/ martes 10 de agosto de 2021

‌Escuela para reconciliarse y perdonar

Por: Flor María Yáñez

‌Este año lo iniciamos con el "pie violento". Tan sólo en mayo se registraron cerca de 3,000 asesinatos y se considera quizás el mes más sangriento de lo que va de este 2021. De la gestión de AMLO es el sexto, esto de acuerdo con informes de Seguridad y Protección Ciudadana. El incremento en los diferentes tipos de violencia ya no es noticia, sino lo esperable en una sociedad con un pasado quebrantado e inundado de laberintos escabrosos de masacres, desapariciones forzadas y todas las formas de violencia posibles. Si agosto o septiembre resultaran ser más violentos que mayo, tampoco causaría conmoción. Como sociedad hemos normalizado ese fenómeno y hemos elegido desviar la atención de ese terrible problema en el que estamos inmersos, para intercambiarlo por algo ameno como un buen chiste o cualquier otra cosa para no "enloquecer de realidad".

‌‌ No sólo cargamos con las heridas de un pasado quebrantado, sino que el presente se encrudece por la incapacidad de detener la violencia y de frustración de que, a pesar de los esfuerzos y la buena voluntad del gobierno, no se ha podido alcanzar un estado de paz.

‌‌El fenómeno es insostenible y es parte de la cotidianidad. El resultado son miles de víctimas directas e indirectas y una sociedad dolida al atestiguar la desfragmentación -pedazo a pedazo- del "tejido" social. ¿Qué se ha hecho para detener la violencia? Se ha insistido en la militarización del país, en el incremento de penas y castigos, pero el problema no se solucionará con esa estrategia. Una curita para detener una hemorragia es imposible, como lo es una aspirina para curar un cáncer en fase terminal. Se debe ir a la estructura y trabajar en políticas de prevención por parte del Estado mexicano.

‌‌Sobre prevención, también tenemos una sociedad dividida en "chairos y fifís", principalmente a causa de los discursos del presidente, promotor de estos términos. En una sociedad dividida por creencias e ideologías, existe el peligro de un día estallar la bomba de odio, entonces las consecuencias podrían ser también la violencia. De entre las distintas violencias, es momento de hablar de reconciliación como motivo para la paz, como un proceso con herramientas como la justicia, la verdad, la cicatrización y la reparación, para pasar de un pasado conflictivo a un futuro compartido. Tenemos la oportunidad de transformar el rumbo del país, comenzando con un cambio en actitudes, emociones, sentimientos y creencias que nos dividen como seres humanos, luego, reconciliarnos con el pasado, exigiendo justicia para avanzar.

Una escuela de perdón y reconciliación sería importante, para aprender cómo sí podemos alcanzar la paz con nosotros mismos y con los demás.

Por: Flor María Yáñez

‌Este año lo iniciamos con el "pie violento". Tan sólo en mayo se registraron cerca de 3,000 asesinatos y se considera quizás el mes más sangriento de lo que va de este 2021. De la gestión de AMLO es el sexto, esto de acuerdo con informes de Seguridad y Protección Ciudadana. El incremento en los diferentes tipos de violencia ya no es noticia, sino lo esperable en una sociedad con un pasado quebrantado e inundado de laberintos escabrosos de masacres, desapariciones forzadas y todas las formas de violencia posibles. Si agosto o septiembre resultaran ser más violentos que mayo, tampoco causaría conmoción. Como sociedad hemos normalizado ese fenómeno y hemos elegido desviar la atención de ese terrible problema en el que estamos inmersos, para intercambiarlo por algo ameno como un buen chiste o cualquier otra cosa para no "enloquecer de realidad".

‌‌ No sólo cargamos con las heridas de un pasado quebrantado, sino que el presente se encrudece por la incapacidad de detener la violencia y de frustración de que, a pesar de los esfuerzos y la buena voluntad del gobierno, no se ha podido alcanzar un estado de paz.

‌‌El fenómeno es insostenible y es parte de la cotidianidad. El resultado son miles de víctimas directas e indirectas y una sociedad dolida al atestiguar la desfragmentación -pedazo a pedazo- del "tejido" social. ¿Qué se ha hecho para detener la violencia? Se ha insistido en la militarización del país, en el incremento de penas y castigos, pero el problema no se solucionará con esa estrategia. Una curita para detener una hemorragia es imposible, como lo es una aspirina para curar un cáncer en fase terminal. Se debe ir a la estructura y trabajar en políticas de prevención por parte del Estado mexicano.

‌‌Sobre prevención, también tenemos una sociedad dividida en "chairos y fifís", principalmente a causa de los discursos del presidente, promotor de estos términos. En una sociedad dividida por creencias e ideologías, existe el peligro de un día estallar la bomba de odio, entonces las consecuencias podrían ser también la violencia. De entre las distintas violencias, es momento de hablar de reconciliación como motivo para la paz, como un proceso con herramientas como la justicia, la verdad, la cicatrización y la reparación, para pasar de un pasado conflictivo a un futuro compartido. Tenemos la oportunidad de transformar el rumbo del país, comenzando con un cambio en actitudes, emociones, sentimientos y creencias que nos dividen como seres humanos, luego, reconciliarnos con el pasado, exigiendo justicia para avanzar.

Una escuela de perdón y reconciliación sería importante, para aprender cómo sí podemos alcanzar la paz con nosotros mismos y con los demás.