/ domingo 3 de julio de 2022

En la orfandad nuestros pueblos originarios

La sierra, manchada de crímenes y asesinatos

Homenaje a ambientalista, jesuitas y comunidades víctimas directas e indirectas del crimen

Por: Brenda Ríos

Las cifras no mienten: tres asesinatos a sangre fría se cometieron recientemente en nuestra Sierra Tarahumara, crímenes efectuados por el narco que gobierna nuestras tierras y que actualmente ha condenado al exilio a más de 770 indígenas por la violencia que se respira en el corazón de nuestro estado.

Chihuahua, tierra de nadie; gobiernos y promesas que a lo largo de los sexenios

provocaron una guerra y protección entre ambos bandos, hechos que se reducen a la actual y casi pactada ola de violencia que azota a nuestro estado, como ejemplo la incidencia en homicidios: son 118 asesinatos registrados en el estado en el mes de junio, 39 cometidos en la ciudad y 79 en Ciudad Juárez.

Las tierras gobernadas por el crimen han sido testigos también de hechos lamentables, pues Chihuahua se coloca como uno de los estados más peligrosos para defensores ambientales… se han metido con el pueblo, nuestros sacerdotes y nuestros ambientalistas.

Este editorial en homenaje a los 58 ambientalistas que han muerto a mano del crimen organizado alrededor del país en la administración actual; a las víctimas directas del crimen: comunidades indígenas de nuestra Sierra Tarahumara; a Juan Ontiveros Ramos, a los hermanos y ambientalistas Baldenegro y claro a Javier Campos, Joaquín Mora y Pedro Palma; los tres recientemente asesinados en Cerocahui.

La cifra indica que el 2021 fue el año más peligroso y violento para ambientalistas, pues en ese año se registró el asesinato de 25 ambientalistas, siete más en comparación al año 2020; sin embargo, el asesinato del segundo hermano Baldenegro en 2022, reavivó una problemática que se deriva en su mayoría por la tala ilegal de bosques

Las cifras son alarmantes y las acciones han sido pocas; el despliegue de operativos sólo sucede cada que se comete algún crimen y son las comunidades quienes de viva voz han expresado sentirse en orfandad por parte de las autoridades locales y federales.

No hace falta definir la palabra orfandad, cuando los hechos describen a un estado y comunidades lideradas por criminales, autoridades coludidas y municipios que se encuentran y sobreviven sin seguridad policial por las amenazas a las que son sometidos por el crimen organizado.

¿Cómo sobreviven? ¿Es una lucha entre los más fuertes, aptos o sólo vivimos para sobrevivir en un estado corrupto y hostil?... Abro la pregunta al aire a modo de reflexión: ¿Qué costo hay que seguir pagando por la defensa de nuestro ecosistema y tierras?

Es una defensa de alto riesgo, una realidad que parece sacada de una película, donde nunca triunfa el bien y los cuerpos de los protectores de nuestro medioambiente se acumulan en una pila de olvido, he visto con mis ojos la lucha de todos ellos, es una burla y una impotencia cómo pareciera que todo es en vano, dan su vida para convertirse en una cifra más para los gobiernos, qué dolor y qué impotencia… mientras nuestros políticos de todos los niveles siguen aventándose la pelotita y no asumen sus responsabilidades, pareciera que cuando llegan al poder no saben lo complejo que es gobernar un estado con tantos matices, o sea la de siempre, el poder por el poder sin causas sin ideales sin convicción.

Hagamos un grito que permita visibilizar cada historia, de cada defensor que se fue en la defensa de los territorios. Un grito en búsqueda de justicia, por clamar respuestas y acciones que nos protejan ante este panorama violento e incierto, porque sí algo es seguro es que la impunidad impera y nos abraza en este estado que le llora a sus muertas, a sus desaparecidos y a sus víctimas.

La sierra, manchada de crímenes y asesinatos

Homenaje a ambientalista, jesuitas y comunidades víctimas directas e indirectas del crimen

Por: Brenda Ríos

Las cifras no mienten: tres asesinatos a sangre fría se cometieron recientemente en nuestra Sierra Tarahumara, crímenes efectuados por el narco que gobierna nuestras tierras y que actualmente ha condenado al exilio a más de 770 indígenas por la violencia que se respira en el corazón de nuestro estado.

Chihuahua, tierra de nadie; gobiernos y promesas que a lo largo de los sexenios

provocaron una guerra y protección entre ambos bandos, hechos que se reducen a la actual y casi pactada ola de violencia que azota a nuestro estado, como ejemplo la incidencia en homicidios: son 118 asesinatos registrados en el estado en el mes de junio, 39 cometidos en la ciudad y 79 en Ciudad Juárez.

Las tierras gobernadas por el crimen han sido testigos también de hechos lamentables, pues Chihuahua se coloca como uno de los estados más peligrosos para defensores ambientales… se han metido con el pueblo, nuestros sacerdotes y nuestros ambientalistas.

Este editorial en homenaje a los 58 ambientalistas que han muerto a mano del crimen organizado alrededor del país en la administración actual; a las víctimas directas del crimen: comunidades indígenas de nuestra Sierra Tarahumara; a Juan Ontiveros Ramos, a los hermanos y ambientalistas Baldenegro y claro a Javier Campos, Joaquín Mora y Pedro Palma; los tres recientemente asesinados en Cerocahui.

La cifra indica que el 2021 fue el año más peligroso y violento para ambientalistas, pues en ese año se registró el asesinato de 25 ambientalistas, siete más en comparación al año 2020; sin embargo, el asesinato del segundo hermano Baldenegro en 2022, reavivó una problemática que se deriva en su mayoría por la tala ilegal de bosques

Las cifras son alarmantes y las acciones han sido pocas; el despliegue de operativos sólo sucede cada que se comete algún crimen y son las comunidades quienes de viva voz han expresado sentirse en orfandad por parte de las autoridades locales y federales.

No hace falta definir la palabra orfandad, cuando los hechos describen a un estado y comunidades lideradas por criminales, autoridades coludidas y municipios que se encuentran y sobreviven sin seguridad policial por las amenazas a las que son sometidos por el crimen organizado.

¿Cómo sobreviven? ¿Es una lucha entre los más fuertes, aptos o sólo vivimos para sobrevivir en un estado corrupto y hostil?... Abro la pregunta al aire a modo de reflexión: ¿Qué costo hay que seguir pagando por la defensa de nuestro ecosistema y tierras?

Es una defensa de alto riesgo, una realidad que parece sacada de una película, donde nunca triunfa el bien y los cuerpos de los protectores de nuestro medioambiente se acumulan en una pila de olvido, he visto con mis ojos la lucha de todos ellos, es una burla y una impotencia cómo pareciera que todo es en vano, dan su vida para convertirse en una cifra más para los gobiernos, qué dolor y qué impotencia… mientras nuestros políticos de todos los niveles siguen aventándose la pelotita y no asumen sus responsabilidades, pareciera que cuando llegan al poder no saben lo complejo que es gobernar un estado con tantos matices, o sea la de siempre, el poder por el poder sin causas sin ideales sin convicción.

Hagamos un grito que permita visibilizar cada historia, de cada defensor que se fue en la defensa de los territorios. Un grito en búsqueda de justicia, por clamar respuestas y acciones que nos protejan ante este panorama violento e incierto, porque sí algo es seguro es que la impunidad impera y nos abraza en este estado que le llora a sus muertas, a sus desaparecidos y a sus víctimas.