/ viernes 22 de enero de 2021

Error o verdad

¿Por qué será que en nuestro mundo hay tantos problemas? La experiencia nos dice que donde entra el factor humano las cosas se complican. Algunos culpan al sentimentalismo de las mujeres; ellas lo atribuyen a la falta de sensibilidad de los hombres; otros opinan que es por el oportunismo de los políticos; hay quienes acusan a los ignorantes por dejarse arrastrar por las ideologías; y no faltan los que piensan que son los empresarios por su falta de conciencia social.

En mi opinión, todas estas acusaciones tienen fundamento pero, ninguna puede tomarse como la postura absoluta, pues cada vez que generalizamos —que universalizamos— estamos cometiendo injusticias. La realidad no está pintada de blanco y negro. Hay muchos colores, y en cada uno diversos tonos. Solemos cometer errores al tratar de simplificar al máximo nuestros juicios.

Cada vez que hacemos juicios de valor sobre las personas formando grupos en nuestras mentes estamos cometiendo un error importante, pues cada segmento de la humanidad está compuesto por individuos con características diferentes: por su genética, su ambiente familiar, la época que les tocó vivir, el o los lugares donde pasaron su infancia y juventud y, de una manera muy especial, la cantidad y calidad de cariño o la ausencia de éste desde los primeros días de sus vidas.

Muchas personas famosas han dicho frases lapidarias que nos pueden resultar acertadas y simpáticas, pero la verdad no depende de quien la diga, sino de su adecuación a la realidad. Así pues, alguien sin estudios puede hacer comentarios y dar consejos certeros y oportunos, y otras personas con preparación y puestos importantes corren el peligro de equivocarse. Pero también es cierto que existen y han existido personas famosas cuyas afirmaciones fueron y seguirán siendo válidas en todo momento, pues el ser humano tiene una esencia que no cambia, puesto que la esencia es lo que hace que algo sea lo que es.

Así podemos entender que las virtudes siempre serán válidas, y los defectos, vicios y errores seguirán siendo negativos. No es lo mismo la verdad que la mentira, el valor que la cobardía, la honradez que la injusticia, la lealtad que la infidelidad, la decencia que la impudicia, etc.

“Conservador”, por ejemplo, suele usarse como insulto, pero también puede ser una gran cualidad, pues conservar la fe en Dios y el respeto y amor coherente a la familia, los amigos y la patria, es algo muy bueno.

Estamos atravesando una época en la que se aceptan y defienden algunas perversiones en pro de la libertad de las conciencias, y por ello se critica a quienes defienden los principios morales diciendo de ellos que son personas de mentes cerradas e incluso, fanáticos y, por lo mismo, los que aceptan y practican el libertinaje se definen a sí mismos como personas de mente abierta. ¡Cuidado! Cuando una persona, grupo o sociedad aceptan estos criterios lo más seguro es que estemos ante la falta de principios.


www.padrealejandro.org


¿Por qué será que en nuestro mundo hay tantos problemas? La experiencia nos dice que donde entra el factor humano las cosas se complican. Algunos culpan al sentimentalismo de las mujeres; ellas lo atribuyen a la falta de sensibilidad de los hombres; otros opinan que es por el oportunismo de los políticos; hay quienes acusan a los ignorantes por dejarse arrastrar por las ideologías; y no faltan los que piensan que son los empresarios por su falta de conciencia social.

En mi opinión, todas estas acusaciones tienen fundamento pero, ninguna puede tomarse como la postura absoluta, pues cada vez que generalizamos —que universalizamos— estamos cometiendo injusticias. La realidad no está pintada de blanco y negro. Hay muchos colores, y en cada uno diversos tonos. Solemos cometer errores al tratar de simplificar al máximo nuestros juicios.

Cada vez que hacemos juicios de valor sobre las personas formando grupos en nuestras mentes estamos cometiendo un error importante, pues cada segmento de la humanidad está compuesto por individuos con características diferentes: por su genética, su ambiente familiar, la época que les tocó vivir, el o los lugares donde pasaron su infancia y juventud y, de una manera muy especial, la cantidad y calidad de cariño o la ausencia de éste desde los primeros días de sus vidas.

Muchas personas famosas han dicho frases lapidarias que nos pueden resultar acertadas y simpáticas, pero la verdad no depende de quien la diga, sino de su adecuación a la realidad. Así pues, alguien sin estudios puede hacer comentarios y dar consejos certeros y oportunos, y otras personas con preparación y puestos importantes corren el peligro de equivocarse. Pero también es cierto que existen y han existido personas famosas cuyas afirmaciones fueron y seguirán siendo válidas en todo momento, pues el ser humano tiene una esencia que no cambia, puesto que la esencia es lo que hace que algo sea lo que es.

Así podemos entender que las virtudes siempre serán válidas, y los defectos, vicios y errores seguirán siendo negativos. No es lo mismo la verdad que la mentira, el valor que la cobardía, la honradez que la injusticia, la lealtad que la infidelidad, la decencia que la impudicia, etc.

“Conservador”, por ejemplo, suele usarse como insulto, pero también puede ser una gran cualidad, pues conservar la fe en Dios y el respeto y amor coherente a la familia, los amigos y la patria, es algo muy bueno.

Estamos atravesando una época en la que se aceptan y defienden algunas perversiones en pro de la libertad de las conciencias, y por ello se critica a quienes defienden los principios morales diciendo de ellos que son personas de mentes cerradas e incluso, fanáticos y, por lo mismo, los que aceptan y practican el libertinaje se definen a sí mismos como personas de mente abierta. ¡Cuidado! Cuando una persona, grupo o sociedad aceptan estos criterios lo más seguro es que estemos ante la falta de principios.


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