/ sábado 25 de enero de 2020

Elija, ¿corruptos o incapaces? ya sin petróleo

El avión presidencial regresó a México después de casi un año de estar en los Estados Unidos sin vender, donde se gastaron unas decenas de millones de pesos en mantenimiento y estacionamiento. El gobernador Corral nos informa que venderán tres helicópteros y comprarán otros más baratos, mientras que decenas de padres desesperados con hijitos con cáncer no encuentran los medicamentos para su tratamiento en los hospitales públicos federales y estatales.

La tragedia alcanza a hombres y mujeres adultos, que dependen de la medicina y los hospitales públicos, cuyos tratamientos contra el cáncer se han visto interrumpidos de manera intermitente en los últimos meses, al tiempo que numerosos gobiernos municipales y estatales continúan endeudándose con los bancos, debido a que las participaciones federales llegan insuficientes tarde y a cuentagotas.

AMLO, los funcionarios de alto nivel de la Secretaría de Hacienda y la función pública declaran que la demora obedece a que el actual gobierno ya no practica la corrupción, que ya se acabó, motivo por lo cual piden paciencia a los mexicanos, en el proceso de lo que se denomina coloquialmente "bajar los recursos federales", cuya demora e insuficiencia no se soluciona.

En esta columna desde las elecciones federales de 2018, hemos ofrecido una y otra vez explicaciones, del porqué simplemente los gobiernos, federal, estatales y municipales, lea usted por favor, simplemente porque ya no van a contar con los recursos a los que nos acostumbramos de mediados de los años 70 a 2012.

Por décima y lo que se le ocurra ocasión, "la beca petrolera se acabó", pero seguimos escuchando que si el Gobierno Federal renegoció miles de millones de dólares para aventar al futuro su liquidación y pagar momentáneamente mensualidades más bajas o que si el gobierno de Corral volvió a pedir $1,500 millones a los bancos para financiar el déficit del gasto, porque ni el presidente, ni los gobernadores, ni los presidentes municipales quieren enfrentar el costo político de reducir en un 10 o 20% el gasto operativo de sus respectivos gobiernos.

No lo hacen, porque significaría despedir miles de burócratas y lastimar las economías de miles de programas públicos, dañando o destruyendo de una vez por todas sus respectivas carreras políticas.

Durante esta irresponsable, criminal y demagógica manipulación política, cientos de miles de mexicanos mayores de edad reciben hoy una pensión bimestralmente. Recursos que deberían de estar aplicándose al mantenimiento de la infraestructura pública del país, como las carreteras, las redes de distribución de agua potable y el transporte como el Metro de la Ciudad de México.

Nuestros ancianitas y ancianitos están muy contentos, porque la inmensa mayoría cuando ve a sus nietecitos, no se dan cuenta que con ese apoyo les están fregando su futuro a los pequeñines actualmente vivos y a las futuras generaciones, que tendrán que pagar el desorbitado costo de reparar o reemplazar parte de la infraestructura pública y social de México, que se pudrió o desbieló anticipada e irresponsablemente. ¡Qué tragedia y ni para dónde voltear!

El avión presidencial regresó a México después de casi un año de estar en los Estados Unidos sin vender, donde se gastaron unas decenas de millones de pesos en mantenimiento y estacionamiento. El gobernador Corral nos informa que venderán tres helicópteros y comprarán otros más baratos, mientras que decenas de padres desesperados con hijitos con cáncer no encuentran los medicamentos para su tratamiento en los hospitales públicos federales y estatales.

La tragedia alcanza a hombres y mujeres adultos, que dependen de la medicina y los hospitales públicos, cuyos tratamientos contra el cáncer se han visto interrumpidos de manera intermitente en los últimos meses, al tiempo que numerosos gobiernos municipales y estatales continúan endeudándose con los bancos, debido a que las participaciones federales llegan insuficientes tarde y a cuentagotas.

AMLO, los funcionarios de alto nivel de la Secretaría de Hacienda y la función pública declaran que la demora obedece a que el actual gobierno ya no practica la corrupción, que ya se acabó, motivo por lo cual piden paciencia a los mexicanos, en el proceso de lo que se denomina coloquialmente "bajar los recursos federales", cuya demora e insuficiencia no se soluciona.

En esta columna desde las elecciones federales de 2018, hemos ofrecido una y otra vez explicaciones, del porqué simplemente los gobiernos, federal, estatales y municipales, lea usted por favor, simplemente porque ya no van a contar con los recursos a los que nos acostumbramos de mediados de los años 70 a 2012.

Por décima y lo que se le ocurra ocasión, "la beca petrolera se acabó", pero seguimos escuchando que si el Gobierno Federal renegoció miles de millones de dólares para aventar al futuro su liquidación y pagar momentáneamente mensualidades más bajas o que si el gobierno de Corral volvió a pedir $1,500 millones a los bancos para financiar el déficit del gasto, porque ni el presidente, ni los gobernadores, ni los presidentes municipales quieren enfrentar el costo político de reducir en un 10 o 20% el gasto operativo de sus respectivos gobiernos.

No lo hacen, porque significaría despedir miles de burócratas y lastimar las economías de miles de programas públicos, dañando o destruyendo de una vez por todas sus respectivas carreras políticas.

Durante esta irresponsable, criminal y demagógica manipulación política, cientos de miles de mexicanos mayores de edad reciben hoy una pensión bimestralmente. Recursos que deberían de estar aplicándose al mantenimiento de la infraestructura pública del país, como las carreteras, las redes de distribución de agua potable y el transporte como el Metro de la Ciudad de México.

Nuestros ancianitas y ancianitos están muy contentos, porque la inmensa mayoría cuando ve a sus nietecitos, no se dan cuenta que con ese apoyo les están fregando su futuro a los pequeñines actualmente vivos y a las futuras generaciones, que tendrán que pagar el desorbitado costo de reparar o reemplazar parte de la infraestructura pública y social de México, que se pudrió o desbieló anticipada e irresponsablemente. ¡Qué tragedia y ni para dónde voltear!