/ miércoles 2 de septiembre de 2020

Estamos en Guerra

El concepto de guerra ha cambiado mucho, en el pasado solía haber enfrentamientos dirigidos personalmente por el más alto mando, con honor y valentía el jefe corría el mismo peligro que sus súbditos y con ellos se lanzaba al ataque. Después los privilegiados del poder ya no aparecen en los sangrientos combates que ordenan, mandan a sus ejércitos a luchar, mientras ellos se quedan a salvo esperando noticias del avance o retroceso, una práctica que seguimos teniendo hasta la fecha.

Luego llegaron los grandes inventos bélicos que conjuntaron todo el trabajo de destrucción en armas de largo alcance que evitan contacto directo con el enemigo mientras se le destruye.

En la actualidad estamos experimentando un nuevo estilo de guerras: las de un sutil, pero efectivo asalto anónimo, no se puede señalar a un solo líder que la haya planeado, porque hay una pirámide de origen tan extensa y confusa que esconde las cabezas en asociaciones y organizaciones, y es fácil entre este reborujo de poderes tirar la piedra y esconder la mano.

El virus SARS-CoV-2 no es una casualidad, este virus se lanzó al ambiente con el propósito de reducir la población mundial, y detrás de este ataque no hay un líder ¡hay muchos! que lo planearon y que están escondidos, mandando sofisticados embistes de miedo para debilitar y exterminar masas.

¡La mayoría no nos queremos morir! Y por ahí nos llegan ¡Si no haces esto o aquello estás en peligro de muerte! Y nos enfilan con técnicas de convencimiento con dos propósitos: que se mueran los miedosos, los débiles, los desprevenidos y que los sobrevivientes consuman la nueva oleada de “productos y servicios indispensables” para que los poderosos sigan conservando el poder.

En la pirámide del poder yo pondría en la cima a gobiernos que quieren aminorar la sobrepoblación. A los medios de comunicación que ignoran la verdad para dar poder al que paga ciertas programaciones. También están y se sienten las farmacéuticas que hacen su agosto con la cultura de la enfermedad y que por ningún motivo quieren brindar salud, sino tener cautivos a clientes para que consuman medicamentos hasta la muerte.

Es grande la cobardía de los que hoy actúan para enfermar y matar, pero llega la muerte y se toma simple y sencillamente como un destino fortuito. ¿Pero quién a final de cuentas tuvo que ver en el desarrollo de este virus? Y como respuesta podríamos señalar sospechosos ¡De seguro fue éste o aquél! ¿Se puede luchar contra un enemigo anónimo?

¡Estamos en una guerra mundial! Los ataques biológicos se están sofisticando y el ataque empieza por la manipulación de las mentes, la información que tenemos hoy en día es excesiva e insistente y falsa en muchísimas ocasiones, los temas prioritarios de las “asociaciones” se filtran con el propósito de unificar criterios para controlar.

¿Qué podemos hacer ante esta realidad? Para empezar podemos pensar, analizar lo que se nos viene en cascada y recurrir al sentido común, informarnos de fuentes limpias y honestas, y sobre todo confirmar que detrás del miedo no hay nada.

Serenidad y paciencia, buena alimentación y amor por el prójimo y el entorno. La acidez de cuerpo, mente y espíritu es campo fértil para cualquier mal ¡Así que a alcalinizar la existencia agradeciendo lo que somos y tenemos.


ROBERTA CORTAZAR B.



El concepto de guerra ha cambiado mucho, en el pasado solía haber enfrentamientos dirigidos personalmente por el más alto mando, con honor y valentía el jefe corría el mismo peligro que sus súbditos y con ellos se lanzaba al ataque. Después los privilegiados del poder ya no aparecen en los sangrientos combates que ordenan, mandan a sus ejércitos a luchar, mientras ellos se quedan a salvo esperando noticias del avance o retroceso, una práctica que seguimos teniendo hasta la fecha.

Luego llegaron los grandes inventos bélicos que conjuntaron todo el trabajo de destrucción en armas de largo alcance que evitan contacto directo con el enemigo mientras se le destruye.

En la actualidad estamos experimentando un nuevo estilo de guerras: las de un sutil, pero efectivo asalto anónimo, no se puede señalar a un solo líder que la haya planeado, porque hay una pirámide de origen tan extensa y confusa que esconde las cabezas en asociaciones y organizaciones, y es fácil entre este reborujo de poderes tirar la piedra y esconder la mano.

El virus SARS-CoV-2 no es una casualidad, este virus se lanzó al ambiente con el propósito de reducir la población mundial, y detrás de este ataque no hay un líder ¡hay muchos! que lo planearon y que están escondidos, mandando sofisticados embistes de miedo para debilitar y exterminar masas.

¡La mayoría no nos queremos morir! Y por ahí nos llegan ¡Si no haces esto o aquello estás en peligro de muerte! Y nos enfilan con técnicas de convencimiento con dos propósitos: que se mueran los miedosos, los débiles, los desprevenidos y que los sobrevivientes consuman la nueva oleada de “productos y servicios indispensables” para que los poderosos sigan conservando el poder.

En la pirámide del poder yo pondría en la cima a gobiernos que quieren aminorar la sobrepoblación. A los medios de comunicación que ignoran la verdad para dar poder al que paga ciertas programaciones. También están y se sienten las farmacéuticas que hacen su agosto con la cultura de la enfermedad y que por ningún motivo quieren brindar salud, sino tener cautivos a clientes para que consuman medicamentos hasta la muerte.

Es grande la cobardía de los que hoy actúan para enfermar y matar, pero llega la muerte y se toma simple y sencillamente como un destino fortuito. ¿Pero quién a final de cuentas tuvo que ver en el desarrollo de este virus? Y como respuesta podríamos señalar sospechosos ¡De seguro fue éste o aquél! ¿Se puede luchar contra un enemigo anónimo?

¡Estamos en una guerra mundial! Los ataques biológicos se están sofisticando y el ataque empieza por la manipulación de las mentes, la información que tenemos hoy en día es excesiva e insistente y falsa en muchísimas ocasiones, los temas prioritarios de las “asociaciones” se filtran con el propósito de unificar criterios para controlar.

¿Qué podemos hacer ante esta realidad? Para empezar podemos pensar, analizar lo que se nos viene en cascada y recurrir al sentido común, informarnos de fuentes limpias y honestas, y sobre todo confirmar que detrás del miedo no hay nada.

Serenidad y paciencia, buena alimentación y amor por el prójimo y el entorno. La acidez de cuerpo, mente y espíritu es campo fértil para cualquier mal ¡Así que a alcalinizar la existencia agradeciendo lo que somos y tenemos.


ROBERTA CORTAZAR B.



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