/ sábado 12 de diciembre de 2020

El respiro de la Pachamama


Llevábamos años, metidos de diario, en cumplir o tratar de cumplir nuestra lista de deseos e ilusiones; en las reuniones las palabras: “Yo quiero” eran muy usadas: yo quiero viajar, yo quiero estudiar, yo quiero comprar, yo quiero ganar, yo quiero ponerme, yo quiero quitarme, yo quiero ese puesto, este negocio, tomar o comer esto o aquello; pero desde inicios del 2020 la Tierra nos castigó, puso un alto a nuestras ambiciones personales, a nuestro ego, a nuestro exagerado gasto de recursos naturales que no son usados para sobrevivir, sino para cumplir un millón de ocurrencias y pretensiones. 7,700 millones de personas buscando cumplir sus deseos, entre las que me incluyo, muchos de ellos para vivir mejor, otros para sobrevivir y la mayoría para cumplir caprichos innecesarios, son un peso enorme para la Pachamama o Madre Tierra, llamada así por las tribus indígenas peruanas que la asocian a lo femenino y al espíritu dador de la naturaleza, a quien se le dan gracias o se le piden disculpas por abusar de ella.

La Pachamama es un ser vivo y necesitaba un respiro de recursos, un reponerse del gasto que representa cumplir un capricho tras otro de sus hijos los seres humanos, porque somos depredadores por placer y no por necesidad, cosa que no sucede en los animales salvajes, que sólo matan a la presa que se van a comer. Y bueno, creo que la Tierra lo logró, porque viéndolo fríamente, aunque es una madre para nosotros también lo es para los animales y por ende trata de protegernos a unos de los otros.

En el simple ejemplo de las botellas de agua vemos cómo paró su desaforado uso, pues como fuimos enviados a casa cada quién la toma en su propio vaso, como antaño; y como no necesitamos tanta agua embotellada las fábricas redujeron su maquilado de plástico con el beneficio de disminuir la contaminación, el calentamiento, el derretimiento de los glaciares.

Y es que en la mente del ser humano los deseos nunca paran y después de cumplir uno, surgirá, inevitablemente, otro, a menos que se entrene a la mente para parar el jueguito del “quiero” y cambiarlo por “gracias por lo que tengo y hago uso correcto de ello”.

La Madre Tierra, la Pachamama, al fin se ha decidido a darnos un coscorrón a sus hijos para que nos comportemos, un coscorrón llamado pandemia, veremos si aprendimos la lección o como niños malcriados nos resentimos contra ella y volvemos a las andadas.

Namasté

www.silviagonzalez.com.mx



Llevábamos años, metidos de diario, en cumplir o tratar de cumplir nuestra lista de deseos e ilusiones; en las reuniones las palabras: “Yo quiero” eran muy usadas: yo quiero viajar, yo quiero estudiar, yo quiero comprar, yo quiero ganar, yo quiero ponerme, yo quiero quitarme, yo quiero ese puesto, este negocio, tomar o comer esto o aquello; pero desde inicios del 2020 la Tierra nos castigó, puso un alto a nuestras ambiciones personales, a nuestro ego, a nuestro exagerado gasto de recursos naturales que no son usados para sobrevivir, sino para cumplir un millón de ocurrencias y pretensiones. 7,700 millones de personas buscando cumplir sus deseos, entre las que me incluyo, muchos de ellos para vivir mejor, otros para sobrevivir y la mayoría para cumplir caprichos innecesarios, son un peso enorme para la Pachamama o Madre Tierra, llamada así por las tribus indígenas peruanas que la asocian a lo femenino y al espíritu dador de la naturaleza, a quien se le dan gracias o se le piden disculpas por abusar de ella.

La Pachamama es un ser vivo y necesitaba un respiro de recursos, un reponerse del gasto que representa cumplir un capricho tras otro de sus hijos los seres humanos, porque somos depredadores por placer y no por necesidad, cosa que no sucede en los animales salvajes, que sólo matan a la presa que se van a comer. Y bueno, creo que la Tierra lo logró, porque viéndolo fríamente, aunque es una madre para nosotros también lo es para los animales y por ende trata de protegernos a unos de los otros.

En el simple ejemplo de las botellas de agua vemos cómo paró su desaforado uso, pues como fuimos enviados a casa cada quién la toma en su propio vaso, como antaño; y como no necesitamos tanta agua embotellada las fábricas redujeron su maquilado de plástico con el beneficio de disminuir la contaminación, el calentamiento, el derretimiento de los glaciares.

Y es que en la mente del ser humano los deseos nunca paran y después de cumplir uno, surgirá, inevitablemente, otro, a menos que se entrene a la mente para parar el jueguito del “quiero” y cambiarlo por “gracias por lo que tengo y hago uso correcto de ello”.

La Madre Tierra, la Pachamama, al fin se ha decidido a darnos un coscorrón a sus hijos para que nos comportemos, un coscorrón llamado pandemia, veremos si aprendimos la lección o como niños malcriados nos resentimos contra ella y volvemos a las andadas.

Namasté

www.silviagonzalez.com.mx