/ sábado 25 de junio de 2022

El que calla otorga, pero al que habla lo matan, ¿entonces?

Por: María de los Ángeles Ruiz

“Que la sangre de nuestros hermanos allane a la construcción de la paz”, se podía leer entre los comentarios vertidos al enterarnos de la terrible noticia que impactó a Chihuahua y al mundo este pasado lunes.

La muerte a manos del supuesto “Chueco” de dos sacerdotes jesuitas, quienes eran toda una institución dentro de la orden de los Jesuitas, causó conmoción mundial, “hemos transgredido una línea muy delgada, pero de la cual es difícil tener un retorno sin llevar a cabo acciones drásticas”, mencionaba uno de los tantos actores de la comunidad jesuita que fueron entrevistados.

Fueron recuperados los cuerpos, algo que para muchos es el deber ser, pero que en la práctica y con el testimonio de miles de personas desaparecidas en el territorio nacional que sus familiares nunca vuelven a ver y que pasan años tratando de ingresar a predios para ir a excavar y no apagar la esperanza de encontrar un hueso y luego transitar por la tremenda aventura de las pruebas de ADN para en muchas ocasiones sólo perder la cabeza y tener que resignarse y a veces morir en esta búsqueda de la verdad.

Durante la semana, las tragedias no se detuvieron, el lunes empezamos con lo de Cerocahui, pero avanzamos con Michoacán, los ocho asesinados a diestra y siniestra por una persona de esas que denomino zombies, porque han perdido la oportunidad de ser seres humanos, y nos fuimos al Salto en Jalisco, y también estuvimos en Zacatecas, y en Sinaloa y en San Luis Potosí, esto es algo que se mira, como dicen en algunos, como imparable.

Las nuevas generaciones son los actores de estos hechos terribles, ¿cómo es posible que este sujeto “El Chueco” a sus 30 años de edad tenga la trayectoria que tiene?

En su currículum:

Violaciones, asesinatos, tala de los bosques, desplazamientos forzados, asesinatos de activistas ambientales, cultivo de droga, y todo lo que me falte de enunciar.

El reto sigue siendo enorme, y cada día crece, ¿cómo hacerle? Ya es tiempo de pensarlo y actuarlo.

Nos encontramos en la próxima, espero sea más agradable que esta.

AECH.


Por: María de los Ángeles Ruiz

“Que la sangre de nuestros hermanos allane a la construcción de la paz”, se podía leer entre los comentarios vertidos al enterarnos de la terrible noticia que impactó a Chihuahua y al mundo este pasado lunes.

La muerte a manos del supuesto “Chueco” de dos sacerdotes jesuitas, quienes eran toda una institución dentro de la orden de los Jesuitas, causó conmoción mundial, “hemos transgredido una línea muy delgada, pero de la cual es difícil tener un retorno sin llevar a cabo acciones drásticas”, mencionaba uno de los tantos actores de la comunidad jesuita que fueron entrevistados.

Fueron recuperados los cuerpos, algo que para muchos es el deber ser, pero que en la práctica y con el testimonio de miles de personas desaparecidas en el territorio nacional que sus familiares nunca vuelven a ver y que pasan años tratando de ingresar a predios para ir a excavar y no apagar la esperanza de encontrar un hueso y luego transitar por la tremenda aventura de las pruebas de ADN para en muchas ocasiones sólo perder la cabeza y tener que resignarse y a veces morir en esta búsqueda de la verdad.

Durante la semana, las tragedias no se detuvieron, el lunes empezamos con lo de Cerocahui, pero avanzamos con Michoacán, los ocho asesinados a diestra y siniestra por una persona de esas que denomino zombies, porque han perdido la oportunidad de ser seres humanos, y nos fuimos al Salto en Jalisco, y también estuvimos en Zacatecas, y en Sinaloa y en San Luis Potosí, esto es algo que se mira, como dicen en algunos, como imparable.

Las nuevas generaciones son los actores de estos hechos terribles, ¿cómo es posible que este sujeto “El Chueco” a sus 30 años de edad tenga la trayectoria que tiene?

En su currículum:

Violaciones, asesinatos, tala de los bosques, desplazamientos forzados, asesinatos de activistas ambientales, cultivo de droga, y todo lo que me falte de enunciar.

El reto sigue siendo enorme, y cada día crece, ¿cómo hacerle? Ya es tiempo de pensarlo y actuarlo.

Nos encontramos en la próxima, espero sea más agradable que esta.

AECH.