiernos. Gobernantes, no le teman a los ciudadanos libres y educados, al contrario, serán faro que guía y hélice que empuje sus gobiernos y se evitarán los enormes fracasos que hoy padecemos. Mal le irá a todo aquel gobierno que apoye la anarquía y la ignorancia de agrupaciones facciosas y “lumpen proletarias”.

Los mexicanos surgimos en la época de la explotación colonial como peones de las haciendas feudales, en condiciones de esclavitud, mineros, que eran obligados a trabajar en condiciones infrahumanas, con su compañera inseparable: la barreta, como cargadores, criados, vamos hemos sido un pueblo trabajador, que producía, pero no disfrutó el producto de la riqueza que creaba con sus sangrantes manos. Hoy exigimos lo mismo que en 1810 y en 1910, justicia social, que nos permita educarnos y gozar del producto de nuestro trabajo. Queremos regímenes democráticos, no paternalismos ni limosnas, ni asistencialismos. Cumplan al pie de la letra los postulados del Artículo 123 constitucional y responderán a las necesidades del pueblo que gobiernan. Los pueblos deben reflexionar que el futuro tiene sus raíces hoy, por lo que el pueblo debe conocer la situación económica, social y política en la que se vive.