/ sábado 19 de marzo de 2022

El sotol: La diferencia de cosecharlo en poblaciones naturales o en plantaciones comerciales 

Por: Oscar Estrada

El sotol, esa bebida tradicional del norte de México, es obtenida precisamente de la destilación de las plantas del sotol, algunas de ellas conocidas también como sereque, de las cuales se aprovecha la cabeza o piña para elaborar la bebida. Su uso se inicia en nuestro estado por grupos de las etnias tarahumaras y anazasis, que lo utilizaban principalmente como fermentado en eventos ceremoniales, hasta la llegada de los españoles, que introdujeron el proceso de destilación.

Este grupo de plantas pertenecen a la subfamilia nolinaceae e incluye varias especies que se distribuyen principalmente en el amplio territorio del desierto chihuahuense, con mayor abundancia en los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango, además de poblaciones presentes en los estados de Texas, Nuevo México y un poco en Arizona, en Estados Unidos.

Si bien, el rango de distribución geográfica de estas plantas es muy amplio, sus poblaciones son por lo general de pocos individuos por unidad de superficie. Otro aspecto importante es que presentan un crecimiento muy lento y que son plantas de difícil reproducción y propagación. El tiempo de madurez para su cosecha en poblaciones naturales puede llegar hasta 30 o más años, dependiendo de las condiciones del sitio.

El aprovechamiento legal del sotol está regulado por la Ley Forestal, en la cual se establecen todos los procedimientos, requisitos y estudios necesarios para llevar a cabo la cosecha de estas plantas, sin poner en riesgo la permanencia de sus poblaciones.

Con el actual avance que han logrado las empresas (grandes o familiares) que elaboran diferentes tipos y marcas de sotoles, así como la aceptación cada vez mayor del mercado para esta bebida, se van a requerir mayores volúmenes de materia prima, lo que obliga a establecer mejores controles y vigilancia por parte de la autoridad ambiental, para asegurar su aprovechamiento sustentable.

Una alternativa al aprovechamiento de las poblaciones naturales es la de establecer plantaciones comerciales, tal y como se hace con otros productos similares, como el agave tequilero en el centro-occidente del país. En nuestro estado, ya se han generado valiosas experiencias en este tema, como el trabajo de establecimiento de una plantación de sotol, establecida en el año 2001 en Delicias, por parte de los doctores Miguel Olivas García y José Álvaro Anchondo Nájera, investigadores de la Universidad Autónoma de Chihuahua. En esta plantación, en condiciones de riego, ya se logró una primera cosecha a los 10 años que alcanzó hasta 110 toneladas de biomasa por hectárea.

En el caso de poblaciones naturales en sitios de buenas condiciones, se pueden alcanzar entre 4 a 5 toneladas por hectárea, de acuerdo con estudios realizados en la región de Coyame por el Ing. Baldemar Hernández Bustamante, de los cuales se cosechan de 1.3 a 1.6 toneladas por hectárea, y para ello las plantas requieren un tiempo de maduración de hasta 30 o más años, a diferencia de los 10 años para la cosecha en una plantación comercial.

Otro dato muy interesante encontrado en la plantación por el doctor Miguel Olivas es la alta concentración de azúcares que alcanzan las plantas, que es de hasta el doble de lo que contienen en las poblaciones naturales, con lo cual se aumenta además considerablemente, el rendimiento del licor. Quizá entonces, el futuro de la producción sustentable de esta bebida tradicional de nuestro estado debería ya orientarse más hacia el establecimiento de plantaciones comerciales.

Por: Oscar Estrada

El sotol, esa bebida tradicional del norte de México, es obtenida precisamente de la destilación de las plantas del sotol, algunas de ellas conocidas también como sereque, de las cuales se aprovecha la cabeza o piña para elaborar la bebida. Su uso se inicia en nuestro estado por grupos de las etnias tarahumaras y anazasis, que lo utilizaban principalmente como fermentado en eventos ceremoniales, hasta la llegada de los españoles, que introdujeron el proceso de destilación.

Este grupo de plantas pertenecen a la subfamilia nolinaceae e incluye varias especies que se distribuyen principalmente en el amplio territorio del desierto chihuahuense, con mayor abundancia en los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango, además de poblaciones presentes en los estados de Texas, Nuevo México y un poco en Arizona, en Estados Unidos.

Si bien, el rango de distribución geográfica de estas plantas es muy amplio, sus poblaciones son por lo general de pocos individuos por unidad de superficie. Otro aspecto importante es que presentan un crecimiento muy lento y que son plantas de difícil reproducción y propagación. El tiempo de madurez para su cosecha en poblaciones naturales puede llegar hasta 30 o más años, dependiendo de las condiciones del sitio.

El aprovechamiento legal del sotol está regulado por la Ley Forestal, en la cual se establecen todos los procedimientos, requisitos y estudios necesarios para llevar a cabo la cosecha de estas plantas, sin poner en riesgo la permanencia de sus poblaciones.

Con el actual avance que han logrado las empresas (grandes o familiares) que elaboran diferentes tipos y marcas de sotoles, así como la aceptación cada vez mayor del mercado para esta bebida, se van a requerir mayores volúmenes de materia prima, lo que obliga a establecer mejores controles y vigilancia por parte de la autoridad ambiental, para asegurar su aprovechamiento sustentable.

Una alternativa al aprovechamiento de las poblaciones naturales es la de establecer plantaciones comerciales, tal y como se hace con otros productos similares, como el agave tequilero en el centro-occidente del país. En nuestro estado, ya se han generado valiosas experiencias en este tema, como el trabajo de establecimiento de una plantación de sotol, establecida en el año 2001 en Delicias, por parte de los doctores Miguel Olivas García y José Álvaro Anchondo Nájera, investigadores de la Universidad Autónoma de Chihuahua. En esta plantación, en condiciones de riego, ya se logró una primera cosecha a los 10 años que alcanzó hasta 110 toneladas de biomasa por hectárea.

En el caso de poblaciones naturales en sitios de buenas condiciones, se pueden alcanzar entre 4 a 5 toneladas por hectárea, de acuerdo con estudios realizados en la región de Coyame por el Ing. Baldemar Hernández Bustamante, de los cuales se cosechan de 1.3 a 1.6 toneladas por hectárea, y para ello las plantas requieren un tiempo de maduración de hasta 30 o más años, a diferencia de los 10 años para la cosecha en una plantación comercial.

Otro dato muy interesante encontrado en la plantación por el doctor Miguel Olivas es la alta concentración de azúcares que alcanzan las plantas, que es de hasta el doble de lo que contienen en las poblaciones naturales, con lo cual se aumenta además considerablemente, el rendimiento del licor. Quizá entonces, el futuro de la producción sustentable de esta bebida tradicional de nuestro estado debería ya orientarse más hacia el establecimiento de plantaciones comerciales.