/ viernes 23 de agosto de 2019

El vestir de las mujeres

Me parece que la mujer piensa que por ser mujer puede vestir como le parezca mejor. Desde niñas las acostumbraron a enseñar los brazos y las piernas, los hombros, el pecho, la espalda. Hoy hasta las ancianitas andan sin mangas. Hoy en día las mujeres andan, en todo el mundo, con unos pantalones tan ajustados que parece que andan desnudas. En este artículo voy a utilizar lo que dicen los sacerdotes. Ellos son los responsables de que los bautizados vistan decentemente.

No hay una propuesta de un cierto vestido para la mujer, porque la moda cambia de nación a nación, porque el vestido es distinto según la moda y según las épocas. Pero sí hay calificativos de una moda digna. Voy a citar la enseñanza de cinco teólogos de la Iglesia, y lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Los tres teólogos y doctores de la Iglesia, uno es papa, y el otro es un obispo. Los doctores son: Tomás de Aquino, Francisco de Sales (que da el nombre a los salesianos) y Alfonso María de Ligorio; de Benedicto XIV, papa; y del obispo americano Arthur Serratelli.

Tomás de Aquino enseña que el vestido debe de ser honesto. Dice literalmente: “Nuestro vestir retrata lo que somos. El cuerpo debe ser vestido en forma natural y sin afectación; con simplicidad, con esmero; no con ropa costosa y deslumbrante”.

Francisco de Sales escribe: “Hay que vestir de una manera adecuada, sin vanidad ni afectación. Con modestia. Hay que vestir apropiadamente”.

Alfonso María de Ligorio afirma: “Es pecaminoso inducir a alguien, con el vestido, a la lujuria. Hombres y mujeres deben tener cuidado con el vestido”.

El papa Benedicto XIV, que inventó la palabra “encíclica” para un documento importante del romano pontífice, en 1921, en la celebración del VII aniversario de la tercera orden franciscana pide a las mujeres, a las que califica de exóticas y bárbaras: “Sean decentes en el vestir”.

El obispo norteamericano Arthur Serratelli predicaba: “La ropa de playa, las sandalias, las camisetas sin manga son inadecuadas para ir a la iglesia”.

El Catecismo de la Iglesia Católica, uno de los frutos del Concilio Vaticano II, fue publicado por el papa San Juan Pablo II, el 11 de octubre de 1992, en los números del 25 21 al 2527, resumo lo que manda: “Hay que vestir con pudor, no mostrar la propia intimidad. Vestir con delicadeza. Hay que rechazar la exhibición del cuerpo, como signo de la dignidad humana. La modestia inspira el modo de vestir”.

Me parece que la mujer piensa que por ser mujer puede vestir como le parezca mejor. Desde niñas las acostumbraron a enseñar los brazos y las piernas, los hombros, el pecho, la espalda. Hoy hasta las ancianitas andan sin mangas. Hoy en día las mujeres andan, en todo el mundo, con unos pantalones tan ajustados que parece que andan desnudas. En este artículo voy a utilizar lo que dicen los sacerdotes. Ellos son los responsables de que los bautizados vistan decentemente.

No hay una propuesta de un cierto vestido para la mujer, porque la moda cambia de nación a nación, porque el vestido es distinto según la moda y según las épocas. Pero sí hay calificativos de una moda digna. Voy a citar la enseñanza de cinco teólogos de la Iglesia, y lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Los tres teólogos y doctores de la Iglesia, uno es papa, y el otro es un obispo. Los doctores son: Tomás de Aquino, Francisco de Sales (que da el nombre a los salesianos) y Alfonso María de Ligorio; de Benedicto XIV, papa; y del obispo americano Arthur Serratelli.

Tomás de Aquino enseña que el vestido debe de ser honesto. Dice literalmente: “Nuestro vestir retrata lo que somos. El cuerpo debe ser vestido en forma natural y sin afectación; con simplicidad, con esmero; no con ropa costosa y deslumbrante”.

Francisco de Sales escribe: “Hay que vestir de una manera adecuada, sin vanidad ni afectación. Con modestia. Hay que vestir apropiadamente”.

Alfonso María de Ligorio afirma: “Es pecaminoso inducir a alguien, con el vestido, a la lujuria. Hombres y mujeres deben tener cuidado con el vestido”.

El papa Benedicto XIV, que inventó la palabra “encíclica” para un documento importante del romano pontífice, en 1921, en la celebración del VII aniversario de la tercera orden franciscana pide a las mujeres, a las que califica de exóticas y bárbaras: “Sean decentes en el vestir”.

El obispo norteamericano Arthur Serratelli predicaba: “La ropa de playa, las sandalias, las camisetas sin manga son inadecuadas para ir a la iglesia”.

El Catecismo de la Iglesia Católica, uno de los frutos del Concilio Vaticano II, fue publicado por el papa San Juan Pablo II, el 11 de octubre de 1992, en los números del 25 21 al 2527, resumo lo que manda: “Hay que vestir con pudor, no mostrar la propia intimidad. Vestir con delicadeza. Hay que rechazar la exhibición del cuerpo, como signo de la dignidad humana. La modestia inspira el modo de vestir”.