/ miércoles 24 de febrero de 2021

Energía desperdiciada

Se habla mucho de la energía que fluye en todo alrededor, ¿pero quién la considera? ¿Quién la siente? ¿Quién cree en ella?

Vivimos en un mundo donde ver es creer, para muchos lo que no se ve no es real, no existe, no cuenta. Y con todos esos pensamientos y creencias se pierde la conexión con una vitalidad que fluye en una constancia bondadosa. ¡La energía es como el aire, gratuita! Revolotea en nosotros y a nuestro alrededor para darnos todos sus beneficios y si no la sentimos es porque no ponemos atención.

Caminar descalzo, ¿cuándo fue la última vez que lo hiciste? ¿Se te hace inconcebible? ¿Por qué? Los zapatos protegen nuestros pies en sus muchos estilos, tenemos desde pantuflas hasta los de una ocasión especial. Se podría decir que gracias a ellos hemos “llegado muy lejos” y perdimos contacto con la tierra. Si la energía se pudiera ver a simple vista en cada pisada, veríamos como esa fuerza energética que brota de nosotros y del alrededor fluye para alimentar cuerpo, mente y espíritu.

Recuerdo a mi mamá caminando temprano en la mañana descalza en el pasto. También supe de una señora que estaba muy enferma y abrazaba los árboles para que éstos con su energía la vitalizaran, y yo creía que eso era para personas que se sentían mal o que ya enfermas debían recurrir a todo para recuperar su salud. ¡Y qué equivocada estaba!

Muchos no caminan descalzos por una creencia absurda ¡No pises el suelo frío porque te enfermas! Y si lo crees y lo declaras ¡Claro que te enfermas!

La oportunidad de que las personas se descalcen, es cuando visitan algún lugar natural donde hay agua y hay que quitarse los zapatos: la playa, un río o lago, pero con lo de la contaminación se teme pisar un vidrio, o algún objeto puntiagudo, así que hasta en esas grandes oportunidades de aprovechar esa recarga de energía se bloquea con zapatos.

¡Si caminas descalzo no te pasa nada! Puedes empezar a practicar ese pensamiento y pisar el pasto, la tierra, el piso, cerrar los ojos y visualizar como eso que no ves, está y te renueva.

Antes me asombraba de ver a nuestros hermanos tarahumaras con sus sandalias en pleno invierno y pensaba ¡Necesitan zapatos! Y qué equivocada estaba, más bien yo necesitaba quitarme los míos.

¡Pisa el suelo! No te va a pasar nada malo, al contrario te cargarás de energía, pero algo muy importante es que antes trabajes en las ideas que tienes al respecto de pisar el suelo y enfermarte, porque he ahí otra energía impresionantemente potente: Tu mente.

¡Que los niños vuelvan a andar descalzos, que jueguen de nuevo en la tierra, que vuelva esa conexión con la naturaleza! Y que los adultos los acompañemos para darles un ejemplo que los revitalizará de por vida.

Vigilante: No puedo dejar de mencionar que la industria del calzado es un monstruo impresionante, que como tal ataca a la naturaleza con su producción, transporte y desechos. Di no al exceso de zapatos.

Se habla mucho de la energía que fluye en todo alrededor, ¿pero quién la considera? ¿Quién la siente? ¿Quién cree en ella?

Vivimos en un mundo donde ver es creer, para muchos lo que no se ve no es real, no existe, no cuenta. Y con todos esos pensamientos y creencias se pierde la conexión con una vitalidad que fluye en una constancia bondadosa. ¡La energía es como el aire, gratuita! Revolotea en nosotros y a nuestro alrededor para darnos todos sus beneficios y si no la sentimos es porque no ponemos atención.

Caminar descalzo, ¿cuándo fue la última vez que lo hiciste? ¿Se te hace inconcebible? ¿Por qué? Los zapatos protegen nuestros pies en sus muchos estilos, tenemos desde pantuflas hasta los de una ocasión especial. Se podría decir que gracias a ellos hemos “llegado muy lejos” y perdimos contacto con la tierra. Si la energía se pudiera ver a simple vista en cada pisada, veríamos como esa fuerza energética que brota de nosotros y del alrededor fluye para alimentar cuerpo, mente y espíritu.

Recuerdo a mi mamá caminando temprano en la mañana descalza en el pasto. También supe de una señora que estaba muy enferma y abrazaba los árboles para que éstos con su energía la vitalizaran, y yo creía que eso era para personas que se sentían mal o que ya enfermas debían recurrir a todo para recuperar su salud. ¡Y qué equivocada estaba!

Muchos no caminan descalzos por una creencia absurda ¡No pises el suelo frío porque te enfermas! Y si lo crees y lo declaras ¡Claro que te enfermas!

La oportunidad de que las personas se descalcen, es cuando visitan algún lugar natural donde hay agua y hay que quitarse los zapatos: la playa, un río o lago, pero con lo de la contaminación se teme pisar un vidrio, o algún objeto puntiagudo, así que hasta en esas grandes oportunidades de aprovechar esa recarga de energía se bloquea con zapatos.

¡Si caminas descalzo no te pasa nada! Puedes empezar a practicar ese pensamiento y pisar el pasto, la tierra, el piso, cerrar los ojos y visualizar como eso que no ves, está y te renueva.

Antes me asombraba de ver a nuestros hermanos tarahumaras con sus sandalias en pleno invierno y pensaba ¡Necesitan zapatos! Y qué equivocada estaba, más bien yo necesitaba quitarme los míos.

¡Pisa el suelo! No te va a pasar nada malo, al contrario te cargarás de energía, pero algo muy importante es que antes trabajes en las ideas que tienes al respecto de pisar el suelo y enfermarte, porque he ahí otra energía impresionantemente potente: Tu mente.

¡Que los niños vuelvan a andar descalzos, que jueguen de nuevo en la tierra, que vuelva esa conexión con la naturaleza! Y que los adultos los acompañemos para darles un ejemplo que los revitalizará de por vida.

Vigilante: No puedo dejar de mencionar que la industria del calzado es un monstruo impresionante, que como tal ataca a la naturaleza con su producción, transporte y desechos. Di no al exceso de zapatos.