/ martes 12 de diciembre de 2017

El valor de la vida humana

                                              

“La vida es corta y, por desgracia gastamos mucho tiempo pensando cómo se puede disfrutar”.

                                                                                                                Samuel Johnson

                      

La vida humana es inapreciable, sin embargo, existen personas que lo olvidan y acaban con ella de las maneras más inverosímiles. El único ser vivo que planea, utiliza métodos y todos los avances tecnológicos para asesinar a sus semejantes es el Homo sapiens. Las guerras tienen objetivos económicos, matizados de influencias políticas y religiosas. La meta, ni más, ni menos, es matar, acabar con la vida del mayor número de seres humanos. Pero no son los soldados los únicos que mueren, la ciencia se ha especializado para que los grandes fabricantes de armas sean amados por Wall Street, a costa de las matanzas en todas las comarcas del planeta.

Muchos alaban al navegante Cristóbal Colón, por sus viajes de España a la zona caribeña de América. El “rescate” de oro y de objetos nativos fomentó la codicia del “descubridor” (sic) de nuestro enorme continente. Pero el cobarde y cruel genocidio de los nativos de Cuba y de la isla La Española marcaron para siempre la historia de horror y sangre de los recién llegados invasores, eso sí, muy cristianos. Reflexionemos, amables lectores, una invasión de seres extraterrestres, con las consabidas matanzas. La vida humana perdería su valor, ante semejantes hechos. Sin embargo, dentro de nuestras sociedades existen factores que minan poco a poco la vida de los seres humanos.

Reflexionaré sobre la temporada decembrina, que con sus celebraciones y sus fiestas hacen factible que familiares y amigos se reúnan en franca armonía y cordialidad. Es una temporada que de suyo, tiene el encanto de intercambiar sentimientos de amor, regalos y especialidades culinarias. La alegría es el común denominador de la temporada. Pero, el pero que nunca falta, en ocasiones que dentro de la comunidad existen los vicios, que convierten a muchas personas en autómatas que dan lástima, para que grupos de delincuentes adquieran poder económico, a partir de la pérdida de la vida humana.

En reuniones del Consejo de Vialidad y Tránsito comentamos y sentimos un inmenso dolor por las personas que pierden su vida por un accidente generado por la cascada de alcohol y drogas que consumen. Demos a la vida humana su justipreciación estricta y tengamos un enorme aprecio por nuestra vida y, la de nuestros semejantes. Convirtamos esta temporada en una exhibición de ensueño y amor a la vida. Que fluya la alegría y la fraternidad que nos obsequiarán sosiego y paz, dentro del ámbito social en el que nos desenvolvemos. Seamos conscientes del valor que nuestra vida significa para los hijos, los cónyuges, para nuestros padres, nuestros abuelitos y demás seres queridos. Construyamos la alegría y no provoquemos el luto en nuestros amores.

                                              

“La vida es corta y, por desgracia gastamos mucho tiempo pensando cómo se puede disfrutar”.

                                                                                                                Samuel Johnson

                      

La vida humana es inapreciable, sin embargo, existen personas que lo olvidan y acaban con ella de las maneras más inverosímiles. El único ser vivo que planea, utiliza métodos y todos los avances tecnológicos para asesinar a sus semejantes es el Homo sapiens. Las guerras tienen objetivos económicos, matizados de influencias políticas y religiosas. La meta, ni más, ni menos, es matar, acabar con la vida del mayor número de seres humanos. Pero no son los soldados los únicos que mueren, la ciencia se ha especializado para que los grandes fabricantes de armas sean amados por Wall Street, a costa de las matanzas en todas las comarcas del planeta.

Muchos alaban al navegante Cristóbal Colón, por sus viajes de España a la zona caribeña de América. El “rescate” de oro y de objetos nativos fomentó la codicia del “descubridor” (sic) de nuestro enorme continente. Pero el cobarde y cruel genocidio de los nativos de Cuba y de la isla La Española marcaron para siempre la historia de horror y sangre de los recién llegados invasores, eso sí, muy cristianos. Reflexionemos, amables lectores, una invasión de seres extraterrestres, con las consabidas matanzas. La vida humana perdería su valor, ante semejantes hechos. Sin embargo, dentro de nuestras sociedades existen factores que minan poco a poco la vida de los seres humanos.

Reflexionaré sobre la temporada decembrina, que con sus celebraciones y sus fiestas hacen factible que familiares y amigos se reúnan en franca armonía y cordialidad. Es una temporada que de suyo, tiene el encanto de intercambiar sentimientos de amor, regalos y especialidades culinarias. La alegría es el común denominador de la temporada. Pero, el pero que nunca falta, en ocasiones que dentro de la comunidad existen los vicios, que convierten a muchas personas en autómatas que dan lástima, para que grupos de delincuentes adquieran poder económico, a partir de la pérdida de la vida humana.

En reuniones del Consejo de Vialidad y Tránsito comentamos y sentimos un inmenso dolor por las personas que pierden su vida por un accidente generado por la cascada de alcohol y drogas que consumen. Demos a la vida humana su justipreciación estricta y tengamos un enorme aprecio por nuestra vida y, la de nuestros semejantes. Convirtamos esta temporada en una exhibición de ensueño y amor a la vida. Que fluya la alegría y la fraternidad que nos obsequiarán sosiego y paz, dentro del ámbito social en el que nos desenvolvemos. Seamos conscientes del valor que nuestra vida significa para los hijos, los cónyuges, para nuestros padres, nuestros abuelitos y demás seres queridos. Construyamos la alegría y no provoquemos el luto en nuestros amores.