/ jueves 13 de febrero de 2020

Escribiendo

“Si no quieres perderte en el olvido, escribe cosas dignas de leerse o haz cosas dignas de escribirse”

- Cristóbal Terrer -

Y cuando menos lo esperabas el pensamiento se convirtió en letra, la letra en escritura, la escritura en palabra y la palabra en una incansable viajera que, aunque muchos han hecho hasta lo imposible por detenerla, jamás lo han logrado, ni lo lograrán. El pensamiento transformado en palabra para con ella llevar a cabo una acción es lo que le brinda esencia a la libertad de expresión, esa misma que se conquista día con día para beneplácito de muchos y malestar de unos cuantos.

¿Y tú porqué escribes?, si ni te pagan, me cuestionan constantemente con gran curiosidad y aunque nunca he otorgado una respuesta convincente (probablemente no exista) mi contestación es y seguirá siendo: Escribo para que me lean.

Muchas respuestas pueden abundar ante la dura pregunta del porqué escribir, unos lo hacen para mostrar su completo desacuerdo contra lo que nos establecen como obligatorio, otros lo hacen para ser recordados en el infinito y más allá, otros para aminorar el tiempo, para liberarse de alguna fuerte atadura, hay quienes escriben para con sus letras tratar de ayudar al desesperado, para auto comprenderse, para enseñar y aprender y hay quienes derraman su tinta solo para divertirse. Todas las respuestas son legítimas ¿quién nos dice lo contrario?

A quien escribe le gusta todo, es decir, no le gusta la nada porque en la nada carecen los sonidos, los colores, los sabores, pero sobre todo las palabras, el eje principal de todo aquel que hace sudar a la pluma y que nos regala parte de su preciado tiempo. Hay quienes experimentan un ridículo miedo para escribir y no se atreven a hacerlo, creer que escribir es una tarea que solo los grandes y cultos literarios lo pueden hacer es tan absurdo como no salir a jugar al futbol porque no tenemos las habilidades del Chicharito o de Lionel Messi. Todos podemos (y de alguna manera hasta debemos) escribir; el autor de “El Retrato de Dorian Gray” desde su esteticismo sostenía que para escribir solo había dos requerimientos: tener algo que decir y decirlo.

Desde el 2004 El Heraldo de Chihuahua me ha permitido compartir con el atrevido lector experiencias, propuestas, recomendaciones y opiniones que, si bien pueden no empatar con la manera de pensar de terceros, de eso es de lo que se trata. Que aburrida sería la existencia terrenal si todos pensáramos igual ¿no?

Hace unos días, llegó a la Dirección de este rotativo la Licenciada Georgina Morett, a quién leía en El Financiero en su columna “Con todo respeto”; su reto aquí en Chihuahua será seguir posicionando a El Heraldo como el principal medio de comunicación escrita del estado. A través de estas líneas le damos la bienvenida y le reiteramos que en su compromiso no está sola. Venga pues.


“Si no quieres perderte en el olvido, escribe cosas dignas de leerse o haz cosas dignas de escribirse”

- Cristóbal Terrer -

Y cuando menos lo esperabas el pensamiento se convirtió en letra, la letra en escritura, la escritura en palabra y la palabra en una incansable viajera que, aunque muchos han hecho hasta lo imposible por detenerla, jamás lo han logrado, ni lo lograrán. El pensamiento transformado en palabra para con ella llevar a cabo una acción es lo que le brinda esencia a la libertad de expresión, esa misma que se conquista día con día para beneplácito de muchos y malestar de unos cuantos.

¿Y tú porqué escribes?, si ni te pagan, me cuestionan constantemente con gran curiosidad y aunque nunca he otorgado una respuesta convincente (probablemente no exista) mi contestación es y seguirá siendo: Escribo para que me lean.

Muchas respuestas pueden abundar ante la dura pregunta del porqué escribir, unos lo hacen para mostrar su completo desacuerdo contra lo que nos establecen como obligatorio, otros lo hacen para ser recordados en el infinito y más allá, otros para aminorar el tiempo, para liberarse de alguna fuerte atadura, hay quienes escriben para con sus letras tratar de ayudar al desesperado, para auto comprenderse, para enseñar y aprender y hay quienes derraman su tinta solo para divertirse. Todas las respuestas son legítimas ¿quién nos dice lo contrario?

A quien escribe le gusta todo, es decir, no le gusta la nada porque en la nada carecen los sonidos, los colores, los sabores, pero sobre todo las palabras, el eje principal de todo aquel que hace sudar a la pluma y que nos regala parte de su preciado tiempo. Hay quienes experimentan un ridículo miedo para escribir y no se atreven a hacerlo, creer que escribir es una tarea que solo los grandes y cultos literarios lo pueden hacer es tan absurdo como no salir a jugar al futbol porque no tenemos las habilidades del Chicharito o de Lionel Messi. Todos podemos (y de alguna manera hasta debemos) escribir; el autor de “El Retrato de Dorian Gray” desde su esteticismo sostenía que para escribir solo había dos requerimientos: tener algo que decir y decirlo.

Desde el 2004 El Heraldo de Chihuahua me ha permitido compartir con el atrevido lector experiencias, propuestas, recomendaciones y opiniones que, si bien pueden no empatar con la manera de pensar de terceros, de eso es de lo que se trata. Que aburrida sería la existencia terrenal si todos pensáramos igual ¿no?

Hace unos días, llegó a la Dirección de este rotativo la Licenciada Georgina Morett, a quién leía en El Financiero en su columna “Con todo respeto”; su reto aquí en Chihuahua será seguir posicionando a El Heraldo como el principal medio de comunicación escrita del estado. A través de estas líneas le damos la bienvenida y le reiteramos que en su compromiso no está sola. Venga pues.