/ martes 3 de julio de 2018

Es momento de reconciliación

El domingo acaeció el día más importante en la democracia de nuestro país: las elecciones, que fueron de las más relevantes en décadas y como era previsible, AMLO será el nuevo presidente de la república. Algunos lo eligieron con la mente, otros con el corazón y hubo quien lo hizo con las vísceras. Indiscutiblemente, ello marca un cambio en el rumbo del país, quizá muy necesario, pues somos el producto de un pasado quebrantado, sofocado en conflictos, violencia, corrupción, desigualdades, hartazgo y frustración.

Al cierre de las casillas, López Obrador dio su discurso (muy emotivo) como virtual ganador y llamó a “la ciudadanía a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, el interés superior, el interés general”. Dijo que el Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos sin distinción alguna. Indiscutiblemente, la sociedad está molesta y es apremiante una reconciliación primero con uno mismo, con los demás y con la nación, para aspirar a un sano desarrollo en paz.

Respecto a la reconciliación, Woodhouse refiere que implica restaurar las relaciones quebrantadas y aprender a vivir de manera no violenta a pesar de las diferencias tan radicales. Es un proceso complejo compuesto por varios componentes y nos corresponde hacerlo a todos. Ese proceso constituye la esencia de la transformación que busca la resolución de conflictos para construir la paz, tan apremiante en nuestro país, y una manera para lograrlo es asimilar el pasado como fortaleza de nuestra evolución y entender lo sucedido para evitar que la historia se repita.

Necesitamos edificar relaciones basadas en confianza y respeto, y para ello el diálogo es fundamental. Debemos aprender a vivir juntos entendiendo que el cambio no recae en una persona, sino en cada uno de nosotros, tomando responsabilidad de nuestras acciones y participando activamente en un nuevo proyecto de nación. Se requerirá de voluntad, humildad, paciencia y la participación activa de la comunidad, con el ánimo de restablecer las relaciones hacia un fin común, dejando las diferencias atrás.

Para que el nuevo presidente triunfe, deberá erigir el baluarte de la reconciliación, el respeto a los Derechos Humanos y restaurar la confianza y la seguridad en la sociedad. Jamás dejemos de cuestionar y exigir, es nuestro derecho. La democracia imperó, seamos corresponsables y construyamos juntos a través de la reconciliación, la paz en general.

yanez_flor@hotmail.com


El domingo acaeció el día más importante en la democracia de nuestro país: las elecciones, que fueron de las más relevantes en décadas y como era previsible, AMLO será el nuevo presidente de la república. Algunos lo eligieron con la mente, otros con el corazón y hubo quien lo hizo con las vísceras. Indiscutiblemente, ello marca un cambio en el rumbo del país, quizá muy necesario, pues somos el producto de un pasado quebrantado, sofocado en conflictos, violencia, corrupción, desigualdades, hartazgo y frustración.

Al cierre de las casillas, López Obrador dio su discurso (muy emotivo) como virtual ganador y llamó a “la ciudadanía a la reconciliación y a poner por encima de los intereses personales, el interés superior, el interés general”. Dijo que el Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos sin distinción alguna. Indiscutiblemente, la sociedad está molesta y es apremiante una reconciliación primero con uno mismo, con los demás y con la nación, para aspirar a un sano desarrollo en paz.

Respecto a la reconciliación, Woodhouse refiere que implica restaurar las relaciones quebrantadas y aprender a vivir de manera no violenta a pesar de las diferencias tan radicales. Es un proceso complejo compuesto por varios componentes y nos corresponde hacerlo a todos. Ese proceso constituye la esencia de la transformación que busca la resolución de conflictos para construir la paz, tan apremiante en nuestro país, y una manera para lograrlo es asimilar el pasado como fortaleza de nuestra evolución y entender lo sucedido para evitar que la historia se repita.

Necesitamos edificar relaciones basadas en confianza y respeto, y para ello el diálogo es fundamental. Debemos aprender a vivir juntos entendiendo que el cambio no recae en una persona, sino en cada uno de nosotros, tomando responsabilidad de nuestras acciones y participando activamente en un nuevo proyecto de nación. Se requerirá de voluntad, humildad, paciencia y la participación activa de la comunidad, con el ánimo de restablecer las relaciones hacia un fin común, dejando las diferencias atrás.

Para que el nuevo presidente triunfe, deberá erigir el baluarte de la reconciliación, el respeto a los Derechos Humanos y restaurar la confianza y la seguridad en la sociedad. Jamás dejemos de cuestionar y exigir, es nuestro derecho. La democracia imperó, seamos corresponsables y construyamos juntos a través de la reconciliación, la paz en general.

yanez_flor@hotmail.com