/ domingo 5 de junio de 2022

Emergencia humanitaria ante sequía

Campesinos viven difícil año; ¡y lo que falta!

Chihuahua se ha caracterizado por ser un estado en emergencia de sequía casi permanente, el descenso de lluvias en los últimos años causó un impacto climático catastrófico, tanto que nuestras tierras y el trabajo de nuestros trabajadores se encuentran en riesgo.

Estamos hablando de que hay un preocupante déficit de agua para consumo humano, los que vivimos en Chihuahua ya lo estamos sintiendo. En cuanto al campo chihuahuense, el ciclo agrícola se encuentra en riesgo y la presa La Boquilla se encuentra también en riesgo de cerrarse por exceso de azolve y falta de agua.

La acumulación actual de lluvias para la entidad es muy bajo si comparamos con el año 2021, en donde se acumularon 47.5 mm y este año sólo hubo 16 mm de captación de lluvia.

Es preocupante, por una parte y sumamente importante atender el impacto que esto trae a la producción de maíz, frijol, avena, alfalfa, nuez y a la producción pecuaria.

Hablemos de cifras: La Boquilla se encuentra al 25.7% de su capacidad, La Luis L. León o “El Granero” está al 20% y Las Vírgenes, al 43% de su nivel.

El ciclo agrícola se encuentra en completo riesgo; los tres acuíferos de la ciudad se encuentran casi agotados y sobreexplotados casi en un 76%. Pero peor aún, no se ve un plan transexenal no digamos visionario que atienda el futuro del crecimiento de las principales ciudades.

Quien no conoce de viva voz lo preocupante que son las cifras anteriores, no alcanza a dimensionar lo que un porcentaje puede llegar a afectar a nuestros hermanos agricultores y directamente a nuestro estado grande.

Ya hablamos de cifras, veamos el impacto: sin un pronóstico favorecedor de lluvias en los siguientes meses, los municipios no tendrán riego de cultivos, lo que atraerá un impacto socioeconómico nunca visto, sin acciones definidas y un destino incierto para todos.

Y tenemos que desafiar y enfrentar esta escasez que, si bien también es natural, también se deriva de prácticas modernas y falta de visión integral a largo plazo que van en contra de favorecer a la población.

La industria, la deforestación, el uso incorrecto del recurso hídrico, sólo agudiza más el problema, y es de urgencia que atendamos la vulnerabilidad en la que se encuentra el ciclo agrícola para poder asegurar una buena cosecha y el acceso al vital líquido.

No nos depara un año alentador, el extremo calor a escasas semanas de haber comenzado el ciclo agrícola posiciona a los productores del centro-sur en una situación muy precaria.

Incendios forestales, condiciones climáticas extremas, escasez de agua para consumo humano, un ciclo agrícola incierto, un estado y una ciudad sin acceso a agua potable, restricciones de agua en cientos de colonias, sólo nos muestran el pronóstico que hace dos años imaginábamos cuando comenzó el conflicto agrícola con el gobierno federal.

Dos años de un conflicto por la lucha por el agua y el gobierno federal no tiene un plan emergente para apoyar la agricultura en nuestro país y menos en Chihuahua.

Alzo la voz para hacer un llamado al gobierno del estado para implementar de inmediato un plan de emergencia, y una estrategia desde la Secretaría de Desarrollo Rural y las organizaciones civiles para coordinar una atención urgente a las zonas más vulnerables, ya es tarde, pero algo se puede lograr si actúan ya.


Campesinos viven difícil año; ¡y lo que falta!

Chihuahua se ha caracterizado por ser un estado en emergencia de sequía casi permanente, el descenso de lluvias en los últimos años causó un impacto climático catastrófico, tanto que nuestras tierras y el trabajo de nuestros trabajadores se encuentran en riesgo.

Estamos hablando de que hay un preocupante déficit de agua para consumo humano, los que vivimos en Chihuahua ya lo estamos sintiendo. En cuanto al campo chihuahuense, el ciclo agrícola se encuentra en riesgo y la presa La Boquilla se encuentra también en riesgo de cerrarse por exceso de azolve y falta de agua.

La acumulación actual de lluvias para la entidad es muy bajo si comparamos con el año 2021, en donde se acumularon 47.5 mm y este año sólo hubo 16 mm de captación de lluvia.

Es preocupante, por una parte y sumamente importante atender el impacto que esto trae a la producción de maíz, frijol, avena, alfalfa, nuez y a la producción pecuaria.

Hablemos de cifras: La Boquilla se encuentra al 25.7% de su capacidad, La Luis L. León o “El Granero” está al 20% y Las Vírgenes, al 43% de su nivel.

El ciclo agrícola se encuentra en completo riesgo; los tres acuíferos de la ciudad se encuentran casi agotados y sobreexplotados casi en un 76%. Pero peor aún, no se ve un plan transexenal no digamos visionario que atienda el futuro del crecimiento de las principales ciudades.

Quien no conoce de viva voz lo preocupante que son las cifras anteriores, no alcanza a dimensionar lo que un porcentaje puede llegar a afectar a nuestros hermanos agricultores y directamente a nuestro estado grande.

Ya hablamos de cifras, veamos el impacto: sin un pronóstico favorecedor de lluvias en los siguientes meses, los municipios no tendrán riego de cultivos, lo que atraerá un impacto socioeconómico nunca visto, sin acciones definidas y un destino incierto para todos.

Y tenemos que desafiar y enfrentar esta escasez que, si bien también es natural, también se deriva de prácticas modernas y falta de visión integral a largo plazo que van en contra de favorecer a la población.

La industria, la deforestación, el uso incorrecto del recurso hídrico, sólo agudiza más el problema, y es de urgencia que atendamos la vulnerabilidad en la que se encuentra el ciclo agrícola para poder asegurar una buena cosecha y el acceso al vital líquido.

No nos depara un año alentador, el extremo calor a escasas semanas de haber comenzado el ciclo agrícola posiciona a los productores del centro-sur en una situación muy precaria.

Incendios forestales, condiciones climáticas extremas, escasez de agua para consumo humano, un ciclo agrícola incierto, un estado y una ciudad sin acceso a agua potable, restricciones de agua en cientos de colonias, sólo nos muestran el pronóstico que hace dos años imaginábamos cuando comenzó el conflicto agrícola con el gobierno federal.

Dos años de un conflicto por la lucha por el agua y el gobierno federal no tiene un plan emergente para apoyar la agricultura en nuestro país y menos en Chihuahua.

Alzo la voz para hacer un llamado al gobierno del estado para implementar de inmediato un plan de emergencia, y una estrategia desde la Secretaría de Desarrollo Rural y las organizaciones civiles para coordinar una atención urgente a las zonas más vulnerables, ya es tarde, pero algo se puede lograr si actúan ya.