/ sábado 10 de noviembre de 2018

El valor del valor


“El valor es la resistencia al miedo, el dominio del miedo, mas no la ausencia del mismo”


Nada hay que convierta la vida en una prisión, como un espíritu opacado y temeroso.


Para tener una relación aceptable y valiente en el mundo, tenemos que tomar en cuenta que es importante considerar que todos nuestros problemas se dividen en dos clases: la primera, las cosas que podemos dominar, las que podemos controlar; y la segunda, todo aquello que está fuera de nuestro dominio. Es tener sentido común caer en cuenta que es inútil y una pérdida de tiempo en mortificarnos por lo que no podemos evitar, pero que sí podríamos si tuviéramos el valor de tener valor: podemos ir venciendo muchos obstáculos a medida que vayamos desarrollando nuestra voluntad y la confianza en nosotros mismos, algo indispensable ante las crisis y desquiciamientos que se encuentran a las puertas de nuestras vidas con el gobierno entrante.

El rey David cuando apenas era un pastor no tuvo miedo de enfrentarse a Goliat. Rechazó

la coraza de acero que se le ofreció y combatió a su formidable enemigo con la onda y la piedra, armas que conocía bien, y venció. Y así, nosotros debemos luchar y vencer con las armas que tengamos, y no esperar a que la fortuna o el destino nos traigan las armas para iniciar la lucha, la resistencia.

La persona con valor usa las armas que tiene disponibles y que domina, y triunfa. Las armas del rey David parecían despreciables y aun así venció. Lo que en verdad contará no son las calamidades a las que nos hayamos enfrentado, sino la entereza y el valor con las que las hayamos combatido. No es ninguna desgracia caer, sino permanecer caído. Lo importante no es darnos cuenta si caímos, sino si luchamos con valor pleno. Y si llegáramos a morir, no es el que muramos; lo que contará es cómo lo hicimos.


Tener el valor de considerar que lo que es verdad para nosotros en nuestro más íntimo pensamiento, es verdad para todos los que le son fieles a sus principios, es el secreto de la libertad. Y la lucha más dura y difícil es contender con nuestro desaliento.


Siempre tenemos que considerar que el mérito raramente es reconocido con rapidez, y una gran parte de las campañas, ya sean comerciales, militares, morales o intelectuales se llegan a perder si no son conducidas con paciencia y con fe.


Cada día es una nueva oportunidad, y por lo tanto, cada día podemos empezar a hacer algo para poner en práctica nuevas ideas, desarrollar cosas diferentes. Nuestro éxito estará basado en el reconocimiento de los fracasos que hemos sufrido, y en tener el valor para cambiar las cosas.





“El valor es la resistencia al miedo, el dominio del miedo, mas no la ausencia del mismo”


Nada hay que convierta la vida en una prisión, como un espíritu opacado y temeroso.


Para tener una relación aceptable y valiente en el mundo, tenemos que tomar en cuenta que es importante considerar que todos nuestros problemas se dividen en dos clases: la primera, las cosas que podemos dominar, las que podemos controlar; y la segunda, todo aquello que está fuera de nuestro dominio. Es tener sentido común caer en cuenta que es inútil y una pérdida de tiempo en mortificarnos por lo que no podemos evitar, pero que sí podríamos si tuviéramos el valor de tener valor: podemos ir venciendo muchos obstáculos a medida que vayamos desarrollando nuestra voluntad y la confianza en nosotros mismos, algo indispensable ante las crisis y desquiciamientos que se encuentran a las puertas de nuestras vidas con el gobierno entrante.

El rey David cuando apenas era un pastor no tuvo miedo de enfrentarse a Goliat. Rechazó

la coraza de acero que se le ofreció y combatió a su formidable enemigo con la onda y la piedra, armas que conocía bien, y venció. Y así, nosotros debemos luchar y vencer con las armas que tengamos, y no esperar a que la fortuna o el destino nos traigan las armas para iniciar la lucha, la resistencia.

La persona con valor usa las armas que tiene disponibles y que domina, y triunfa. Las armas del rey David parecían despreciables y aun así venció. Lo que en verdad contará no son las calamidades a las que nos hayamos enfrentado, sino la entereza y el valor con las que las hayamos combatido. No es ninguna desgracia caer, sino permanecer caído. Lo importante no es darnos cuenta si caímos, sino si luchamos con valor pleno. Y si llegáramos a morir, no es el que muramos; lo que contará es cómo lo hicimos.


Tener el valor de considerar que lo que es verdad para nosotros en nuestro más íntimo pensamiento, es verdad para todos los que le son fieles a sus principios, es el secreto de la libertad. Y la lucha más dura y difícil es contender con nuestro desaliento.


Siempre tenemos que considerar que el mérito raramente es reconocido con rapidez, y una gran parte de las campañas, ya sean comerciales, militares, morales o intelectuales se llegan a perder si no son conducidas con paciencia y con fe.


Cada día es una nueva oportunidad, y por lo tanto, cada día podemos empezar a hacer algo para poner en práctica nuevas ideas, desarrollar cosas diferentes. Nuestro éxito estará basado en el reconocimiento de los fracasos que hemos sufrido, y en tener el valor para cambiar las cosas.