/ domingo 18 de julio de 2021

En el centenario de su natalicio Franco Corelli, la voz, la presencia

A mi dilecto amigo Héctor Sosa, músico y contratenor de prosapia

En mi libro sobre el gran polígrafo Rafael Solana dedicó un apartado a su pasión por la música y por la ópera, y en sus muy aleccionadoras conversaciones en derredor de esta querencia compartida, el notable tenor italiano Franco Corelli aparecía con frecuencia. También una de mis voces preferidas, y si bien yo no tuve la fortuna de oírlo en vivo, me refirió funciones memorables con él, donde sus sabidas limitaciones se diluían en cuanto se escuchaba su bello y poderoso registro que remontaba hasta el último resquicio del teatro, y sus dotes histriónicas y gran presencia dominaban el escenario. Quien compartió escena con las más de las otras grandes constelaciones líricas de buena parte del siglo XX, la propia Callas confirmó admirarlo y ser uno de los tenores con quien mejor se sentió.

Este año se celebra el centenario del natalicio de este figurón del belcanto que estuvo en activo por más de dos décadas, sobresaliendo por poseer una técnica de laringe baja única, con consenso generalizado tanto en la seductora belleza de su timbre como en la envolvente potencia de su emisión, en el uso de la mezzavoce y el legato, con soprendentes diminuendos que otros tantos cantantes con su poder no podían acometer. Su carismática presencia y su conmovedor esplendor vocal lo hicieron uno de los tenores spinto y dramáticos más exitosos de la posgerra, y el propio don Rafael me decía que verlo y escucharlo interpretando los personajes más socorridos de este vasto repertorio para su tesitura era una experiencia electrizante, donde su canto apasionado y sus poderosas y sostenidas notas agudas ––de timbre siempre claro y aterciopelado–– conducían al auténtico paroxismo.

Una de las figuras con más larga y fructífera carrera en la Metropolitan Opera House de Nueva York y otros importantes foros europeos de tradición como La Scala de Milán y el Covent Garden de Londres, tuvo en repertorio los protagónicos para tenor de Carmen, de Bizet; Cavalleria rusticana, de Mascagni; Payasos, de Leoncavallo; Adriana Lecouvreur, de Cilea; Romeo y Julieta, de Gounod. No menos célebres de igual modo fueron su Andrea Chénier, de Giordano; y de su amado Verdi, Aida, El trovador, La fuerza del destino, Don Carlo y Ernani; y de su no menos querido Puccini, Tosca, La fanciulla del West y por supuesto Turandot cuya grabación con la soprano wagneriana sueca Birgit Nilsson sigue siendo icónica. Con La Divina tendría algunos de sus mayores triunfos: Norma y El pirata, de Bellini; La vestale, de Spontini; Fedora, de Giordano; Poliuto, de Donizetti.

Con un vacío se quedó en su triunfal carrera, y es no haber interpretado nunca el Otelo, de Giuseppe Verdi, porque dadas sus características vocales le venía como anillo al dedo. Sin embargo, registros suyos de óperas completas en estudio y en vivo hay por fortuna muchos, y otros de recitales o antológicos con arias y/o canciones, como constancia imperecedera de su talento y de sus excepcionales facultades vocales.




A mi dilecto amigo Héctor Sosa, músico y contratenor de prosapia

En mi libro sobre el gran polígrafo Rafael Solana dedicó un apartado a su pasión por la música y por la ópera, y en sus muy aleccionadoras conversaciones en derredor de esta querencia compartida, el notable tenor italiano Franco Corelli aparecía con frecuencia. También una de mis voces preferidas, y si bien yo no tuve la fortuna de oírlo en vivo, me refirió funciones memorables con él, donde sus sabidas limitaciones se diluían en cuanto se escuchaba su bello y poderoso registro que remontaba hasta el último resquicio del teatro, y sus dotes histriónicas y gran presencia dominaban el escenario. Quien compartió escena con las más de las otras grandes constelaciones líricas de buena parte del siglo XX, la propia Callas confirmó admirarlo y ser uno de los tenores con quien mejor se sentió.

Este año se celebra el centenario del natalicio de este figurón del belcanto que estuvo en activo por más de dos décadas, sobresaliendo por poseer una técnica de laringe baja única, con consenso generalizado tanto en la seductora belleza de su timbre como en la envolvente potencia de su emisión, en el uso de la mezzavoce y el legato, con soprendentes diminuendos que otros tantos cantantes con su poder no podían acometer. Su carismática presencia y su conmovedor esplendor vocal lo hicieron uno de los tenores spinto y dramáticos más exitosos de la posgerra, y el propio don Rafael me decía que verlo y escucharlo interpretando los personajes más socorridos de este vasto repertorio para su tesitura era una experiencia electrizante, donde su canto apasionado y sus poderosas y sostenidas notas agudas ––de timbre siempre claro y aterciopelado–– conducían al auténtico paroxismo.

Una de las figuras con más larga y fructífera carrera en la Metropolitan Opera House de Nueva York y otros importantes foros europeos de tradición como La Scala de Milán y el Covent Garden de Londres, tuvo en repertorio los protagónicos para tenor de Carmen, de Bizet; Cavalleria rusticana, de Mascagni; Payasos, de Leoncavallo; Adriana Lecouvreur, de Cilea; Romeo y Julieta, de Gounod. No menos célebres de igual modo fueron su Andrea Chénier, de Giordano; y de su amado Verdi, Aida, El trovador, La fuerza del destino, Don Carlo y Ernani; y de su no menos querido Puccini, Tosca, La fanciulla del West y por supuesto Turandot cuya grabación con la soprano wagneriana sueca Birgit Nilsson sigue siendo icónica. Con La Divina tendría algunos de sus mayores triunfos: Norma y El pirata, de Bellini; La vestale, de Spontini; Fedora, de Giordano; Poliuto, de Donizetti.

Con un vacío se quedó en su triunfal carrera, y es no haber interpretado nunca el Otelo, de Giuseppe Verdi, porque dadas sus características vocales le venía como anillo al dedo. Sin embargo, registros suyos de óperas completas en estudio y en vivo hay por fortuna muchos, y otros de recitales o antológicos con arias y/o canciones, como constancia imperecedera de su talento y de sus excepcionales facultades vocales.